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El estilo directo de McCain suma adeptos en su estado talismán

'Mac is back', dicen los carteles. Lo que ha vuelto en New Hampshire no es la hamburguesa doble de McDonald's sino el candidato que en la campaña de 2000 pusiera en jaque a George W. Bush y a todo el aparato del Partido Republicano con su autobús de 'Hablando claro'. Parecía que esta vez los votantes independientes le habían retirado el apoyo por su belicismo en Irak, pero las últimas encuestas le sitúan a la cabeza de los republicanos, que siguen buscando su nuevo mesías.

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Según vaticina el director de sondeos de la Universidad de New Hampshire, Andrew Smith, «si mantiene la ventaja de cinco o seis puntos que le dan las encuestas, será el candidato del partido». Con 70 años y cuatro mandatos como senador de Arizona, cuesta creer que McCain responda al mensaje de cambio y de relevo generacional que demandaron los votantes que apostaron por Barack Obama y Mike Huckabee en Iowa. Pero, si bien los demócratas de New Hampshire parecen dispuestos a abrazar el sueño de Obama, la suerte del predicador baptista no será bendecida en un estado donde la religión mayoritaria es la católica -430.000 fieles en comparación a 30.000 evangélicos-. Aunque ha tratado de adaptarse a una audiencia fiscalmente conservadora pero socialmente liberal, las encuestas le situaban ayer en tercer puesto, a mucha distancia de McCain y Mitt Romney (34%- 29%- 10%).

El ex gobernador de Massachusetts había hecho de New Hampshire su feudo gracias a la influencia que tiene el estado que gobernó sobre su pequeño vecino. Pero mientras él ponía toda la carne en el asador para aquellos primeros 'caucus', McCain se ha hecho fuerte con la gracias de quienes hace ocho años le dieron dieciséis puntos de ventaja sobre Bush. Y ahora que la unidad está de moda, su historial de iniciativas bipartidistas paga dividendos.

«McCain tiene mucha experiencia e intenta hacer algo positivo por este país, pero Romney no sabe más que atacar a los demás sin que tenga nada que aportar», dice Amanda Holzer, mientras espera que llegue su candidato favorito en un bar de Manchester. El patentado empresario mormón se ha ganado antipatías en el estado del 'Vive libre o muere' por tratar de comprar el voto con una multimillonaria inversión de anuncios de televisión en los que despedaza sin piedad a sus rivales.

Su fieles adeptos le esperaban ayer a las ocho de la mañana en la puerta nevada del Ayuntamiento de Nashua para calentar la recta final. «¿Ya está, me ha ganado!», proclamaba un chico de 18 años que votará por primera vez. «Estoy dispuesto a ir a la guerra por él. Tiene razón. Ya que estamos en Irak hay que aumentar la presión y rematar la jugada para que no tengamos que seguir allí dentro de unos años».