BALÓN DIVIDIDO. Sergio Narváez y Mechi siguen la trayectoria del esférico. / ROMÁN RÍOS
MÁS FÚTBOL

El Portuense se despide del año ofreciendo su mejor versión

Paulino, Chico y Giovani anotaron los tres tantos de un conjunto rojiblanco que mostró un once inicial de carácter netamente ofensivo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Portuense se llevó con facilidad los tres puntos ante un Mazarrón que pagó muy cara las bajas con las que llegó a El Puerto, donde ni siquiera pudo completar el banquillo acudiendo con un hombre menos.

Los primeros 10 minutos de encuentro fueron claves para el desarrollo del partido, al encajar a los 4 minutos el primer gol, y seis más tarde verse con un hombre menos por la expulsión del defensa Santi Silvar, por dar un codazo a un contrario. Fueron muchos los elementos que tuvo en contra el conjunto murciano para poder sacar el marcador adelante. Tuvo que recomponer la línea defensiva, incrustando a Silva atrás y perdiendo peso en la zona ancha.

Fueron pasando los minutos, y el Mazarrón se vio con la sorpresa de que el Portuense le había cedido el campo para sorprenderle a la contra. Lo más llamativo en cuanto a ocasiones del primer periodo se dio con un lanzamiento de Llamas a los 19 minutos, que rozó el palo izquierdo de Eneko. Por poco si le sale al Portuense la jugada que buscaba, ya que Velázquez se encontró con el carril derecho totalmente libre y se presentó ante Reguero, salvándole y dando el pase a Paulino que consiguió enviar el cuero a la red, pero el árbitro invalidó la jugada por presunto fuera de juego.

Y en el 37, también el Portuense se vio con un hombre menos por doble amarilla a Jorge Herrero. Las fuerzas se habían compensado, pero el Mazarrón no le sacó provecho. Aunque a punto estuvo de conseguirlo Juanjo que se encontró en el segundo palo un balón que estrelló en la red por fuera. Todo ello a falta de un minuto para el descanso. Con el triunfo parcial de uno cero se fueron al vestuario.

La segunda mitad, se desarrolló con un juego muy trabado por ambas partes, aunque sin dureza, lo que propició que el juego estuviese bastante tiempo detenido. El árbitro también tuvo buena parte de culpa de todo ello, porque al mínimo roce sacaba tarjeta. El Mazarrón, había dejado en la caseta a Brais, sacando a Rafa Rivera buscando mayor profundidad. Lo cierto es que se notó poco el cambio en cuanto a llegadas arriba. Todos los disparos murcianos en este tiempo fueron mansamente a las manos de Eneko. Para que a los murcianos no les faltase de nada en el transcurso del partido, Reguero se comió un balón al saque de un corner de Sergio Narváez por la izquierda y el defensa Chico lo aprovechó para de cabeza conseguir el dos cero.

El partido para los visitantes ya estaba muerto. Un cuarto de hora después de conseguir el Portuense aumentar su ventaja, el Mazarrón se volvió a quedar con otro hombre menos por expulsión de Carmona que vio la segunda amarilla. Pese a ello, con más corazón que cabeza los visitantes se iban arriba en busca de acortar diferencia. Como en todo el resto del mismo, sus disparos fueron sin peligro alguno. Casi en las postrimerías, tanto Carrasco a los 83 y luego en el 87, como Rafa Rivera, enviaron el balón a las manos del portero local. Cuando todos se daban por satisfecho con el marcador porque el Mazarrón no fue superior al Portuense, los locales se sacaron el tercer y último gol de la chistera en un contra con pase de Jonathan Torres a Giovanni, que dentro del área, cruzó el balón a Reguero. Aunque se concedieron 5 minutos más de descuento, nada destacable en los mismos.

En resumen, el Mazarrón sólo aguantó el ritmo del partido durante los primeros minutos. De hecho, las bajas más que en plano deportivo parecieron medrar en él ánimos de un equipo que salió al campo con escasa convicción, y que en realidad nunca dio síntomas de poder remontar un marcador que se le había puesto en contra desde el principio. Ni siquiera el hecho de irse al descanso tan sólo con un gol por debajo y con muchas posibilidades animó a un conjunto que careció de solidez y que transmitía una sensación de inseguridad que amenaza con convertirse en goles para el equipo contrario. Al final victoria merecida para el Portuense en un partido que parecía estar escrito desde el comienzo, y en el que la emoción vino más de la mano de los árbitros que del propio fútbol.