PAN Y CIRCO

Revolución 'che'

No disfruto con el mal ajeno pero he de reconocer que viendo las lágrimas de David Albelda y la ira contenida de Santi Cañizares me alegré de que, por una vez, las estrellas futbolísticas sientan como los curritos de a pie. Lejos de pretender ser una demagoga, lo primero que expresé nada más conocer la noticia fue: «anda, los echan a la calle como a la gente de astilleros». Bueno, ya nos gustaría a todos, ¿verdad? porque la rescisión de sus contratos no es equiparable a la del resto de los mortales. Tampoco pude evitar pensar en la reacción del valencianismo. Imaginé, y creo que no es ingenuidad sino más bien coherencia, que estarían encantados con el despido de ambos después de haberles insultado en el campo al grito de peseteros y mercenarios, entre otras monerías. ¿¿¿Qué gran equivocación por mi parte!!! No sólo la gran mayoría de los aficionados los defiende, sino que la prensa local no da crédito y llora su marcha, además de la de los que aún están por entrar en la lista negra de Koeman y Soler.

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Desde la distancia, la situación podría titularse algo así como el amargamiento eterno o me encanta quejarme. Desde la cercanía, en cambio, se enorgullecen erróneamente de catalogarlo como exigencia. Mestalla, que yo recuerde, siempre ha criticado a sus entrenadores hasta el punto de congratularse cuando cierta plantilla le hizo la cama a Valdano. Son pocas las veces que han mostrado su satisfacción plena y, con varios títulos en el bolsillo, a Benítez lo rechazaron. Ni siquiera le dieron las gracias.

Y no hablemos de Sánchez Flores. Se enteró a las cuatro de la mañana de que ya no le querían cuando una semana antes aseguraron que no podían vivir sin él. Nadie lamentó su adiós porque todos pensaron que era el culpable de las derrotas. Ahora que comprobamos que no, ¿por qué ha de estar equivocado Koeman? El tiempo lo dirá.