Presión eficaz

a decisión del gobierno japonés de suspender temporalmente la captura de ballenas jorobadas supone un valioso éxito de la presión internacional de las organizaciones conservacionistas. Los armadores nipones amenazaban con saltarse la moratoria de 1963 con supuestos pretextos científicos, poniendo en riesgo una especie que se encuentra al límite de la extinción y cuyas características la convierten en una de la más observadas por los turistas en una industria que genera millones de dólares. Probablemente los dirigentes japoneses tarden en convencerse de que consumir la carne y la grasa de estos espléndidos mamíferos es un crimen ecológico. Pero al menos las yubartas han ganado una prórroga de seis meses de vida a la espera de que un último empujón del clamor medioambiental en el mundo convierta esta decisión temporal en definitiva.