DISCREPANCIA. Un grupo de jóvenes discuten con el monitor de una piscina sueca tras tomar un baño sin la parte superior del bikini. / EL CORREO
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«Sólo son pechos»

Un colectivo de jóvenes suecas protagoniza desde septiembre una campaña que reclama su derecho a poder bañarse en 'topless' en las piscinas

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Si esta fuera una historia de ficción, ningún guionista la hubiera ubicado en Suecia. Pero sí, ocurre en el país escandinavo, en teoría una de las sociedades con una moral más liberal. La sinopsis relata que dos jóvenes hermanas, estudiantes de la localidad de Uppsala, a unos cincuenta kilómetros de la capital Estocolmo, decidieron una tarde del pasado septiembre ir a nadar a la piscina municipal. Ranghild y Kristin Karlsson, de 22 y 21 años respectivamente, aseguran que olvidaron en los vestuarios la parte superior de sus bikinis y que, ante el poco tiempo de que disponían, optaron por nadar sin la prenda. Llamadas al orden por uno de los monitores del centro deportivo, y al negarse a cubrir sus pechos, fueron invitadas a abandonar el recinto.

Allí y entonces nació el movimiento Bara Brost (Seno desnudo), que en apenas dos meses ha conseguido congregar a miles de mujeres suecas que reclaman su derecho a poder acudir a las piscinas sin la parte de arriba del traje de baño. «Nuestro objetivo es suscitar un debate sobre reglas culturales y sociales no escritas que discriminan y sexualizan el cuerpo femenino», asegura una de sus portavoces, la universitaria de Malmoe Astrid Hellroth, de 21 años. «Es importante que tengamos los mismos derechos que los hombres. Cuando nos acusan de querer suscitar la atracción masculina al exhibir nuestros pechos contestamos que ellos deben ser capaces de no agredirnos visualmente cuando estamos en topless», añade su compañera Ingrid Mendelsson, de 22 años.

La campaña ha despertado el interés del periódico Ottar, perteneciente a la asociación de educación social del país nórdico, que llama a todas sus lectoras a secundarla en los clubes de natación nacionales. Un portal de Internet (barabrost. blogg.se) también reúne a los partidarios de esta nueva lucha por la igualdad sexual.

En el bando contrario se ha erigido como representante la Asociación de Centros de Ocio de Suecia. Sus argumentos son normativos. «El reglamento de las piscinas de este país estipula que los hombres deben llevar un slip de baño y las mujeres un bikini o un bañador», argumenta Inger Grotteblad, su portavoz.

Los propietarios de este tipo de instalaciones aseguran que están movidos por cuestiones de seguridad, higiene y costumbres dominantes. Acuden incluso a la emigración para sustentar su postura. «Nuestro centro tiene socios de diversa procedencia y hay que respetar las creencias de todos. Estamos dispuestos a iniciar un debate, pero no queremos herir la sensibilidad de nadie». «Además, queremos garantizar a nuestras clientes que no sean víctimas de acoso», señaló al rotativo Aftonbladet.

¿Higiene?

La opinión pública no acaba por pronunciarse. Las reacciones de apoyo y aliento -¿Higiene? ¿Atenta contra la higiene un pecho desnudo?-de otros usuarios de las piscinas igualan en número a las de los detractores enojados. «Hay que hacer leyes para una mayoría. Y la mayoría tiene unas normas y unas normas que incluyen el pudor», dicen estos últimos. Luego están los indiferentes, que suman la mayoría.

Bara Brost quiere llevar sus reivindicaciones a los tribunales mediante la denuncia de intento de sexualización del cuerpo de la mujer. «En Suecia, donde la actitud con el nudismo es muy relajada, está permitido tomar desnudos baños de sol en las playas durante el verano, pero se pide que las bañistas se cubran el pecho en las piscinas. Es una incongruencia», sostienen desde el movimiento. Recuerdan también el ejemplo de las saunas, mixtas en mayoría del territorio escandinavo desde hace muchos años, sin que jamás se haya producido ningún incidente.

De momento, el caso ha acabado en el mediador de asuntos de interés público, encargado de la igualdad de oportunidades de la Oficina del Defensor del Pueblo, que debe publicar un dictamen antes de que finalice el año sobre el incidente protagonizado por las hermanas Karlsson.

Mientras, la polémica ha trascendido incluso las fronteras suecas y ha generado numerosos titulares en la prensa y en las agencias de informaciones mundiales. Gracias a ello, una asociación internacional sobre del derecho a mostrar los senos -Topfree Equal Rights Association- se ha hecho eco de la reivindicación de las mujeres suecas y ha reunido varios miles de firmas de apoyo. «Queremos que nuestros pechos sean tan normales y estén tan desprovistos de connotaciones sexuales como los de los hombres. Después de todo sólo son pechos», es el grito de guerra que resume la filosofía de este colectivo.