CUARTO DE PALABRAS

La flecha del tiempo

El mundo no sucede, simplemente existe. La flecha del tiempo la ponemos nosotros, somos los arqueros que hacemos que el Universo tenga pasado, presente y futuro... (desayune, que retomo la cuestión).

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Dicen que en nuestros primeros momentos como especie percibíamos con exactitud el entorno, pero no teníamos conciencia de forma, ni definición (ohh, a lo más), y que es con la aparición del lenguaje cuando esta percepción se ordena, se codifica y hace que tengamos una concepción de los actos, del tiempo. Así Platón pudo decir aquello de que el tiempo es la imagen móvil de la eternidad, o Pericles que todas las cosas de este mundo están abocadas al declive (los ciclos: 1812, 2012...) Aristóteles dijo que parte del tiempo es pasado y ya no existe, y la otra parte es futuro y no existe todavía, y Newton (secuelas del manzanazo, fijo) abundó en la cosa señalando que el tiempo se inscribe en el espacio y que el pasado y el futuro están escritos en el instante presente para el que sepa leerlos (estoy dando por sentado que desayunó cuando le indiqué). No voy a entrar en Einstein, vaya a ser que no haya sido copioso, pero lo que quiero resaltar es la importancia del hecho del lenguaje en la concepción de los actos. Traigámoslo a nuestro ahora (si existiera) con un ejemplo: usted se va al diccionario de Payán, lee «bastinazo», y ya está situado, «Dícese del tío que hace quince días anda dando vueltas por el Corte Inglés haciendo sonar una campanilla y omitiendo (un desperdicio) sonidos guturales propios del pelaje (Ohh jo jo) que le quedarían del carajo». Puede que el diccionario ponga otra cosa, tranquilo, es que la historia del concepto tiempo es pura especulación metafísica (quillo, que esto es una concentración de arqueros...) Igual no ha sido ilustrativo, pero si al menos hoy has desayunao... (son dos meses largos, y van a por ti).