Cultura

La biografía de Sernita, una cuestión de justicia histórica con el Cante

José Manuel Gamboa nos acerca a la figura cabal de este gran intérprete

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El caso del cantaor flamenco Manuel Fernández Moreno, apodado como Sernita de Jerez es idéntico, aunque con sus particularidades, a otros intérpretes del género jondo a los que no se le hizo justicia en vida, ni siquiera de forma posterior, cuando han tenido unas cualidades extraordinarias. En el caso del personaje que abordamos la cuestión superaba con creces la valía de su arte. Ha tenido que ser el prolijo escritor José Manuel Gamboa Rodríguez, analista flamenco de la SGAE, entre otras muchas facetas, quien haya dado un golpe de atención con el libro Sernita de Jerez ¿Vamos a acordarnos! La memoria cabal de su casta. Un ameno ensayo biográfico que ha sido editado por Carena (Barcelona, 2007) contando con el prólogo de Diego Carrasco.

La obra posee una agradable lectura salpicada de cuantiosos datos biográficos y de anecdotario, ya que sus páginas comienzan con una reunión de los familiares de Sernita en una Nochebuena treinta y cinco años después del fallecimiento del artista. Entre ellos, su hijo y el afamado guitarrista Curro Jerez, afincado en Madrid desde hace décadas.

Al hilo de estos recuerdos familiares se van sucediendo los capítulos sonoros de la vida de Manuel, desde su prolija genealogía que lo une a artista de la talla de Juanichi el Manijero, los Parrillas, los Terremotos y los Borricos; sus primeros pasos en Jerez, su patria chica y en la que vivió los rigores de aquellos trabajos de los gitanos en el campo, así como sus primeros pinitos semiprofesionales en las ventas y colmaos a la espera de señoritos con ganas de escuchar.

Una segunda parte podríamos situarla dentro del salto del artista, como tantos otros de su generación, a las grandes capitales como Sevilla, Barcelona o Madrid, donde finalmente se instala, y que procuraba una mayor soltura económica a unos artistas mucho menos cotizados que en la actualidad. Episodio importante es la participación de Sernita en las labores de cantar para el baile, en la que fue un admirado maestro y le permitió trabajar en señaladas compañías por toda Europa, como fueron los casos de Antonio El Bailarín o Susana y José.

Verdadera mala suerte

Gamboa insiste en alguna ocasión que nuestro cantaor no tuvo demasiada fortuna. Le había costado un esfuerzo enorme poder vivir decentemente de su profesión, instalarse y criar a su hijos y, justo, tras elevarse un poco en el escalafón flamenco gracias a las grabaciones y la TVE, enfermó y se llevó a la tumba un sin fin de conocimientos y calidades interpretativas fuera de toda discusión.

Hasta el momento, y paradójicamente en su propia tierra, el Serna había pasado más desapercibido de lo que hubiera sido normal. Y en este aspecto, el autor se preocupa de determinar los extremos que lo elevan a un puesto más que importante en la historia del flamenco. Sobre todo, por haber escrito con el oro de su voz «las cabales más cabales que se recuerdan», en alusión a su participación en el disco Canta Jerez de la casa Hispavox de 1967.

A las páginas del trabajo, la editorial Carena ha tenido el acierto de incluir un vídeo de Sernita y unos cantes inéditos que se efectuaron en una reunión privada que tuvo lugar en alguna de las giras del cantaor por Suiza cuando trabaja en la compañía de Susana y José.