Lobos y Gustavo celebran un gol./J.M Moreno.
Cádiz C.F.

Zarpazo de Lobos

El media punta argentino logra con un golazo de falta la victoria del Cádiz en Albacete, la primera como visitante Los amarillos fueron sobrios atrás y decidieron arriba

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Zarpazo de unas garras más afiladas que cualquier navaja albaceteña. Mordisco al queso mecánico, reblandecido con las ausencias del último verano y las deudas que asustan a la entidad. Lobos decide y el Cádiz gana. El equipo amarillo le birló los tres puntos al Albacete jugando a eso que llaman fútbol práctico. Solvencia defensiva, control de la situación y pegada arriba. Manteniendo la puerta a cero, la calidad aparecerá en algún momento, y la suerte, buscada en este caso, cobra un papel importante. Así fue el triunfo. Los de Calderón aguantaron a un rival crecido tras sus últimos resultados. Con más apuros en la primera mitad y con orden y jerarquía después del descanso. Y luego, Lobos mandó a la escuadra un lanzamiento de falta directa, en una de las escasas ocasiones del Cádiz en todo el encuentro (apenas tres disparos a puerta). Como el resultado es lo que importa hasta que regrese la normalidad, sobresaliente para todos. Ya habrá tiempo para intentar jugar al fútbol.

El entrenador se aferraba al dicho de equipo que gana, repite y dispuso el mismo once que ganó el derbi. También tiene otro eslogan, cogido de la Dirección General de Tráfico. Cádiz, no corras, lo importante es llegar. El gaditano está llevando a cabo una transformación lenta pero segura (los números comienzan a darle la razón).

Inicio complicado

Sobre el verde también se nota. Pasito a pasito. Por ello, el conjunto cadista saltaba al campo demasiado temeroso, a merced de un enemigo dispuesto a sentenciar en los primeros minutos. Meyong Zé y Calandria ponían en apuros a los dos centrales, y tanto Barkero como Ferrón ponían en evidencia a los laterales amarillos. El ex de la Real avisaba en el 3' con una falta que lamía el palo derecho. Poco más tarde, el delantero camerunés mandaba arriba un pase de la muerte.

El Alba perdonaba y perdía fuelle con el paso de los minutos, a la vez que los amarillos recuperaban la intensidad defensiva. No obstante, a este equipo le cuesta un mundo hacer gol, incluso llegar al área contraria. El bagaje ofensivo era nulo. Por su parte, los manchegos disponían de otra opción, pero la volea de Calandría se iba fuera. Aquí sí que contestaba Enrique, 44 minutos después de que el colegiado señalara el inicio, con una semitijereta poco ortodoxa que atajaba el arquero blanquillo.

El descanso refrescaba las ideas amarillas. Había que ofrecer algo más, especialmente en ataque, y ajustar alguna descoordinación defensiva. La lesión de De la Cuesta, al poco del regreso, apenas se notaba con la entrada de César, si bien Contreras tenía que frenar a Morán en una meritoria acción.

El Cádiz metía otra marcha más. Gustavo López obligaba al meta rival a lucirse con una gran volea, y Enrique la enviaba a las nubes con la puerta para él. Hasta que llega el genio, el eterno discutido, la estrella parpadeante. El zurdo argentino forzaba una falta y Lobos sacaba la magia. Apuntaba y la colocaba en la escuadra, salvando con maestría la barrera albaceteña. Golazo de tres puntos. Para esto se quedó.

Fleurquin suplía a Rivas, y pese al empuje local, no se sucedían las ocasiones de peligro. Con la lección aprendida tras lo de Elche, los de Calderón no daban ese pasito atrás funesto (ayuda jugar con once) y controlaban el balón. Sólo dos infantiles errores, con bronca entre Paz y Bezares, daban esperanzas a un Albacete casi vencido.

Y con el disparo de César Díaz al lateral finalizaba el duelo, que permite al Cádiz volar tras semanas arrastrándose por el fango de Segunda. Ya nadie mira hacia abajo. Sólo hacia adelante. Porque a los rivales que vienen hay que mirarlos cara a cara.