CONCENTRADOS. Un grupo de estudiantes en la cafetería de la Facultad de Empresariales. / FRANCIS JIMÉNEZ
CÁDIZ

Los comercios de la zona universitaria notan la bajada de la asistencia de alumnos «Ahora vende mucha gente»

Los estudiantes, pese a ser más numerosos cada año, acuden menos a clase La UCA está impulsando programas para seguir de forma virtual las clases

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La UCA es, junto con la Pablo de Olavide, la única universidad andaluza que ve aumentado su número de alumnos año tras año. Eso sí, paralelamente al aumento de estudiantes se está produciendo una caída en su asistencia a clase. Las nuevas tecnologías son en gran parte responsables de esta caída, de la que los comercios son los principales perjudicados. «Esto no tiene nada que ver a como estaba hace siete años, eso sí, también hay que tener en cuenta que había clase en Valcárcel y los chavales se pasaban por aquí», comenta Cochi Rodríguez, que trabaja en una tienda de golosinas cercana a Relaciones Laborales, Frutos Secos Mariló.

«Empecé a trabajar aquí hace siete años; estuve cinco años y luego estuve en otro negocio. Regresé hace un par de semanas y lo primero que le pregunté a mi jefa es que si había pasado algo, porque la bajada en el número de estudiantes se ha notado mucho. Eso sí, siguen comprando lo mismo», matiza con una sonrisa.

De la misma opinión es Pedro, que trabaja en la copistería Máster, abierta desde hace 21 años en la calle San Rafael, si bien apostilla que «las fotocopias las siguen haciendo igual». Es más, «si se saltan, por poner un ejemplo, las clases el martes y el miércoles, pues el jueves ya están aquí haciendo más fotocopias». Eso sí, con mucho cuidado con los libros, «ya que no se puede fotocopiar más de un 10% de los originales, y eso lo tienen muy controlado». En lo que respecta a las nuevas tecnologías, no ha habido problemas para su sector, ya que «una fotocopia sigue siendo más barata que imprimir un documento del ordenador».

Eso sí, algunos establecimientos no han notado tanto esta menor asistencia de estudiantes. Tal es el caso de la cafetería de la propia Facultad de Empresariales. El encargado de este establecimiento, José Manuel Márquez, incide en que la asistencia en los últimos años a su local sigue siendo la misma. «Menos los viernes, que cada vez viene menos gente, pero creo que eso es normal», añade mientras, con el rabillo del ojo mira a un grupo de estudiantes que acaba de llegar de clase.

Clases semipresenciales

Lo cierto es que los alumnos no faltan a clase por pereza. La Universidad ha potenciado las materias semipresenciales, una de las exigencias del nuevo Espacio Europeo de Enseñanza Superior. Así, los profesores deben facilitar por la red el acceso de los alumnos a contenidos de sus asignaturas. La Universidad puso hace un par de años a funcionar este tipo de herramientas. Según inciden desde la entidad, «estamos a un buen nivel». Maruja, durante los años ochenta, vendía en la zona de La Viña sus bocadillos y refrescos, «por 150 pesetas», a los estudiantes. A principios de los 90, por enfermedad, tuvo que dejar el negocio. Recuerda con añoranza los años que pasó vendiendo bocadillos a los universitarios, «muchos de ellos erasmus». «Ahora sigue habiendo mucha vida por aquí, pero sí es verdad que te venden bocadillos en muchas partes; eso sí, con baguettes congelados que no saben a nada». Maruja, en una pausa de su paseo por el barrio, recuerda que todos los días gastaba «unas 200 barras de pan y 20 kilos de patatas para hacer tortillas. Tenía la tienda llena prácticamente siempre». Maruja recuerda que en su tienda, cercana a la actual escuela Superior de Ingeniería, «solían venir incluso los médicos de San Rafael para pedirme bocadillos y tortillas».