VUELVE. Armando entró de nuevo en la lista. / FRANCIS JIMÉNEZ
Cádiz C.F.

Ya no hay excusas

El Elche de Vidal es una nueva piedra en el tortuoso camino del Cádiz de Calderón La crisis presidencial llega a su fin, no hay lesionados y el entorno es positivo: toca ganar

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Nada. Que no las hay. O ahora o nunca. El Cádiz debe despertar y no desperezarse más en el colchón de la mediocridad. Ha sufrido un mes aciago, donde la crisis presidencial ha eclipsado la penosa marcha deportiva de un equipo que había ascendido en septiembre y que mes y medio después sólo aspira a la permanencia.

Pero el paso del tiempo va curando las magulladuras burocráticas y desenmascarando la profunda herida amarilla. Lo de pasivos ocultos y activos ficticios ya nada más se ven sobre el terreno de juego. Ahora es el fútbol lo que preocupa. El equipo gaditano está al borde del abismo, a un punto del descenso y con una dinámica peligrosísima. Son seis partidos sin ganar, sólo cuatro goles a favor (es el peor conjunto de Segunda en este apartado) y no conoce la victoria fuera de casa (un punto de doce como visitante).

Un caminar pésimo que se agrava conociendo los rivales, todos de la zona baja y de perfil menor, y sabiendo el calendario que espera tras la esquina es de aúpa (Elche, Xerez, Numancia, Sporting, Real Sociedad, Celta, Nástic y Málaga).

Dar el golpe

La realidad es traumática, para irse al psicólogo a llorar tal y como decía Calderón. Pero la plantilla ya no podrá mirar para otro lado. Ha de apechugar con el fracaso o el éxito. Ya está prácticamente finiquitada la crisis presidencial. La enfermería se ha quedado vacía y Raúl López era la única baja para el partido de esta tarde hasta que ayer por la mañana una gastroenteritis dejara fuera del partido a César (su lugar en la lista lo ocupa Yago Yao). Gustavo López, Enrique y De la Cuesta ya se encuentran al cien por cien y el entrenador hasta ha tenido que dejar fuera a unpeso pesado como Bezares debido a la amplitud del grupo.

Estas dos excusas ya desaparecen. Por otro lado, Antonio Calderón ya lleva trabajando más de dos semanas a una intensidad abrumadora y los jugadores comienzan a interpretar su estilo. Amolda el sistema a sus hombres y volverá a alinear un 4-1-4-1 con el fin de fortalecer el medio campo. Rivas jugará por delante de la defensa, con Fleurquin y Miguel en la medular. El jueves, el técnico probó con Lobos y Pavoni en las bandas, y la incógnita está en saber quién será el delantero, pues ni Dani ni Casas han respondido en las últimas dos fechas. No obstante, el argentino cuenta con más opciones debido al plus de motivación de enfrentarse a sus ex compañeros.

El viento a favor

La crisis llega a su fin, los lesionados se recuperan, Calderón ya deja su impronta,... ¿y el entorno? Cada vez más positivo a la par que pesimista. La afición se ha volcado con su equipo y el sábado aplaudió la entrega de sus jugadores pese al pírrico empate ante Las Palmas. Ningún futbolista puede quejarse este año de su público.

El navío amarillo debe orientar su vela para que este viento sople a favor. Necesita de todo, y por supuesto de la suerte. El puerto ilicitano es uno de los más complicados de la categoría. El Elche está haciendo su enésimo intento por recuperar los laureles perdidos. Con Vidal al frente, ha confeccionado una plantilla de enrmes garantías y el gallego ya ha logrado forjar un bloque. Tiene la baja de Williams, que será suplida por Carlos Luna, y baraja la posibilidad de incluir al ex madridista Víctor en la banda derecha.

Será un duelo repleto de morbo. Por la situación del Cádiz, por la historia (nadie olvida la afrenta del 81), y por sus entrenadores. Alumno contra maestro. Calderón se topa de buenas a primeras con el entrenador que le dio la oportunidad de ser futbolista, otro cadista más que emigra en busca de su futuro.

Muchas palabras pero sólo una realidad. Hay que ganar ya. Sea en Elche o cualquier otra plaza. Otro derbi con la guadaña del descenso pululando sobre la cabeza cadista sería demasiado para el corazón amarillo. Lo que daría más de uno por una semanita tranquila. Sólo una.