MARCIALIDAD. Los soldados desfilan por el interior de la Ciudad Prohibida de Pekín durante la celebración del cónclave. / REUTERS
MUNDO

China reparte el fruto capitalista

El Partido Comunista busca sacar provecho político al crecimiento económico para perpetuarse en el poder

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Tres décadas de reformas de corte capitalista han convertido a China en la cuarta economía del planeta y han sacado de la pobreza a 400 millones de personas, pero han creado también una de las sociedades más injustas y desiguales del mundo. De hecho, sólo el 10% de la población aglutina el 45% de la riqueza total del país, mientras que el 10% más pobre apenas disfruta de un 1,4% de ese bienestar, lo que supone una auténtica paradoja para un régimen que se define con la contradictoria fórmula de «economía socialista de mercado».

Para acabar con tales desequilibrios, que suponen una amenaza para la estabilidad del Gobierno porque sólo el año pasado se registraron 72.000 revueltas populares, el Partido Comunista de China (PCCh) ha celebrado esta semana y pone hoy punto final a su trascendental XVII Congreso. Además de elegir al sucesor del presidente, Hu Jintao, cuando acabe su segundo mandato en 2012, este cónclave ha hecho especial hincapié en la necesidad de crear una sociedad más justa e igualitaria frente al crecimiento económico a toda costa que ha primado hasta ahora.

Tal y como marcan los principios básicos ideados por Hu Jintao, «sociedad armoniosa» y «concepto científico de desarrollo», las medidas sociales y una política que podría definirse como socialdemócrata se están imponiendo sobre el liberalismo económico del que ha hecho gala el régimen. Pero eso no significa un mayor aperturismo político ni, por supuesto, más libertades, pues Hu Jintao ha dejado claro que el país contará con una «democracia a la china» tutelada por el Partido Comunista.

Debido a la fuerte represión sobre la disidencia y a la propaganda del régimen, la mayoría de la población vive ajena a este debate político y más preocupada por mejorar su nivel de vida y aumentar sus ingresos, dentro del 'culto al dinero' que ha invadido al país.

Por ese motivo, el Congreso del PCCh ha aparcado el debate político y ha adoptado estos días un discurso eminentemente social. Respondiendo a una pregunta de este periódico, el viceministro de Salud, Gao Qiang, ha anunciado que «todo el mundo en las ciudades y el campo disfrutará de una seguridad social básica y asistencia médica gratuita a partir de 2020».

Una noticia que ha copado los titulares de todos los periódicos chinos porque, según un informe del año pasado, el 90% de los habitantes de las zonas rurales carecía de seguro médico, mientras que en las ciudades esa cifra era del 42%. Un año después, el Gobierno asegura que ha creado una nueva red cooperativa médica que ya cubre a 720 millones de campesinos (82% de la población rural) y al 98% de las ciudades.

El campo en la miseria

Con tales iniciativas, Pekín pretende acallar el descontento que ha cundido en el gigante asiático y acabar con la enorme brecha que separa a la emergente clase media urbana de los campesinos que viven en el atrasado mundo rural. En este sentido, la renta media es sólo de 3.587 yuanes (334 euros) al año en el campo, donde viven 800 millones de personas (el 60% de la población). Mientras tanto, los ingresos medios en las ciudades ascienden ya a 1.157 yuanes (1.100 euros) anuales.

Semejante disparidad se aprecia a la perfección en la casa de Zhang Yong, uno de los millones de chinos que se han enriquecido al amparo del extraordinario crecimiento económico experimentado por el coloso oriental, superior al 10% cada ejercicio. A sus 37 años, Zhang es directivo de uno de los mayores bancos estatales del país y, de vivir en un pequeño apartamento comunal a principios de los años 90, ha pasado a tener cuatro pisos en el centro de Pekín gracias a su sueldo y sus negocios.

«Tras el Congreso del PCCh, los ricos tendremos que pagar más impuestos para beneficiar al resto de la sociedad», explica Zhang a EL CORREO, pero no se queja por este aumento de la presión fiscal porque «el Gobierno ha reconocido nuestros derechos al promulgar el pasado mes de marzo la primera ley de propiedad privada y también nos veremos beneficiados si aumentan los servicios gratuitos en Sanidad y Educación».

En la actualidad, y debido a la liberalización de la economía china, ambos aspectos se han encarecido dramáticamente y, en muchas ocasiones, resultan inaccesibles para los campesinos de las zonas más pobres. Es el caso de Xiao Tai, la criada del banquero Zhang Yong, quien tuvo que dejar su pequeña aldea en la provincia de Sichuan para venirse a trabajar a Pekín. Sirviendo en tres casas, en una de las cuales vive como interna, se saca al mes unos 2.000 yuanes (200 euros), por lo que envía todo este dinero a su familia en el campo.