Cádiz C.F.

Impresentables

Abatido, decepcionado, defraudado y estafado. Acabo de apagar Punto Radio, son las 21.00 horas de un triste domingo de octubre y no doy crédito al comunicado que don Arturo y su Corte (sin preguntas y con seguridad privada, al estilo del inquilino de la Casa Blanca) han leído a los medios de comunicación. Quiero medir mis palabras y quizás las del próximo miércoles sean más elegantes, pero hoy por hoy, me siento engañado por unos y otros, por el de aquí y por el de allí, unidos bajo la misma definición: Empresarios. Por un lado, me dirijo a quien, año tras año, nos ha venido vendiendo una extraordinaria gestión económica mediante unas ilegibles cuentas que, por ignorancia en la materia y por buena fe, hemos venido ratificando por unanimidad los cuatro gatos que asistíamos a las juntas de accionistas. Si resulta medianamente cierto que, lejos de dar beneficios, el Cádiz está al borde de la quiebra técnica, sus días en esta ciudad que tanto le ha dado están contados, pues una cosa es dar explicaciones en un Consejo de Administración de una empresa familiar, y otra bien distinta engañar a toda una afición. Y lo digo con toda la pena del mundo pues, aunque algunos piensen lo contrario, no lo cuento entre mis enemigos, y a la cerveza del pasado viernes me remito.

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Mayor si cabe es la decepción respecto a una persona por la que, ver hemeroteca, he apostado a muerte desde que su nombre salió a relucir. Quizás me equivoque una vez más, pero apostaría a que si tuviéramos los 21 puntos del Málaga, nadie hablaría de huir por muchas trampas y agujeros que encontraran sus prestigiosos auditores. Señor Baldasano: Esta ciudad, esta afición, estas instituciones y esta provincia le han recibido con las puertas abiertas y usted no puede coger el Talgo y salir por patas a las primeras de cambio. Esto no es Teka ni la Mutua Madrileña. Estos son unos colores, unos sentimientos y hasta una filosofía de vida por la que reímos y lloramos. No me sirven sus excusas aunque sean ciertas, y quiero creer que es un farol el término «irrevocable». Si las cuentas no les salen, en la calle Los Balbos tiene los Juzgados. Y si le debe diez millones de euros al señor Muñoz, comience a restarle todo el pasivo oculto que encuentre en la famosa auditoría. Pero excusas baratas y demagógicas, ninguna. Esta ciudad no se lo perdonaría. Aquí el único que sobra y que debe irse es el señor del banquillo. Pero eso es otro tema, por desgracia, hoy por hoy totalmente secundario.