Antonio de María Ceballos:«La escuela de hostelería tiene más del 90% de inserción laboral»

El sector afronta el posible verano de la recuperación. Un balón de oxígeno que sea el trampolín para volver a tiempos mejores y que ayude a generar riqueza y empleo. Así lo espera el presidente de la Patronal de Hostelería (Horeca), Antonio de María.

–¿Cuáles son las previsiones que se manejan para este verano?

–Se prevé un buen verano, no como en 2007, pero sí mejor. En el hospedaje, en 2013 se notó un incremento de un punto; en 2014, fueron dos puntos y medio y este año esperamos otra subida. Además, las personas se están preocupando en reservar con tiempo. En la hostelería hubo un incremento de un 15% o 20% a lo largo del año, por ese motivo estamos muy ilusionados.

–¿Cómo se encuentra el sector, se nota una cierta recuperación?

–El sector está endeudado. Han sido siete años muy duros. Se han quedado muchos en el camino. Tampoco se han hecho inversiones en el mantenimiento de los locales. Con respecto a esto, la consejería de Turismo quiere abrir una línea de plan renove para la hostelería y así ofrecer una mejor imagen. Nos vamos recuperando poco a poco.

–¿Qué hay que hacer para romper con la estacionalidad?

–Lo primero que habría que hacer es que las personas tuvieran tiempo libre. Para romperla habría que dirigirse a esas personas que tienen tiempo, como son los jubilados. El otro sector sería el deportivo, aprovechar la climatología y las instalaciones deportivas y por último, el sector de congresos.

–Hay localidades donde se han cerrado en invierno hoteles que normalmente permanecían abiertos, como en El Puerto, ¿en qué se falla?

–Llevamos siete años de crisis y la demanda ha bajado mucho. Nadie pensaba que iba a durar tanto y muchos hoteles han aguantado demasiado. Estamos recuperando pero no al nivel de llegar a la normalidad. Cuando la demanda vuelva a sus orígenes y se establezca, en Cádiz no se va a caber.

–¿Qué busca el turista que llega a la provincia?

–Depende del tipo. Si es centroeuropeo busca el sol y el buen tiempo. Si es nacional, lo referente de ocio: la simpatía, la gastronomía, el vino, el caballo o el toro. Es lo bueno que tenemos aquí, cuando organizas un congreso en Cádiz supone el doble de ocupación que en cualquier otro lugar.

–Para muchos, Cádiz ha perdido su ocio nocturno en la época estival, ¿cómo se puede recuperar?

–Cádiz tuvo su momento que llegó a frenar la tendencia que había de irse de la ciudad. A partir del éxito de Muñoz Arenilla ya se comenzó a cuestionar el tema de la noche. El Ayuntamiento empezó a regular horarios, vigilancia policial y Cádiz empezó ha desangrarse poco a poco mientras que otras localidades aumentaban gracias a la permisividad. Ahora no se puede entender que un paseo marítimo a las tres tenga que cerrarse. Eso está provocando un daño grande a la ciudad y al sector. Es una cuestión más de intolerancia que de molestias.

–Una de las principales demandas del sector es la ampliación de los horarios, ¿en qué momento se encuentra este punto?

–Está pendiente de Sevilla, del nuevo equipo de Gobierno. Hay intención de estudiar la posibilidad de aumentar una hora más, que los bares musicales puedan tener terraza y que se pueda tener actuaciones musicales. Es adecuarse a las demandas actuales.

–¿Cómo está el tema de la escuela de hostelería?

–Está prácticamente en el aire. Existe una gran preocupación en el sector. Aquí se predica mucho pero a la hora de dar trigo no se da. Se dice que hay mucho paro juvenil, la escuela tiene más del 90% de inserción laboral y sin embargo ahí está, sin dinero y con una indefinición de futuro que tiene a todo el mundo con el alma en vilo. Es intolerable.

–¿Cuáles son los principales retos a corto-medio plazo de Horeca?

–El primero es la profesionalización del sector. Hay un idea, desde hace muchos años, para poner en pie la escuela empresarial de hostelería. Hay que preparar a los empresarios a las nuevas técnicas y tecnologías e intentar enganchar a los hijos que no quieren continuar el negocio familiar. También la especialización. Porque todo el mundo hace de todo y vende de todo.