El 'plantfulness' existe: algunas plantas aportan felicidad en tu vida

Eva Durán comparte en su libro 'Plantas para ser feliz' en qué consiste esta práctica y los beneficios que puede aportarnos

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Sandra Palacios

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Sin ser conscientes de ello, es posible que muchos de nosotros hayamos tenido contacto con el plantfulness . Cuando éramos pequeños, en el colegio había una actividad que consistía en sembrar lentejas o garbanzos sobre una base de algodón dentro de un tarro de cristal. Cada día podíamos observar con curiosidad e ilusión cómo nacía y crecía esa vida que habíamos creado.

Eva Durán, precursora y divulgadora de los beneficios del plantfulness y fundadora de la escuela de Plantlovers, comparte en su libro ' Plantas para ser feliz ' (editorial Vergara) en qué consiste esta práctica y los beneficios que puede aportarnos.

El plantfulness –explica Durán– es una especie de meditación activa que aporta paz mental en medio de la vorágine que vivimos en el día a día: «Las personas que no consiguen meditar logran a través de las plantas una calma y un bienestar que les incentiva a sacar cada día un rato para estar con ellas; es como un autocuidado ».

Beneficios del plantfulness

  • Cultivas la paciencia, pues los ritmos de la naturaleza no son como nosotros queremos

  • Ayuda a estar presentes

  • Desconectas de los problemas

  • Descansas la vista

  • Favorece la creatividad

Se puede practicar de diferentes formas: desde la simple contemplación , que te hace desconectar de tus problemas y descansar la vista, hasta sembrar , donde el contacto es mayor, pues se ven implicadas tus manos, y obtienes la recompensa de ver cómo brota una vida que has creado tú.

Durán aconseja empezar con esta práctica a través de tres o cuatro plantas que sean fáciles de cuidar y así ir comprendiéndolas poco a poco: «Al final es como una relación, tienes que conocerlas, pero también tienes que conocerte a ti mismo para cuidarlas sin sobrepasarte. Las plantas nos enseñan muchas cosas».

Puedes comenzar por observarlas para después pasar a hacer esquejes o trasplantar , conectando con la tierra. «Recomiendo empezar por germinar un hueso de aguacate. No obstante, si quieres algo más rápido podrías hacer un miniinvernadero y poner musgo, que huele muy bien y te conecta con otros sentidos como el olfato, que te trasporta al bosque y parece que dejas de estar en casa», apunta.

Para hacerlo bien no hay que autoexigirse , ya que al final no todo depende de nosotros. A veces no te saldrá bien y la planta morirá –manifiesta Durán–, pero no pasa nada, es parte del aprendizaje que te llevará a conocer mejor a las plantas e incluso a ti mismo.

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