Nutrición

Probióticos: guía para entenderlos de una vez por todas

La experta en biología y seguridad y tecnología alimentarias Olalla Otero ofrece en ABC Bienestar un adelanto en exclusiva de 'El revolucionario mundo de los probióticos', un libro en el que nos cuenta qué son, cómo funcionan y para qué sirven

Qué son y para qué sirven los probióticos. Adobe Stock

ABC Bienestar

Los probióticos están hechos de bacterias y levaduras vivas que viven naturalmente en el cuerpo. Constantemente se tienen bacterias buenas y malas pero, por ejemplo, cuando se contrae una infección hay más bacterias malas que buenas que desequilibran nuestro sistema. Por el contrario, las bacterias buenas ayudan a eliminar las bacterias malas adicionales, devolviendo el equilibrio. Sobre esto y mucho más (prebióticos, posbióticos, parabióticos, microbiota...) busca arrojar luz la doctora Olalla Otero ( @draolallaotero ), bióloga y experta en seguridad y tecnología alimentarias y prólogo de Sari Arponen , doctora experta en microbiota.

Si quieres estar al día de los últimos descubrimientos sobre estos microorganismos y saber más de la conexión entre los habitantes de tu intestino y órganos como el cerebro, la piel o la boca, has de leer estas páginas

Además de seguir la evolución de distintos casos clínicos, expuestos con sencillez, encontrarás listados de trastornos y las cepas de probióticos que han demostrado ser útiles para combatirlos.

En ABC Bienestar te adelantamos este revelador extracto que incluye el libro de Olalla Otero en el que explica qué son los probióticos.

Estractos del libro: conceptos básicos sobre los probióticos

1. ¿Qué es un probiótico?

Para empezar a hablar de los probióticos, primero hay que saber qué son. Veamos cómo los define la Organización Mundial de la Salud (OMS):

Microorganismos vivos que, cuando se administran en las cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud de quien los consume.

Esta última parte es especialmente importante, porque la organización sanitaria nos advierte de que no podrán entrar en la categoría de probióticos los productos con microorganismos inactivados o con cantidades insuficientes de los mismos. Y tampoco podrán ser considerados como tales los microorganismos sobre los que no hay evidencia de su efecto beneficioso. Lo más habitual es que se empleen como probióticos bacterias de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium o levaduras como Saccharomyces boulardii. Son los más conocidos y los más estudiados.

Formular un probiótico no es una cuestión sencilla. Como vemos, no vale cualquier microorganismo ni añadir una cantidad aleatoria. Por eso, aunque no se comercialicen como fármacos, los productos probióticos deben pasar por una serie de controles para garantizar que son seguros para el consumo humano. Por ejemplo, una de las cuestiones a comprobar y que tiene mucho que ver con uno de los grandes retos de la medicina actual es si los microorganismos contienen genes de resistencia a los antibióticos, unos genes que pueden ser transmitidos de unas bacterias a otras. La resistencia a los antibióticos es un peligro de salud pública que preocupa, y mucho, a la comunidad científica.

Cuando una bacteria se hace resistente a un antibiótico, puede «entrenar» a otras diferentes y transmitirles la capacidad de resistencia, impidiendo al antibiótico ejercer su efecto. Es como si unas bacterias echaran una mano a otras: «Mira, ese antibiótico te puede matar a ti, a tus hijos y a los hijos de tus hijos, pero yo te voy a dar un escudo con el que te podrás defender».

El organismo encargado de realizar este control sobre los microorganismos para cerciorar su seguridad es la European Food Safety Authority (EFSA), una institución que, a nivel europeo, se encarga de regular toda la formulación de los complementos alimenticios. Gracias a la EFSA sabemos cuáles son los microorganismos «seguros» (Qualified Presumption of Safety, QPS) y cuáles no han superado esos controles previos. Además de la seguridad, el objetivo es que el probiótico realice acciones beneficiosas para el ser humano. Y para eso tiene que cumplir una serie de requisitos más que marcarán la diferencia entre un probiótico útil y otro que no valdrá para conseguir mejoras en la salud.

2. La cepa

Para elegir el probiótico adecuado a cada caso es importante conocer la cepa. Aunque esta palabra nos pueda evocar un viñedo con uvas madurando al sol, en este contexto estamos hablando de otra cosa. Vamos a ver a qué se refiere este término. Cualquier organismo se nombra con dos palabras, el género y la especie; por ejemplo, Lactobacillus acidophilus. Y muchas veces verás el género abreviado: L. acidophilus.

Los organismos probióticos son los burgueses de la microbiología y, a falta de un apellido, quisieron tener dos. En su caso, se añade un código alfanumérico que nos indica la cepa exacta (por ejemplo, L. acidophilus LA-14). ¿Por qué es importante este numerito? Por la sencilla razón de que dentro de una misma especie pueden darse diferencias genéticas entre sus cepas, lo que conlleva que algunas de sus propiedades o de las acciones que realizan sean distintas, como te iré explicando a lo largo del libro.

Portada de 'El revolucionario mundo de los probióticos'. Alienta Editorial

Primer libro divulgativo sobre probióticos

  • Nos introduce al mundo de los probióticos de una manera fácil y amena. Qué es un probiótico y qué no lo es.

  • Nos ayuda a elegir y emplear potentes herramientas para cuidar bien de nuestra microbiota con prebióticos (el alimento de nuestras bacterias).

  • Nos explica los probiótivos clásicos, los de nueva generación y los prebióticos.

  • Incluye las cepas más adecuadas si padeces patologías o trastornos comunes: SIBO, cistitis, cólico del lactante, eczemas, reflujo, gastroenteritis, y también cuáles tomar si estás embarazada.

  • Contiene ilustraciones y fichas técnicas de los 25 probióticos más destacados.

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