Juventus y Atlético amagan sin morder

En un duelo con gran cartel y prometedor inicio, pero que acabó entre bostezos, el Atlético sacó un empate a nada en Turín y se clasificó primero de grupo, sabrosa guinda después de un inicio complicado, con aquella derrota en Grecia que ya queda en el recuerdo. Vuelve al club de los mejores dieciséis equipos de Europa por la puerta grande y evita a los rivales teóricamente más peligrosos en el próximo trance.

[Así hemos contado el partido]

Arrancó el partido a todo trapo, y a los dos minutos un zigzag de Tévez fue cortado en falta en la frontal del área, un caramelo para Pirlo. La liturgia del lanzamiento —esa mirada severa del genio barbado, el árbitro llenando de espuma las botas de los jugadores de la barrera— prometía emociones fuertes, pero el centrocampista estrelló el libre directo en la barrera.

Hubo más amenazas desleídas como esa. En la réplica, Koke atrapó un rechace y obligó a Buffon a recuperar su mejor versión. Enseguida, un centro chut de Pogba buscando a Llorente fue despejado in extremis por Moyá a córner.

En apenas diez minutos el intercambio de golpes pareció desmentir el «biscotto», que es bizcocho en italiano pero también «pasteleo» cuando se aplica al deporte. Juventus y Atlético se lanzaron a por el partido sin pensar en terceros (el Olympiacos, en este caso, al que un empate dejaba fuera de la competición), y mostraron más argumentos para la diversión en ese rato que en el espeso duelo del Manzanares. Fue un espejismo. Por desgracia, los jugadores bajaron del pico al valle y allí se quedaron a vivir muchos minutos.

En esa bajada de tensión fue evidente el dominio italiano, directamente proporcional a la comodidad del Atlético para frustrar sus intenciones. La Juve es un equipo paciente porque tiene jugadores para serlo. Rumia el juego en el centro del campo, con Evra, Pirlo, Pogba y Vidal tocando, casi siempre lejos de la zona donde pueden hacer daño. Cuando llega el momento de aparcar la retórica abusa del balón colgado sobre el área. Ese recurso no ocasionó ningún problema al Atlético, que tiene a Godín y Giménez —soberbio de nuevo el joven central uruguayo— para hincharse a despejar, reforzados además con Mandzukic en los saques de falta o de esquina.

Llorente, que ganó a Morata la titularidad, estuvo inédito. Según se acercaba el descanso los rojiblancos fueron sacudiéndose el dominio ineficaz de la Juventus, y suyas fueron las dos últimas ocasiones, sendos disparos lejanos de Mario y Raúl García que Buffon interceptó sin problemas.

Arrancó la segunda mitad con el aspecto desvaído con que acabó la primera. Siqueira, cargado con una tarjeta amarilla, estuvo a punto de repetir su infeliz actuación de San Sebastián, cuando dos faltas absurdas le señalaron el camino de los vestuarios. Sus propios compañeros le aconsejaron que templara. También estuvo coqueteando con el desastre Mario Suárez, amonestado y metiendo pierna para desazón de Simeone. El árbitro, que había perdonado la expulsión a Vidal, no quiso el agravio comparativo.

Precisamente el chileno tuvo en sus botas la mejor oportunidad local a los 60 minutos de juego, un buen lanzamiento desde la frontal que desvió Moyá. Los balones llovidos fueron sustituidos por disparos lejanos para evitar contragolpes: Pogba probó y Moyá dejó un rechace en el área pequeña que tuvo que despejar Godín para evitar males mayores.

Simeone puso a calentar a Gámez tras una nueva falta de Siqueira, con los jugadores italianos rodeando al árbitro para pedir el patíbulo. Pero ningún equipo hizo cambios. A falta de diez minutos para el final dio la impresión de que el Atlético, si su técnico hubiera movilizado a sus reservistas, habría podido lanzarse a por la victoria. En Turín ganó finalmente el aburrimiento, bizcochable o no, y el Atlético entrará en el bombo como primero de grupo.