Entrevista al presidente de Cáritas Andalucia

Mariano Pérez de Ayala: «La crisis nos ha dejado una sociedad más resignada y nos ha vuelto más egoístas»

El presidente de Cáritas Andalucía pide consenso político sobre los derechos sociales

Mariano Pérez de Ayala, presidente de Cáritas Andalucía Fotos: Vanessa Gómez

Juan J. Borrero

Antes de la política tenía vida y las inquietudes de aquella «Justicia y Paz» de Joaquín Ruiz Jiménez. Luego vino el andalucismo y los 21 años en la política activa: del Parlamento al Ayuntamiento de Sevilla. Dimitió y no buscó refugio en otros escaños o despachos, quería tener vida después de la política. Y esa vida de abogado, de profesor de la Loyola es más plena y «feliz» desde 2013 cuando el arzobispo Asenjo le llamó para que se pusiera al frente de Cáritas en Sevilla y Andalucía. «Es una organización que te permite hacer un trabajo por los demás, por el bien común» –dice–, eso que siempre entendió debía ser la política.

–¿Las revoluciones son más fáciles desde puestos como este?

–Cáritas es una organización de la Iglesia que no está solo para la asistencia sino que tiene una mentalidad dirigida a trabajar para que las condiciones que generan la pobreza y la exclusión se superen y se transformen. Eso forma parte de nuestra misión, trabajar en la transformación social con los ideales que nos animan de una sociedad más justa, en la igualdad y el respeto a la dignidad de las personas.

–La cifras del último informe sobre exclusión social en Andaucía son muy duras pero no menos lo es el diagnóstico sobre la incapacidad de la sociedad para cambiar la situación.

–Yo creo que la crisis pasada no solo tuvo consecuencias económicas sino que ha instalado en el imaginario colectivo una situación de precariedad, de asumir como privilegios lo que son derechos. Hemos bajado los listones de la solidaridad. En definitiva, la crisis nos ha dejado una sociedad más resignada. Las crisis siempre nos vuelven un poco más egoístas.

–¿En qué medida esa sociedad ha cedido espacio a los políticos en la lucha contra la pobreza y estos la han asumido como bandera partidista?

–La política tiene una fuerza expansiva que tiende a ocupar más espacio del que realmente le corresponde. Es una tentación del político. Y hay que guardar una distancia entre lo político y lo social en el sentido amplio de la palabra. La política no puede agotar la dinámica del asociacionismo. A los ciudadanos también nos resulta más fácil delegar en los políticos antes que implicarnos en los problemas. La sociedad civil española, posiblemente por la juventud de nuestra democracia, no ha ocupado todavía el papel que le corresponde y si dejas al político ocupa todos los espacios. Se lo digo por experiencia.

Pértez de Ayala en su despacho, durante la entrevista

Bandera de «lo social»

–¿Qué le parece que determinadas opciones políticas se apropien de «lo social» de forma excluyente?

–Es evidente que hay opciones políticas que ponen más insistencia que otras en los temas sociales. Pero debería haber un consenso amplio sobre los derechos sociales asociados al Estado del Bienestar como patrimonio común de todas las formaciones. Yo creo en las diferencias de esas opciones y sus prioridades, pero al menos debería marcarse el límite de un patrimonio común y un amplio consenso sobre política social en materia de pensiones, salud o educación, fuera del juego partidario.

-¿Qué hace Cáritas en Andalucía?

–En 2018 administramos 42 millones de euros en Andalucía y atendimos a 280.000 personas. (En 2013/14 legó a asistir a 560.000 personas), con asistencia de muy distinta naturaleza, desde acción inmediata a la formación, el emplo, la inmigración...

–¿Las administraciones ven en organizaciones como Cáritas un competidor en vez de un colaborador?

–Creo que en este ámbito de la acción social, la Administración no valora suficientemente el trabajo que hacemos las organizaciones sociales. Los mayores defensores de los sistemas públicos de servicios sociales somos las organizaciones sociales. Ya me gustaría a mí unos servicios sociales mucho mejor dotados económicamente y más efectivos, porque eso descargaría nuestro trabajo y nos permitiría atender a determinados colectivos a los que la administración no llega. Nuestra labor es complementaria.

–¿Cree que desde lo público se da opacidad premeditada a la labor de estas organizaciones?

–No me gusta juzgar las intenciones de las personas, pero uno llega a pensar de todo. Intenciones aparte, lo real es que se han venido recortando las ayudas y subvenciones públicas a las entidades que trabajamos en el ámbito de lo social y creo que realmente no hay espíritu de colaboración público –privada. Nosotros no somos dependientes de las ayudas públicas, el 75 por ciento de nuestro presupuesto proviene de recursos propios, sólo un 25 llega de ayudas públicas de la administración autonómica o local.

–Pues dicen que hay organizaciones que son yonquis de las subvenciones...

–Desde mi horizonte veo que hay organizaciones que prácticamente dependen casi totalmente de las subvenciones públicas.

–Y además han sido bien tratadas por las instituciones. ¿Por qué?

–Aquí nos conocemos todos. La Administración tiene la discrecionalidad suficiente para decidir a qué organizaciones presta más o menos atención. Nosotros estamos contentos con mantener nuestra independencia. Las organizaciones tienen que colaborar con lo público pero tienen que mantener su independencia y no caer en servilismos ni en seguidismos. Igual que yo respeto el papel de los responsables públicos y de las formaciones políticas que sustentan a los gobiernos, exigimos que se respete nuestra identidad y nuestra forma de hacer las cosas. Somos una organización de la Iglesia. Nacimos porque la Iglesia quiso tener una organización para la acción social y la Iglesia no se entendería hoy sin Cáritas.

–¿La subrogación de este tipo de prestaciones públicas a organizaciones cuya competencia y buen hacer está contrastada debería considerarse un síntoma de eficiencia más que una dejación de funciones?

–La Administración sabe que las organizaciones sociales podemos hacer tareas con mucha más agilidad. No se regalan duros a pesetas. Nos lo dan para hacer un trabajo y hay que justificarlo. Y estoy convencidísimo de que les resultará más barato que lo hagamos nosotros. Estamos prestando determinados servicios que si los tuviera que prestar la Administración les costaría dos o tres veces más.

Pérez de Ayala estuvo 21 años en la política activa

Empleo y exclusión

-¿El desempleo es la principal causa de exclusión social en Andalucía?

–El informe que hemos presentado esta semana es concluyente, el eje económico es la causa fundamental de la exclusión en Andalucía. Tiene que ver con el empleo, niveles de rentas y consumo. El empleo se ha convertido en una prioridad para Cáritas, porque es el mecanismo de integración social más potente que hay. Ahora tenemos el fenómeno de los trabajadores pobres. Todo lo que hagamos en formación para el empleo, orientación laboral o intermediación con empresas, es importante. La respuesta de los empresarios es muy positiva en nuestro ofrecimiento de integración en el mercado laboral de personas que viene de la pobreza y la exclusión. Hay un empresariado que colabora con Caritas y que tiene una alta conciencia social. A veces tenemos una imagen maniquea de los empresarios y como en todo colectivo hay de todo, pero tengo que decir que hay un número muy importante de empresas que colaboran. En 2018 pasaron por nuestros centros de empleo más de 700 personas y 200 se integraron en puestos de trabajo.

–Han alertado de que un millón de andaluces no podrá superar otra crisis económica. ¿Cómo reconocerse en ese grupo?

–Los que llegan a final de mes superando el día a día con dificultad y carecen de un empleo estable o formación. Cuando se pierde el empleo o se ralentiza su creación el problema es demoledor. Cae todo el hogar. Los principales afectados de la crisis anterior eran trabajadores con más de 45 años sin empleos cualificados.

¿Cómo luchar contra la precariedad?

El tema es muy complejo. Las últimas políticas laborales han ido dirigidas a flexibilizar la temporalidad, el recorte de salarios. Hoy los datos confirman que el empleo que se crea ahora es temporal y de corta duración. La temporalidad afecta mucho a la estabilidad, a los proyectos vitales. Nos estamos acostumbrando a una nueva manera de entender las relaciones laborales con pérdidas de derechos que creíamos adquiridos por todos.

Barrios degradados

–El dato de que nuestros barrios degradados tienen el doble de población en exclusión social que los barrios marginales del resto de España es demoledor. ¿Qué han hecho las administraciones para llegar a esta situación?

El dato nos exigiría dejar a un lado las luchas partidistas y afrontar el problema entre todos. Tenemos una grave situación en los barrios degradados. Hay que evaluar con sinceridad y honestidad qué hemos hecho y en qué hemos fallado para que después de tantos planes y recursos la situación haya empeorado. Hay que ser honestos.

–¿Cuéntenos qué reporta convertirse en generadores de esperanza como trabajador o voluntario de Cáritas?

–Caritas Andalucía tiene 13.560 voluntarios y cuenta con 789 personas contratadas, porque somos también generadores de empleo estable de calidad. Cuando la gente que conozco se pone en plan llorica, les digo: ven un día conmigo, date una vueltecita y luego lloramos juntos otro ratito. Hay gente que lo pasa muy mal. Eso te golpea y te interpela constantemente, pero también percibes el canal humano de solidaridad en los voluntarios y el esfuerzo de personas que quieren salir por sí mismos de las situaciones y que no han perdido su dignidad a pesar de todo. Lo datos son fríos, pero el contacto personal nos hace dar cada día gracias a Dios por los bienes que hemos disfrutado. Cáritas es una escuela extraordinaria de humanidad.

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