CULTURA

El último Pablo García Baena se hace eterno en su libro póstumo

Pretextos publica «Claroscuro», que reúne los doce textos que el poeta cordobés dejó antes de morir

Rafael Inglada, Luis Ortiz y José Infante, durante la presentación de Claroscuro en Málaga DIARIO SUR

Alberto Gómez

Nunca abandonó la poesía. Ni siquiera en sus últimos años de vida, cuando tenía dificultades para ver. Esa ceguera progresiva marcó su escritura en los compases finales, hasta su muerte hace un año. Pablo García Baena revive ahora en «Claroscuro» , un libro que recoge doce poemas inéditos, trazados entre la neblina que ocupaba sus ojos. Editado por José Infante y Rafael Inglada , el título hace referencia a la escasa luz a la que el poeta cordobés, fundador de la revista y el grupo Cántico , tuvo en sus últimos meses. «Es un Pablo en estado puro», resume Infante: «El lenguaje es sencillo, esencializado, aunque no renuncia a la suntuosidad de su léxico ». Algunos de los temas centrales de su obra, como el amor o la naturaleza, aparecen con fuerza de principiante.

El poeta no dio por finalizado este poemario, como recuerda Infante: «Estamos ante un libro inacabado . Pablo no dejó nada escrito acerca del destino de estos poemas». La decisión de publicarlos era «arriesgada» porque sus editores ignoran si él lo hubiera hecho: «La muerte no le dejó esa última decisión». Pero había una razón poderosa: «Se trata de la obra postrera de uno de los poetas fundamentales del siglo XX». Infante y Anglada han ordenado los poemas de forma cronológica, según los escasos apuntes y datos con que contaban, pues la mayoría carecía de fecha, y han elegido « Vísperas » como cierre, hilando con la costumbre de Pablo de acabar sus libros con un poema religioso .

Rigor editorial

El libro se presentó en Málaga , tan vinculada a él durante décadas. «Vengo a verte / y mis dedos se van hasta tu tronco / poderoso y sagrado», escribió García Baena en «Ombú» , uno de estos últimos poemas, homenaje al árbol que solía visitar durante sus estancias en Benalmádena . Por «Claroscuro» sobrevuela el rigor editorial de sus colegas, pero sobre todo la amistad. Inglada conoció a Pablo García Baena en 1982, cuando tenía una tienda de antigüedades en La Nogalera : «Además de su poesía, me admiraba su calidad humana». Por eso este título póstumo también resulta un acto de justicia: «Un poeta cuyos poemas se leen es un poeta vivo , aunque no exista físicamente».

«A la noche, en el whisky, entre el hielo y las lágrimas, / volvían sombras idas, blancos comendadores, / el laurel de Michele, ojos persas de Omar. / Todo lo bello amaste: los cuarzos, los grabados, / los putti de Nápoles en la risa de Góngora , / los torsos palpitantes, sangre azul y plebeya, / timbrada por la heráldica o la bullente y roja», escribe en otro de los poemas en el libro, publicado por la editorial Pretextos .

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