Apuntes al margen

El bono comercial, un año de estos

Que una medida que moviliza cuatro perras gordas tarde tres años en desarrollarse no cabe en cabeza humana

Ambiente de compras en el Centro de Córdoba Valerio Merino
Rafael Ruiz

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Desde aquí lo digo, como decía Manolito Gafotas . No me gustan los bonos . Ni los turísticos, ni los culturales para chavalitos que votan por primera vez, ni los del alquiler. Tampoco, de paso, los cheques bebé que pagaba Zapatero (en realidad, salían de nuestros impuestos) o los creados por alcaldes pillos que buscan la reelección. Tengo para mí que los bonos del alquiler creados por el Gobierno solo van a servir para que el precio de la renta del piso concreto crezca en igual cantidad que la cuantía del bono. Tampoco los comerciales, esa miriada de actividades que están poniendo en marcha las instituciones públicas para reflotar la situación del segmento minorista.

Me consta que hay personas que están a favor. El presidente de la patronal del comercio, Rafael Bados , me daba hace unos días un argumento interesante, para pensarlo. Puede servir como enganche de compras más grandes . Se entran con diez euros de ayuda municipal en el bono y, al final, te llevas el chándal del niño, las zapatillas de la suegra y los calcetines del vecino, que te cae perita. Es un empujón para el consumidor. Y puede ser, la verdad.

Las reservas en la materia son las mismas que las ayudas de unos euros que se pusieron en marcha en el inicio de la crisis del Covid casi por orden de llegada por instituciones como el Ayuntamiento o la Diputación de Córdoba. En primer lugar, su utilidad práctica es igual a cero. Son apenas una muesca en el escaparate.

En segunda instancia, no están ligadas a la renta del perceptor . El bono cultural aprobado por el Gobierno se va a entregar a cualquier criatura que cumpla 18 años. Ya sea el hijo de una familia pobre como las ratas o un rico heredero que puede pagarse el cine o lo que le salga de las narices.

Son menos 'sexys' pero, para estas cosas, parecen más sólidas y justas las medidas fiscales . Como el pequeño comercio lo está pasando mal por el Covid y la enorme competencia de una sola plataforma, Amazon, igual convienen estudiar bonificaciones o exenciones ligadas a medidas y situaciones concretas. El bono de alquiler joven se ha diseñado para personas de entre 18 y 35 años con menos de 24.000 euros de ingresos anuales (o sea, a todos) comprendiendo casuísticas distintas: quien depende exclusivamente de la economía paterna y materna (a los que no se le pregunta lo que ganan), y quien se enfrenta al mercado laboral de verdad. Haciendo la Declaración de la Renta y con la posibilidad de desgravar gastos de su base imponible.

Dicho esto, que los bonos no me gustan porque son básicamente injustos y electoralistas , lo que clama al cielo es que una medida que el Ayuntamiento de Córdoba pensó para el año 2020, con unas condiciones económicas terribles, se vaya a poner en marcha en el año 2022. Sin prisas, no vaya a ser que nos dé un parraque.

El gobierno municipal de PP y Cs se comprometió en el primer año del Covid a invertir unos 400.000 euros en un bono para incentivar las compras menguadas. Y no se hizo. Ese dinero se sumó a los 500.000 euros de 2021. Y tampoco se hizo. El gobierno municipal ha anunciado que lo hará en 2022 porque ahora no tiene sentido ninguno. Lo grave, lo realmente grave, es que se lanza un chaleco salvavidas cuando un señor cae al agua. No meses o años después porque el señor, en buena lógica, está muerto, La demora fue lo que mató al gobierno de Isabel Ambrosio , la sensación de que nada salía. Empiezan a verse luces de alerta de que se gestionan con diligencia los asuntos donde se pone el dedo político del jefe. Y solo esos.

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