VERSO SUELTO

El paraguas

La Junta de Andalucía ya es menos una Administración que un sistema en sí mismo y los demás partidos parecen presos

Susana Díaz, en un acto de la Junta de Andalucía EFE
Luis Miranda

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El poder desgasta y la oposición desgasta el doble, pero pocos se han parado a contar la historia de aquel que deja de gestionar algo común, sea un Ayuntamiento , una asociación cultural o una cofradía , y encuentra cómo los que siguen destrozan con saña y en cinco minutos todo aquello que tardó años en levantarse pensando de verdad que era lo mejor. Tal vez por eso los famosos jarrones chinos de La Moncloa han tenido muchas veces el gesto avinagrado de ver que quién llegó derogando leyes terminó cambiando hasta el color de las alfombras.

El día apenas probable y en todo caso lejano en que el PSOE salga de la Junta de Andalucía quizá quien tenga que entregar, como un Boabdil crepuscular, las llaves de San Telmo y de las Consejerías , no tenga el rictus de plañidera de Arias Navarro , que lloraba mitad por Franco y mitad por el desguace del régimen que sabía que llegaría. El gran triunfo del socialismo en Andalucía consiste en haber creado una estructura perdurable que nadie querrá tocar ante el miedo de que haya un derrumbamiento con miles de cadáveres bajo los escombros. La Junta de Andalucía ya es menos una Administración que un sistema en sí mismo, y en ella las agencias públicas en edificios rutilantes, las participaciones en empresas y las duplicidades son tan inherentes que para que todo funcionase con menos desparrame casi sería necesario empezar desde los cimientos. En esta política de piernas trémulas y eternidades de cuatro años nadie iba a digerir las portadas con desplome en las encuestas ni las manifestaciones de sindicatos que ven peligrar el pan de las criaturas.

En el asunto del dinero que se ha gastado en burdeles hay tres escándalos: el mayor, el de los 32.000 euros que se quedaron en los prostíbulos , uno de ellos de Córdoba; el segundo, el del silencio clamoroso que se ha hecho en los medios y televisiones nacionales que hubieran desplazado a un reportero a la puerta de luces de colores si hubiese sido alguien del PP; el tercero, el de que a todo el mundo le parezca natural que existiera una Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo , y que tuviera tarjetas para gastar como si la caída del paro dependiese de sus reuniones y no de que las empresas tengan facilidades para establecerse, crecer y contratar. O de que a los autónomos no se les termine pidiendo que pongan su casa como fianza de que no son especuladores.

Ahora se renueva un Parlamento del que nadie recuerda demasiada actividad legislativa y hasta los demás partidos viven casi presos del sistema omnipresente de la Junta: el candidato de Ciudadanos parecía un consejero más y hasta ponía el mismo acento andaluz estándar e impostado que usan en Canal Sur; el PP a veces le afea al PSOE que no cumpla con las obras que promete, pero más como un Pepito Grillo que le recuerda lo que tiene que hacer que como una oposición que critique tanto edificio inútil y proponga alternativas. Hasta Izquierda Unida, cuando el pacto de perdedores, se quedó en el folklore de las pancartas en los ratos en que no disfrutaba del parqué de los despachos. Se espera de ellos que, si les toca, no monten un huerto fraudulento de ayudas públicas que luego den frutos de votos y adhesiones, pero todavía habrá que esperar: en la Andalucía en que hasta el paraguas es público todavía hay muchos que no quieren saber si hace sol por miedo a mojarse los deditos si sigue chispeando.

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