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No sé quién ideó la expresión ‘nueva normalidad’, cuando la única que anhelamos es la normalidad a secas, no nueva, sino la de siempre

Público asistente a la presentación del libro de José Calvo Poyato en Viana esta semana Rafael Carmona
María Amor Martín

María Amor Martín

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A veces la vida se pone seria, nos habla de usted como si no nos conociera de nada y la realidad se vuelve grave y circunspecta. Así ha sido el año y medio de vida a medias , en el que demasiados han visto la suya pendiente de un hilo o la han perdido, otros han temido no poder volver a ganársela, y todos hemos aprendido que no disponemos de siete como los gatos y hemos procurado no jugarnos la que tenemos poniéndonosla por montera.

El comité de expertos de la Junta es optimista y ha dictado que el paso al nivel cero es ya factible y que volvemos a la normalidad . Es este un deseo cumplido que ya se anticipaba en las calles abarrotadas y en actos programados repletos de público. El concierto, soberbio y sublime, de la Orquesta de Cámara de Viena en la Mezquita-Catedral agotó las entradas en unos minutos y emocionó a las setecientas personas, que consiguieron hacerse con ellas; mil participantes se congregaron en la carrera nocturna Rock FM; el patio de las columnas del Palacio de Viana lucía completo en la presentación del último libro de Calvo Poyato y la Plaza de Toros recibía entusiasmada a India Martínez… Se notan las ganas de vivir. Es hora de dejar la noche, de abrir los ojos, de ver la luz, de levantarse, de abrir las puertas , de romper el miedo.

No sé quién ideó la expresión ‘nueva normalidad’, -que mira que les gusta a algunos no llamar a las cosas por su nombre-, cuando la única que anhelamos es la normalidad a secas, no nueva , sino la de siempre. Por ello, de todo lo perdido o aplazado, lo más querido es el encuentro habitual con los amigos. Y es que, también a veces, la vida nos tutea y nos sorprende con sus delicadezas . Nos cruza con personas que son un regalo. No las elegimos, no las merecemos, pero están ahí como un roble al que agarrarse cuando arrecia el viento y donde acurrucarse, como besos de amantes , bajo sus hojas. Pertenecerse, compartir tiempo bueno o menos bueno, andar los mismos caminos, reencontrarse para disfrutar agradecidos de la amistad y de la suerte de hilvanar juntos los hilos de la vida, que nos envuelve con su inagotable torrente. Amigos.

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