Arte

La magia de los pinceles de Córdoba más allá del estudio

Varios artistas cordobeses relatan su experiencia en esta disciplima, que el fin de semana próximo vuelve a la ciudad con un certamen que la Fundación Viana

Jaime Jurado, de Lucena, ha gaado multitud de premios por todo el país ABC

Félix Ruiz Cardador

TODO empezó en el siglo XIX en Francia , cuando a los pintores impresionistas, con la comercialización del óleo en tubos fáciles de transportar, se les ocurrió llevarse los caballetes a la calle. Nació ahí lo que se llama en plenairismo, paso previo para un fenómeno muy español: el de los concursos de pintura rápida al aire libre. Como explica el artista y profesor gaditano José Antonio Hinojos , que a este tema le ha dedicado su tesis doctoral, fue en Cataluña donde empezó esta modalidad tan singular de competición artística, en concreto en Tosa de Mar, en Gerona , como atractivo para alargar temporada turística.

«La expansión fue rápida, con concursos que luego fueron muy importantes como el del Ejército de Tierra », explica Hinojos. Según el especialista, la clave de este desarrollo —según sus cálculos existen más de 600 por todo el país— está en que estos certámenes, con decenas de artistas por las calles, son un espectáculo y permiten divulgar el patrimonio, algo que conecta con el interés pictórico por paisajes no habituales que demostraron décadas antes los pintores regionalistas.

Una liturgia propia

Los concursos de pintura rápida, una vez popularizados, fijaron lo que se puede llamar su liturgia, que comienza con la inspección y sellado de material por parte de la organización, con el fin de que todos los competidores puedan trabajar en igualdad de condiciones. Luego los artistas se distribuyen por el lugar acordado durante las horas que se fijen y, al concluirla sesión, las obras seleccionadas se exponen y comienza la deliberación del jurado, que se puede alargar durante varias horas.

Manuel Castillero pintando en la Puerta del Puente ABC

La jornada concluye con la entrega de premios y el viaje de vuelta a casa de los pintores, aunque muchos de ellos repiten participación sábados y domingos en diversas localidades. Hay entre los concursantes muchos amateur que disfrutan de un día de pintura al aire libre, pero también profesionales que se conocen el circuito al dedillo, que viajan cada fin de semana y que en estas convocatorias encuentran una vía de ingresos y una experiencia formativa.

Así lo explica uno de los pintores de rápida más laureados de Córdoba , el lucentino Jaime Jurado , triunfador en numerosos certámenes de todo el país y que acumula casi dos décadas de experiencia. «Es la mejor escuela que existe», explica.

En su caso, reconoce que ha sido un aprendizaje progresivo, aunque matiza que la clave es siempre la misma: «Buscar un tema que te llegue al alma». Señala que el nivel técnico se lo han dado los años y que ahora lo que intenta es llevarse la obra a su territorio, a su mundo, marcado por una paleta más neutra que colorista. «A los concursos les debo mucho, porque sin ellos no hubiese tenido exposiciones internacionales ni obra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao o el Museo Infanta Elena », explica el artista.

También habituales en estas citas so n Manuel Castillero , miembro del grupo C órdoba Contemporánea , y Camilo Huéscar , acuarelista de origen manchego pero afincado en la capital cordobesa desde hace años. Castillero, que estos días expone en la galería Herraiz de Madrid , señala que lo mejor de este mundo es que «la pintura al natural te permite trabajar con la forma primera, por lo que hay mucha verdad en eso» y advierte que en la rápida «se aprende a trabajar de una forma organizada y a tener seguridad a la hora de resolver problemas técnicos, porque al final aprendes a conocer el proceso y a ti mismo».

Una forma de aprendizaje

Camilo Huéscar explica por su parte que los concursos son un sistema de «forzar el proceso de aprendizaje, y no sólo por lo que haces tú sino porque puedes ver cómo trabajan los demás». El artista reconoce sin embargo que existe presión y estrés, y que con los años se pierde el entusiasmo, pues es una vida compleja con numerosos viajes y días enteros bajo las inclemencias del tiempo, con frío o calor. «Es normal que con los años te pese y selecciones más», explica.

Hay casos sin embargo en los que se llega a perder por completo la motivación, como el del pintor cordobés Javier Bassecourt, habitual con su caballete en Las Tendillas , espacio al que le dedicará una exposición en la Fundación Cajasol .

Él estuvo en lo que podría llamar el circuito durante años, pero, tras participar en un mismo día en dos concursos, decidió parar. «Me sentía un mercenario, no estaba cómodo», explica. Aún así reconoce que fue «una escuela impagable, un máster» y que aún hoy participa en algunos concursos muy puntuales sólo por el placer de seguir la liturgia que fue habitual durante años.

Javier Bassecourt con su pincel y su paleta en la plaza de Las Tendillas ABC

Un problema el suyo, el de desencantarse con los concursos, que puede ser habitual, aunque Camilo Huéscar explica que se puede encontrar «un equilibrio» entre lo pragmático de elaborar una obra con posibilidades de galardón y que al mismo tiempo sea «honesta en sí misma».

Lo mismo opina Manuel Castillero , que cree que es importante «huir de automatismos que te pueden hacer insensible, convertirte en un obrero del arte». El próximo sábado será una nueva oportunidad de disfrutar de esta modalidad en Córdoba dentro del concurso que la Fundación Viana organiza dedicado a los Patios . Una nueva ocasión de ver la liturgia de los caballetes y los lienzos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación