Francisco J. Poyato - PRETÉRITO IMPERFECTO

El logro de las cofradías

Los chinos dicen aquello de que «muchos pocos, hacen un mucho»; he ahí el logro de las cofradías

Francisco J. Poyato
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Las cofradías son un fiel reflejo de su esencia barroca. Son «microcosmos» de energías a veces tan contrapuestas que su propio movimiento obedece, precisamente, a esos choques aleatorios e intencionados. Y, no tanto, en otras ocasiones, a su vocación. Por eso, resulta aún más singular que haya tenido que ser un gobierno municipal de socialistas y comunistas con adobo radical quien haya logrado sembrar la uniformidad y la unanimidad en el seno de las corporaciones que dan sustento a la Semana Santa de Córdoba. Un Ayuntamiento con una alcaldesa de formación teresiana y una mano derecha de militancia, hasta el momento, capillita, para mayor exorno. Que, además, la puerta que el sectarismo político y la filigrana conspicua cerraban en la Mezquita-Catedral, abriera, empero, otra mucho más grande como reclamo del verdadero sentido que han de tener las hermandades y la profesión de fe que magistralmente articulan y escenifican desde hace siglos en ésta y otras muchísimas ciudades y pueblos.

Desde que la consejera de Cultura y su monaguillo cordobés cerraran la segunda puerta de acceso al interior del principal templo de la diócesis, además del grandioso monumento de fábrica musulmana y bizantina que tenemos la suerte de disfrutar, las cofradías han tejido y bordado con esmero artesanal un manto de rebeldía cívica. Sabedores de la dificultad de la empresa, han cosido con infinita paciencia la que está llamada a ser la más brillante Semana Santa de los últimos tiempos en Córdoba -aunque aún resten flecos por entrelazar-. Cuando el arte de la minuciosidad habita en las gentiles manos de quienes anteponen la voluntad común al miope interés particular, cualquier afrenta se antoja nimia frente a diques tan silenciosos. Los chinos dicen aquello de que «muchos pocos, hacen un mucho».

De antemano, pues, hay que felicitar públicamente el logro de todas las personas anónimas y destacables que han hecho posible que las corporaciones cordobesasprocesionen con un solo destino. Variando itinerarios, anteponiendo rangos históricos, recelos, vanidades y humanas ambiciones. Dando el paso adelante que ha faltado en otras ocasiones sin que mediara el acicate político, en torno al cual, sin embargo, han girado demasiadas veces las prestaciones de la Semana Santa. Porque la política ha entendido siempre en Córdoba -cuestionamos si ahora ha cambiado de parecer- que la Pasión es una imbatible manifestación social, cultural, religiosa e identitaria para la inmensa mayoría de los cordobeses o de los andaluces -bajo el canon de notorias contradicciones-, por lo que más valía respetar y colaborar desde las lógicas diferencias ideológicas. Al menos, eso parece que sigue siendo la democracia en este país..., por ahora.

En estos momentos, la pelota está en el tejado del Ayuntamiento de Córdoba. De su «tripartito cogobernado» que conforman PSOE, IU y Ganemos (Podemos) Córdoba, anclado en la gestualidad radical, casi imposible de disimular cada día que pasa. Aquí tienen una magnífica oportunidad para demostrar lo que se escuchó desde el púlpito neoclásico de la calle Alfonso XIII como un reproche al que mejor será buscarle hechos que lo sustenten y no argamasa de palabrería. Cuentan con un sobresaliente test para cambiar el paso, verificar a una sociedad cordobesa con el ceño fruncido que la «ciudad no está gobernada por radicales» (Ambrosio dixit). Un reto de gestión en el que poner a funcionar la maquinaria municipal, que no es un mecano cualquiera, dadas las entrañas de la Casa Municipal. Un inmejorable leit motiv para el sector comercial, hostelero y de servicios, en definitiva, que pretende reinventarse sin dejar de quejarse de vicio. Y, por supuesto, para las cofradías, pues el logro conseguido duplica su responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias.

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