Opinión

La letra pequeña

No hay dinero público para todos. Vamos a empezar a tratar a las personas como adultos

El presidete de la Diputación de Córdoba, Antonio Ruiz, preside un pleno Valerio Merino
Rafael Ruiz

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La Diputación de Córdoba acaba de poner en marcha —hoy mismo lo pueden empezar a solicitar si así lo desean— un plan de apoyo a los autónomos con el que se pretende establecer una tablita de salvación a los cuentapropistas que estén en una situación jorobada. Se trata de una de las múltiples iniciativas que se han puesto en marcha por parte de las instituciones públicas con el objetivo de ayudar a uno de los sectores económicos más vulnerables. Conviene, sin embargo, leer la letra pequeña de este tipo de acciones con el objetivo de que nadie se llame a engaño . Se trata de iniciativas que van a hacer mucho bien, nadie lo duda, pero con una afección que será, si no hay cambios a medio plazo, muy limitada en el tejido económico.

En Córdoba había a primeros de año unos 52.000 autónomos inscritos en el régimen correspondiente que responde al nombre de RETA. De todos ellos, la institución provincial —y conste que es un mero ejemplo— ha dejado fuera a los que residen en Córdoba capital y a un pequeño grupo por razones técnicas como tener deudas con la hacienda pública o ser autónomo en tanto miembro del consejo rector de una cooperativa. Formulemos como hipótesis que existe un universo total de 20 a 25.000 profesionales que podrían recibir la ayuda. En tanto la partida asciende a 947.800 euros y la cantidad máxima subvencionable es de 572,30, los beneficiarios podrían ser 1.662 autónomos. Uno de cada 15.

La Diputación de Córdoba ha decidido no disponer de otros filtros (se puede obtener la ayuda se mantenga o no la actividad, se ejerza o no un servicio esencial, se haya perdido el treinta o el sesenta por ciento de la facturación) y alguien ha tenido la ideaca de que el criterio para conseguir la ayuda sea por estricto orden de llegada . Han leído bien. El baremo no será de rentas, de facturación o de empleos dependientes. Los primeros que registren telemáticamente la subvención serán quienes consigan la ayuda . Los empates serán por sorteo. Y aquí paz y después socialdemócrata gloria.

El asunto se ha recibido con la ulterior y consabida fanfarria que se está repitiendo en muchas administraciones dispuestas a salir en busca del disputado voto del señor autónomo. La misma con la que algunos alcaldes o presidentes de la cosa han anunciado líneas similares de ayudas . El problema radica en leer, con cierto decoro y raciocinio, la letra menuda. Y lo que toca es hablarle a las personas como mayores de edad, que es lo mínimo que se debería pedir en estos casos. Verán, estas cosas, por su propia naturaleza, van a servir de muy poco si no se realizan de forma coordinada, con presupuesto suficiente y con medidas sistematizadas para animar a la economía a que salga del agujero en el que ha caído por las razones de todos conocidas. No hay dinero público suficiente para contentar a todo el mundo todo el tiempo. La mayor parte de quienes lo intenten no van a ver un euro. Porque lo que no se puede, no se puede. Y, además, es imposible.

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