Luis Miranda - VERSO SUELTO

Inutilidad pública

De horterilla y anticristiano, el Gobierno municipal ha pasado a ser incompetente en lo más sensible para la gente

Luis Miranda
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No sé cuánta gente de la que empieza los periódicos por las esquelas habrán reparado alguna vez en el solar que hay al terminar el Puente de Miraflores ya en la margen izquierda. Comido de jaramagos y con aspecto de ciénaga espectral cuando apagan las luces, en ese sitio se dejó el Ayuntamiento 79 millones de euros, casi 240 euros por cada cordobés, para hacer el Palacio del Sur, un edificio faraónico del que no se recuperará un céntimo ni se verá una sola piedra. Un poco más allá hay un edificio ya terminado y que se ultima a paso de burra. La Junta se ha dejado allí más de 30 millones y cuando se pregunta para qué va a servir dudan entre contestar o entregar un libro de filosofía, editado por algún ente de la Administración autonómica paralela, para que se lo vayan estudiando.

Y si uno cruza otro puente no tardará en asomarse, entre un desierto que es más de ideas y sentido común que de árboles que no consiguen arraigar, a un estadio que ya estaba ruinoso el día en que se abrió, y que entre escombros y reconstrucciones ya va por los más de 60 millones y sigue a medias. Allí mismo, en El Arcángel y sus alrededores, donde las hojas de la vegetación desértica dibujan un paisaje de «western» en los lunes inútiles de la horrible Feria, al Gobierno municipal le ha caído la tormenta más horrible de muchos años, y aunque no lloviera más de un cuarto de hora, tardará en escampar y mucho más en secarse la ropa. De los que ya se habían puesto la pelliza buena y tenían el paraguas preparado para coger más caramelos que nadie, pocos de verdad sabrán el dineral que han costado todas las decisiones erráticas que los políticos, y casi ninguno estaría dispuesto a decir ni pío si lo calculara, pero más de uno habría querido cantarle las cuarenta a los que dejaron a Córdoba sin cabalgata.

Frente a las millonadas indecentes, 128.000 euritos para una cosa que se repetirá el año que viene si el Ayuntamiento no vuelve a cargárselo. A la misma Isabel Ambrosio que quiso desahuciar a San Rafael y le enseña la puerta a Cosmos le va a salir más cara que ninguna otra genialidad la idea de suspender el paseo de los Reyes Magos, pero a quién se le ocurre meterse con la ilusión de las criaturitas. Lo cierto es que en principio salía ganando con el envite. Si hubiera dicho que adelante, a estas horas unos cuantos estarían hablando de un desfile cateto, con imitaciones de cartón y poliuretano tan tristes en el fondo como las réplicas de imágenes devotas, y donde más de uno se preguntaría si habían adelantado el Carnaval o retrasado Jálogüin, porque la raíz de la fiesta no iba a verse. En realidad no se trata tanto de ideología como de la catetez del que se lo encargara a la Federación de Peñas y de todos los que lo han dejado así, y pretender ahora que de quienes piden subvenciones para jugar al dominó salga buen gusto, sentido escénico y símbolos que no sean los que se encuentran en cualquier tienda de chinos.

De horterilla y anticristiano, el Gobierno municipal ha pasado a ser incompetente en lo más sensible. Tanto que habla la alcaldesa de hacer las cosas «desde lo público», ha conseguido enseñar la cara más garbancera del Ayuntamiento, porque a nadie que se juegue el dinero privado o el puesto de trabajo se le ocurriría sacar las carrozas cuando estaba lloviendo y al escampar llorar porque no se van a secar. Al menos esta vez no disfrutaron en esa avenida de Barcelona que siempre vota a lo que debe, sino en Ciudad Jardín, castigada todos los años por no seguir su buen ejemplo.

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