PATRIMONIO

La historia de Medina Azahara de Córdoba en diez claves

La ciudad palatina fue uno de los grandes proyectos del califa Abderraman, III, si bien tuvo una vida breve: apenas estuvo en pie un siglo

R. AGUILAR

El monumento omeya situado a las afueras de la ciudad ha suscitado un volumen importante de estudios y monografías que retratan la historia del yacimiento. Los siglos que han pasado desde su fundación hace más de un milenio dan para mucho, si bien pueden resumirse en diez claves de acuerdo a la información sintética que aporta la Junta de Andalucía en la web del yacimiento.

1. La historia de Medina Azahara comienza con Abderraman, III, y su decisión de construir una ciudad a las afueras de Córdoba, entre los años 936 y 976. El planteamiento es que la ciudad que aglutine las labores tanto administrativas como residenciales del Califato.

2. Aunque Abderramán III amplió el patio de abluciones y construyó un alminar en la Mezquita, su gran obra es Medina Azahara, a cinco kilómetros de Córdoba, en la falda de la Sierra. Ocupó un rectángulo amurallado de 1.500 metros de largo por 745 de ancho, con salones, residencias, edificios oficiales y espacios de recreo. Se trajeron mármoles de Cabra y Tarragona, maderas de Cartago y Túnez y mosaicos de Constantinopla, trabajando más de 10.000 obreros. Se iniciaron las obras entre los años 936 y 940.

3. El diseño de la ciudad califal aprovechó la orografía del terreno en el que se asienta, por lo que sus ideadores plantearon varias alturas: la terraza superior estuvo ocupada por la usos privados y la residencia de la familia real, además de contener dependencias gubernativas. La parte de abajo es la que era una ciudad propiamente dicha, con servicios propios servicios propios, como por ejemplo las canalizaciones de agua, que databan de la época romana.

Puente de los Nogales en una imagen antigua ARCHIVO

4. La conexión de Medina Azahara con Córdoba se realizaba con tres puentes que salvaban los arroyos existentes. El único que se conserva el de los Nogales.

5. Uno de los fines que perseguía el califa con Medina Azahara era dejar claro su poder y su estatus superior en relación a sus súbditos. Así, los fastos de la corte se desarrollaban en un escenario con piedras areniscas, mármoles portugueses, estanques y jardines. Las crónicas hablan de la majestuosidad de las recepciones en el llamado Salón Rico de al-Hakam II .

6. El Salón Rico era el lugar principal de Medina Azahara: se trataba de un gran espacio que se abría a un estanque y a un enorme jardín en cuyo centro se elevaba un pabellón de recreo. Lo que ha llegado a nuestros días es una reconstrucción muy fiel realizada por el arqueólogo Félix Hernández en la década de 1940, a partir de los restos originales encontrados en la excavación . El salón consta de tres naves cubiertas con arcos.

«La corte de Abderraman», de Dionisio Baixeras Verdaguer ARCHIVO

7. La destrucción de Medina Azahara aconteció en el año 1010 y los bereberes, tan musulmanes y andalusíes como los Omeyas, no dejaron piedra sobre piedra. Tan destruida quedó que solo sirvió para cantera de lujo y llegó a perderse hasta el recuerdo de su nombre y el lugar exacto de su emplazamiento. El hacha la pusieron los bereberes, la clase social baja y descontenta. Pero los príncipes omeyas, con su despotismo, intrigas y opulento estilo de vida, generaron ese descontento. Y Almanzor, que llevó a Córdoba a su cenit militar, sin embargo sembró un germen mortal: destrucción de las instituciones que estorbaban a su ansia de poder, eliminación de hombres valiosos, pérdida de prestigio y autoridad de la figura del califa... En 1009, a los siete años de su muerte estalló una guerra civil que destruiría Medina Azahara y el admirable edificio político del Califato.

8. Durante siglos, el emplazamiento exacto de Medina Azahara fue un enigma. Sólo a finales del siglo XIX, los textos recuperados de las antiguas crónicas árabes confirmaron que un enclave situado a poniente de Córdoba se correspondía con Madinat al-Zahra (Medina Azahara). En ese momento todavía eran visibles allí innumerables restos y ello permitió en 1911 dar comienzo a unos trabajos arqueológicos que, con distintas alternancias, han continuado durante el último siglo.

Arqueólogos en Medina Azahara en el arranque del pasado siglo ABC

9. «La Ciudad Brillante» sería la traducción más correcta del nombre de Medina Azahara, tal y como apuntaba el historiador y actual subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado, en un artículo publicado en ABC en septiembre de 2011. «Allí se trasladó la corte y hasta allí llegaban caravanas de Oriente y embajadores. Aquellas audiencias llevaban la marca de la ceremonia y el protocolo de la corte cordobesa, muy influida por la bizantina, y se adornaban con recitales poéticos y lujosos regalos de caballos, joyas, armas y ricos vestidos de honor», indicaba el especialista.

10. Lo que queda por conocer de la Ciudad Califal es mucho más de lo que ya se conoce, puesto que aunque los estudios han avanzado mucho en el último siglo algunos especialistas estiman que en torno al sesenta por ciento del yacimiento es algo que está por descubrir.

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