Derecho

La historia de la abogacía en Córdoba a través de cinco letrados

El Colegio Profesional celebra su 250 aniversario con una mesa redonda de «viejas glorias»

La mesa redonda organizada ayer por el Colegio de Abogados Valerio Merino

Pilar García-Baquero

Era el año 1955 y el Colegio de Abogados de Córdoba registraba cinco nuevas altas. Se trataba de jóvenes oficiantes hoy convertidos en «viejas glorias» de la abogacía local que han abierto un camino a los mejores juristas de España. Esos cinco abogados eran Antonio Casares, Enrique Garrido, Rafael Mir, Ortiz Viruez y Rafael Salazar.

Algunos de ellos han relatado a ABC las vicisitudes que pasaban en un colegio de profesionales que este año cumple 250 años y que no era más que una pequeña biblioteca y el despacho del decano en el vetusto edificio del Bulevar Gran Capitán (el actual edificio de la Agencia Tributaria). Eran otros tiempos añorados por la mayoría, que después de más de medio siglo en ejercicio están jubilados . Las edades rozan hasta el siglo, como en el caso de Luis Chavero, Victoriano Vera o Rafael Mir . Todos pueden presumir de una cabeza a prueba de décadas.

Desde los que llegaron a Córdoba desde Madrid como el caso de Chavero con aseguradoras de gran prestigio que movían cifras millonarias a abogados como Rafael Mir Jordano , que defendió hasta el el Tribunal Supremo a un empleado de banca del Monte de Piedad acusado de ofrecer una altísima rentabilidad a los ahorradores. «¿Fue cosa suya o era una orden del banco?», recuerda Mir. El Supremo logró reducir la condena sustancialmente al penado.

Enrique Garrido terminó la carrera de Derecho con 22 años y en su haber cuenta con formar parte de la última promoción de Regulares 2 de Melilla . Empezó en 1955 como pasante de José María Montoto. De esos años recuerda que tuvo la suerte de asistir a todas las actuaciones judiciales. Y con una sonrisa recuerda que el juramento de abogado no era como ahora. El ritual se limitaba al primer juicio —que iba de un atropello de un anciano— al que se asistía donde los miembros del tribunal le tomaban juramento por las Leyes del Movimiento . Una mera formalidad antes de empezar el primer juicio. Lo único extraordinario era que se regalaba un puro al personal de Justicia. Medalla al Mérito de la Abogacía —como muchos de sus compañeros— , se apresura a matizar que trabajó en una época donde sólo había dos juzgados en Córdoba , tanto de civil como de penal, y una sesión en la Audiencia.

Decano en funciones un año, cuenta con orgullo que su hijo, el decano actual, José Luis Garrido , ha modernizado y digitalizado el colegio. Intervino de primera mano en la creación y construcción del edifico de la Antigua Audiencia Provincial . Recuerda cómo el grupo de abogados —«los solteros»— luchaba dentro del tribunal pero a la salida se iban de perol a casa de Benito Gálvez . Llegó a tener 600 juicios al año de faltas por tráfico en un año. Ayudó a que las víctimas mortales de estos accidentes fueran baremadas con el mismo rasero en España.

«Un muerto en la carretera en Andalucía costaba 8 millones de pesetas mientras en el País Vasco eran 12 ó 14 millones lo que recibían». Su último bastión fue el caso de José Bretón, donde asistió a la abogada de la madre de los niños Ruth Ortiz . Todos ellos coinciden al asegura que la diferencia tecnológica ahora es impresionante, de la Olivetti al Lexnet.

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