José Luque - Desde mi rincón

Hablemos de Córdoba

Quienes vivimos en Córdoba debemos ser capaces de conocerla, amarla, comprenderla y, de esa manera, defenderla

José Luque
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Convendría releer el libro de Fernando Díaz-Plaja, «El español y los siete pecado capitales», para ser consciente de nuestras debilidades y poder superarlas. Como español que soy confieso ser el primero que debe conocer las flaquezas que impiden alcanzar esa felicidad a la que todos tenemos derecho. Una de esas costumbres que tanto daño nos hacen y que con humor nos describe el historiador español de Cataluña es la envidia. Sentimiento que perjudica no sólo las relaciones con nuestros prójimos, sino que produce un enorme daño en nosotros mismos. Es un estado mental que, auto-machacándonos, nos puede llevar a la depresión. Frecuentemente conduce a las personas a tener una actitud agresiva frente a los demás, criticando, bajo cualquier excusa, los éxitos ajenos.

Sinceramente creo que la destructiva envidia es uno de los grandes frenos para el desarrollo de nuestra ciudad, como seguramente lo es para cualquier ciudad de Andalucía.

Hace pocas fechas asistí a la mesa redonda que con el tema «La salud como motor de desarrollo sostenible» organizó la Tertulia La Crátera en el Real Círculo de la Amistad. Los asistentes conocimos las razones que existen en Córdoba para sentirnos orgullosos de la fuerza económica que las iniciativas en sanidad, tanto pública como privada, pueden representar para nuestro futuro. Conocimos igualmente la existencia de una interesante iniciativa nacida en la Universidad con el nombre «Córdoba, Ciudad Mundo» que busca generar un «entorno facilitador» que lleve a Córdoba a lo más alto.

El domingo pasado, en este mismo diario, un cordobés, José María Cabrera, cuyas palabras me merecen toda garantía, afirmó que «el valle del Guadalquivir puede ser California». Deberíamos preguntarnos por qué tardamos tanto en alcanzar ese posible y deseado objetivo. También tiene Córdoba unas Universidades a la que la sociedad debe mirar y mimar y no esperar a que sean ellas las que nos miren. Hay que pedirles que sean centro y cauce de investigación en colaboración con nuestras empresas. Como hay que exigir a nuestras administraciones que les ayuden para que Córdoba universitaria sea un referente mundial que puede y debe serlo, evitando perder Erasmus como tristemente sucede.

Tenemos una historia que es la envidia sana de otras muchas ciudades. Pero nos falta infraestructura pública para que Córdoba sea objetivo mundial donde celebrar congresos y exposiciones. Y falta también, y es lo principal, que quienes vivimos y trabajamos en Córdoba seamos capaces de conocerla, amarla, comprenderla y, de esa manera, estar depuestos a defenderla con todas nuestras fuerzas, de cuantos enemigos, de dentro y fuera, que llenos de envidia e incapaces no están dispuestos a perdonar que el triunfo pueda anidar entre nosotros.

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