LA CERA QUE ARDE

Caracoles

Vuelven los puestos, los de siempre y los que innovan

Un camarero muestra dos tipòs diferentes de caracoles preparados Archivo
Rafael González

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EL cordobés de a pie ya puede sumar un rasgo más a su caleidoscópica y parcelista personalidad: la de ente chupador . Se ha abierto la temporada de caracoles y con ella la succión del bicho. Aunque eso en realidad fue al principio de los tiempos, porque ahora el caracol no solo se chupa sino que hasta se come con palillos chinos. La novedad este año es el caracol con salsa terayaki , y si lleva wasabi, tiene que picar más que una avispa en un bidé. A los tradicionales palillos/mondadientes para escarbar -auténticos estoques hemos visto en la tierra de Manolete en cualquier puesto caracolero- hay que añadir la destreza oriental del asunto, lo cual nos dice mucho y muy bueno de nosotros mismos en cuanto a innovación y sacudida de complejos se refiere. Siempre mirando hacia otras latitudes donde se supone que nos ganan en casi todo y resulta que somos campeones en puestos de caracoles .

Personalmente no salgo de los chicos con caldo y de los gordos tradicionales, pero es que en cuanto a caracoles estoy muy cómodo en la zona de confort . En otras cosas me aventuro y me he desprendido de parcelas, por ejemplo. Un hombre sin parcela es un hombre más libre, pero un cordobés sin caracoles que llevarse a la boca es como una batalla de las flores sin alcaldesa o una escombrera con palacio de congresos: la pérdida de unas señas de identidad. Desconozco si en esta ocasión los puestos se han visto afectados por la Ley de Memoria Histórica y así tengamos que ir al puesto de La Pasionaria o a la cadena Maqui-Express de caracoles republicanos . Nunca se sabe en la ciudad que mantiene los caracoles pero cambia las calles. Caracoles progresistas ya que son manjar transversal, sostenible, innovador y con esencia obrera . A pesar de encontrarlos incluso a la carbonara, siguen siendo lujo proletario con un tercio de cerveza al lado. Debe ser por eso que la verdadera I+D+I no está en Rabanales 21 sino en La Magdalena , por ejemplo.

No nos consta que la Cátedra de Género y Estudios Subvencionados haya realizado observación alguna respecto al posible carácter heteropatriarcal del asunto. Primero, porque creo que los caracoles son hermafroditas, lo cual los hace activistas de la Liga Hermafrodita De Moluscos y Moluscas Gasterópodos y Gasterópodas y eso merece nuestro respeto. Por eso nos los comemos con devoción e incluso los chupamos. Y segundo, porque comer caracolas no es lo mismo que comer caracoles. Las primeras son más indigestas y más si les metemos terayaki o una reducción de rabo de toro. Imagínense qué nochecita puede darnos eso.

Respecto al Rabo de Toro también hemos conocido la pasada semana su receta canónica y oficial. Lo he puesto con mayúsculas porque un rabo en condiciones las merece y más si es canónico. Lo ha explicado la Cofradía del asunto y nosotros hemos dicho amén. Sólo me atrevo a proponer que alguien guise el rabo con caracoles y así nos entra un ataque de cordobesía que ríase usted del mes de mayo. Igual ya los preparan así y yo es que voy demasiado a la tierra de la Giralda, donde los caracoles, por cierto, no tienen ni punto de comparación con los nuestros. Ni los rabos: allí son colas .

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