Rafael González - La cera que arde

A las balaustradas

Los parcelistas no van a parar porque la ley no les detiene y se ha de ajustar a lo que sus peroles digan

Rafael González
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AMENAZAN los parcelistas con un nuevo corte de tráfico el próximo jueves y agradezco el aviso para llevarme a los niños por el carril bici y así no tener que narrar la aventura en una próxima cera, lo que haría que entrara en bucle temático y espiritual y cada lunes anduviera enredado resaltando lo apasionante que es conducir entre rutas desviadas o avenidas atestadas. Intentaré ir por el carril bici hasta que un velador me lo permita, porque ahí tenemos otro aviso de batalla entre los hosteleros y el señor García, a la sazón teniente de alcalde y tuitero. Para ser esta una ciudad en la que nunca pasa casi nada está todo muy revuelto. Se vislumbra la tormenta desde varios frentes y verás como cuando confluya nos suben dos impuestos, incrementan el IBI, nos meten una tasa por agua potable solidaria y acabamos pagando por los metros cuadrados de veladores que haya debajo de la ventana del salón.

Acabamos pagando lo que otros no quieren porque por lo general su voto vale más que el nuestro. Su fidelidad electoral, en realidad.

A veces incluso ni pagando se te garantizan los más mínimos derechos, y ahí tenemos a la violinista de la Puerta del Puente que emigra a Málaga después de haber pagado autónomos, IVA, SGAE, IRPF, papeleta de sitio, fotocopias compulsadas, y las actividades económicas en la ciudad cultural de las tres culturas y la capitalidad y la poética cósmica. A Málaga. Y allí nos iremos a escucharla y diremos qué bonita está Málaga y hay qué ver cuanta vida tiene su centro. Porque aquí nos quedan los cuñados en chándal con mochilas del Pryca exigiendo que le pongan agua potable en la parcela porque ellos lo valen.

Falcon Crest es una serie que hizo mucho daño a la población y las balaustradas parcelarias así lo demuestran: esas águilas, esos mármoles, esos granitos que encierran la intimidad pública de un perolista cervecero que un día plantó un cuñado en suelo no urbanizable con la certeza de que como esto es España se lo iban a urbanizar, maquear, troquelar, potabilizar y por supuesto, revalorizar. Como a Ángela Channing, les falta un asistente Chu Lí que les abra la cancela cuando lleguen con el Renault Megane, pero de eso ya se ha encargado la clase política con sus fiestas de payasos pagadas con comisiones o Echenique con ayudantes sin papeles. Lo dicho, hay series de televisión que marcan. Y estéticamente, las balaustradas son señales de poderío del pueblo llano y campestre que planta un chalecito y su correspondiente piscina donde le sale del terreno rústico.

Esta semana vuelven a las balaustradas los parcelistas. Ya se metieron en un Pleno y exigieron al Ayuntamiento que prevaricase. No van a parar porque la ley no les detiene y se ha de ajustar a lo que sus peroles digan. No extraña que eso ocurra en la tierra de María Santísima donde la Junta pide que se archiven las causas contra Chaves y Griñán al no apreciarse prevaricación en el tema de los ERE. Lo dicho: a las balaustradas.

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