Portada y torre de la iglesia de San Andrés
Portada y torre de la iglesia de San Andrés - VALERIO MERINO
LEYENDA

El asesino al que perseguía el fantasma de su víctima en Córdoba

Por San Andrés se cuenta la historia de un hombre que corría delante del sastre al que mató

CÓRDOBA Actualizado: Guardar
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Los barrios antiguos de Córdoba saben de historias con aliento sobrenatural que muchas veces esconden sobre todo un ánimo ejemplarizante. Una de ellas tiene un escenario concreto: la iglesia de San Andrés, y la cuenta Teodomiro Ramírez de Arellano en sus «Paseos por Córdoba», aunque no le da demasiado crédito.

Eso sí, tiene una fecha, que son los años centrales del siglo XVII. Por aquel tiempo había en la calle San Pablo un maestro sastre que se apellidaba García, y que todos los días recibía la visita de un amigo, de nombre Luis, que era muy dado a la bebida y que importunaba a los clientes con la palabrería que da la embriaguez.

A sagrado

El sastre se hartó y un día le dijo que no volviese nunca más ebrio, lo que el otro recibió mal.

Se fue a las Cuchillerías, en la parte alta de la calle San Fernando, y compró una gruesa arma blanca con malas intenciones. Cuando su amigo le reprendió de nuevo se la clavó y lo mató en el acto. Muy cerca estaba el Ayuntamiento, así que se dio aviso a los alguaciles para que lo persiguieran, pero el asesino se acogió a sagrado y entró en la iglesia de San Andrés, donde no podía perseguirlo la justicia. Al poco la familia del fallecido llegó con el cadáver, porque, ya que vivía en una casa pequeña, quisieron hacer el velatorio en el templo parroquial.

Al llegar la noche el sacristán le invitó a acomodarse en su vivienda, pero Luis quiso permanecer en la iglesia, y cuando quedaron solos, notó que su víctima se levantaba y le perseguía. Ramírez de Arellano lo atribuye al delirio de su culpa y del alcohol, que provocó que recorriese la iglesia para escapar. Subió luego a la torre, que todavía no era la actual, sino más baja, pero hasta allí le seguía el fantasma del sastre.

Perseguido por el hombre al que había matado, llegó a la torre y quiso bajar por la cuerda de la campana

Desesperado, no tuvo mejor idea que lanzar fuera la cuerda de una de las campanas y deslizarse por ella, pero cuando estaba a una distancia no muy grande del suelo cayó, y se encontró fuera de sagrado, con la pierna rota y sin poder correr. Allí le cazaron los alguaciles y le encarcelaron. Todavía quiso salvarse pidiendo auxilio a la Iglesia, pues era en su jurisdicción, pero el corregidor (cargo equivalente el alcalde) no quiso esperar a resolver el conflicto y allí mismo ordenó que le ahorcasen por su crimen.

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