TURISMO

Diez bares que te harán sentirte como un artista

Si tienes alma creativa, te encantarán estos locales en Madrid, Barcelona o Sevilla

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  1. Bar del Convent, Barcelona

    Els Quatre Gats de Barcelona sirvió de refugio para grandes artistas como el arquitecto Antoni Gaudí o, más reciente, el pintor Pablo Picasso; en Madrid, el Café Gijón fue testigo de las primeras líneas de algunas de las grandes obras de Pío Baroja o Fernando Fernán Gómez mientras, en Pamplona, Ernest Hemingway garabateaba ideas sobre su novela Fiesta en las mesas del bar Txoko. Y es que los bares han sido tradicionalmente una fuente inagotable de inspiración para pintores, escritores y músicos. Si tienes alma de artista y estás buscando el rincón perfecto para recibir a tu musa, estos diez lugares te lo pondrán muy fácil.

    Bar del Convent, Barcelona

    Este bar del barrio de La Ribera de Barcelona se puede convertir no solo en un lugar de inspiración sino casi de meditación, ya que está ubicado en un antiguo convento de estilo gótico del siglo XIV, reconvertido ahora en centro cultural con una amplia programación de actividades y talleres. Rodeados de paredes de piedra y con vistas al patio donde lucen unas espectaculares arcadas, podemos escribir sin duda las primeras líneas de un gran libro. Si necesitamos silencio para inspirarnos, lo más recomendable es visitar este lugar por las mañanas porque por las tardes acostumbra a estar repleto de niños ya que está muy bien acondicionado para ellos, cuenta con zona de juegos infantil y hasta parking de carritos.

    Fuente: Guía Repsol

  2. La Chunga, Sevilla

    La puerta de entrada a La Chunga no deja indiferente
    La puerta de entrada a La Chunga no deja indiferente

    ¿Qué mejor para alimentar la mente que unas buenas tapas? En La Chunga, Sevilla, la energía nos entra por la boca, con platos para chuparse los dedos, y también por la vista, ya que estamos rodeados de un ambiente que, sencillamente, pone de buen humor. Nada más entrar, nos recibe un mensaje pintado en la pared «Al mal tiempo, ríase la gente», la señal ideal para olvidarnos de los problemas y dedicarnos a lo nuestro: el buen comer y el mejor vivir. La decoración, moderna y minimalista, y la carta, con platos con un toque vanguardista y a precios asequibles, son ingredientes más que suficientes para sacar todo el arte que llevas dentro.

  3. La Casa Tomada, Madrid

    Entrar en un local que lleva por nombre el título de un cuento de Julio Cortázar es un punto de partida ideal para encontrar la inspiración. Es una de las últimas incorporaciones a la oferta gastronómica del barrio de Alonso Martínez pero lleva tras de sí años de experiencia, ya que el negocio se traslada nada más y nada menos que desde Venezuela. En su nueva andadura madrileña, este bar (calle) nos propone un local tranquilo y acogedor, donde la música suena a ese volumen idóneo en el que acompaña a las conversaciones sin llegar a interrumpirlas. Y sobre la mesa, más bocadillos de los que podamos llegar a imaginar, el pan es solo una excusa porque lo importante está en su interior, sabor auténtico acompañado de exquisitas salsas, ensaladas y entrantes, todo ello con un toque venezolano que los hace únicos.

  4. Olive, Madrid

    El tamaño de este local es inversamente proporcional al placer que uno siente estando en él. Es mejor que estar en casa, porque aquí, además de sentirnos cómodos, tenemos a disposición unos exquisitos crepes y tartas con los que la boca se hace agua. Está situado justo enfrente del centro cultural Conde Duque, una de las zonas más de moda en la capital.

    El local es estrecho y alargado, recubierto de madera en paredes y barra y con muebles de estilo vintage. Nunca faltan sobre la mesa unas flores naturales y unos libros con los que entretenerse. Es el lugar ideal para las sobremesas, sobre todo en el desayuno o la merienda, viendo el trasiego de la calle, hojeando el periódico del día o tomando notas para ese nuevo post que tienes en mente.

  5. Bistró de La Central, Madrid

    Parece mentira que a solo unos metros de una de las plazas más concurridas de Madrid, Callao, pueda haber un lugar donde encontrar a la musa, pero existe y está rodeado de algunos de los mayores éxitos de la literatura universal. Se trata del Bistró de la librería La Central, que se instaló en la capital en el año 2012 y se ha convertido ya en espacio predilecto para los amantes de los libros. Aunque sus muffins son espectaculares aquí podemos tomar casi de todo, desde un brunch a lo neoyorkino hasta un menú mediterráneo. Hay una veintena de mesas así que en las horas punta el bullicio se hace notar, pero qué mejor que buscar en los ojos de la gente y las conversaciones ajenas tu próxima historia brillante.

  6. Red House Art & Food, Sevilla

    Aunque Sevilla es una ciudad donde la tradición marca tendencia, de vez en cuando un local se descuelga y apuesta por la moda más alternativa. Es el caso de Red House Art & Food, una mezcla de cafetería y centro cultural donde lo vintage es protagonista. Un inmenso grafiti negro nos da la bienvenida a este local con grandes ventanales desde donde se puede ver que aquí dentro hay mucho arte. No es difícil coincidir aquí con una exposición colectiva, un concierto de guitarra o una cata de vinos, porque este local tiene una agenda de eventos de lo más completita. Lo mejor para los días de más concurrencia, hacerse fuerte en uno de sus sofás y hacer un buen repaso por su carta de tartas.

  7. El Desván del Café, Valencia

    Es un imprescindible del barrio de Ruzafa y el lugar ideal para huir del mundo y quedarse, durante unas horas, a resguardo y como en casa. El Desván del Café es un local pequeño, con una decoración con estilo y sello propio. La carta de tés pero sobre todo el abanico de antigüedades de las paredes, nos dejarán enganchados a la silla sin poder evitarlo. Frente a nosotros, desde una bicicleta hasta una silla con historia colgando literalmente del techo. Las tartas caseras, los sándwiches y los cócteles, una delicia con la que pasar las horas en buena compañía. Y si el tiempo acompaña, nada como disfrutar de su terraza.

  8. Cafè Godot, Barcelona

    El barrio de Gràcia de Barcelona es un paraíso para todo artista que se precie. Su ambiente internacional, sus callejuelas repletas de tiendas alternativas, coquetas, pequeñas, repletas de encanto y sus bares, de todos los gustos y colores, son el de caldo de cultivo ideal para dar vida a la cultura.

    Entre su gran oferta de restauración destaca, a solo unos metros de la famosa plaza Vila de Gràcia, un bar de esos donde uno no se marcharía nunca, de no ser porque pasada la media noche, el equipo del local necesita un merecido descanso.

    Aunque cuenta con una carta exquisita para comer y cenar (muy recomendable su hamburguesa de buey o el tartar de atún), también es perfecto para tomar algo a media mañana o durante la tarde, en un ambiente tranquilo y silencioso, rodeados de la coquetería más absoluta.

  9. La Ribera, Bilbao

    Hace ya muchos años que Bilbao dejó de ser Bilbao para reconvertirse en una ciudad nueva, cosmopolita, vanguardista, hecha por y para el disfrute de sus vecinos, y el mercado de la Ribera es un buen ejemplo de ello. Completamente rehabilitado por dentro y por fuera, a la orilla de la preciada ría, el mercado guarda un rincón perfecto para quienes aman la comida gourmet o simplemente buscan un lugar donde pasar la tarde con una taza de café y buena compañía, y es que La Ribera es bar y restaurante a la vez. Aquí todo está cuidado hasta el último detalle, desde la decoración hasta la carta pasando por la música ambiente o actividades en directo, donde nunca faltan los conciertos de jazz.

  10. Café Levante, Cádiz

    Este local destila arte por los cuatro costados. Se inauguró hace 23 años (que no son pocos) pero parece que lleva aquí toda la vida. Un imprescindible de la noche gaditana donde las puertas no se cierran hasta la madrugada, donde músicos, escritores e intelectuales de todo tipo se sienten como en casa y por eso presentan aquí muchas de sus últimas creaciones.

    En este local es imposible sentirse solo porque siempre hay alguien entrando o saliendo con sus historias bajo el brazo y ganas de charlar. Las paredes, rodeadas de fotografías, posters y recortes de periódico son una especie de biografía documentada por fascículos que le da al local un toque hogareño inigualable.

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