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Kittel gana la primera etapa
Actualizado: 9:28

Ciclismo

Kittel gana la primera etapa

El sprinter venció en una jornada accidentada

30.06.13 - 09:28 -
Kittel gana la primera etapa
Kittel celebra su triunfo en Córcega./Jeff Pachoud (AFP)

Esta es la película de unos hechos que pudieron resultar dramáticos en el inicio del Tour y que afortunadamente se quedaron en una anécdota. A ocho kilómetros de la llegada se produjo la primera caída. Por la radio de los coches y de quien tuviese la frecuencia de radio Tour se anuncia lo siguiente: «La meta estará situada a tres kilómetros de la llegada».

Los equipos avisaron a los corredores de esa situación y estos se hicieron a la idea del cambio. Cuando quedaban seis kilómetros, de nuevo radio Tour informa: «La meta estará situada a falta de tres kilómetros y no habrá tiempos». A falta de cuatro kilómetros les dicen lo siguiente: «La meta se mantiene en su sitio original y no contarán los tiempos». Poco después llegaría la caída que afectó a hombres importantes como Contador, Sagan o Greipel, y principalmente a Tony Martin, que se fracturó la clavícula.

¡Vaya inicio de Tour! Sobre todo para Alberto Contador, que tuvo una caída a dos kilómetros de la meta que le dejó magullado buena parte de su cuerpo. El director de su equipo, Philippe Mauduit, confirmó, antes de que lo hiciese el propio corredor, que no había fracturas.

Una vez duchado, el propio ciclista explicaba: «Hubo una caída delante, se produjo un efecto dominó y nos tocó a los que íbamos detrás. Da lo mismo dónde vayas. Si te toca, te toca. Esto es el Tour. Alguien ha frenado y nos hemos ido al suelo. Lo que voy a tratar es de recuperarme para la contrarreloj por equipos. Me tendrán que poner hielo por todos los lados», comentaba, con una cierta tranquilidad, lo que habla de la poca importancia de esa caída, aunque ya se sabe que las consecuencias de esos golpes suelen salir con el paso de los días.

«En caliente no me duele nada. Ya veremos. Tengo golpes en la parte izquierda del cuerpo, en los hombros, en el muslo. Ha sido un golpe fuerte pero espero que se quede ahí. Cuando se produjo la caída sabíamos que no se iban a picar tiempos. No podía dar pedales. ¿De quién fue la culpa? Aquí no hay culpas de nadie. Estas cosas pasan».

Su idea y la de su equipo es intentar pasar las dos etapas que quedan en Córcega sin mayores problemas antes de la crono por equipos. Hay una frase que se emplea mucho para la primera semana de la carrera, los nervios, la tensión: «Todo el mundo quería estar delante y eso genera muchos nervios. ¿Que cómo me siento? Me siento con el mismo tiempo que los demás, físicamente bien entro de lo que cabe, muy contento de que no me haya pasado nada. Iremos día a día. Esto no ha hecho más que comenzar. A ver si me voy recuperando con el paso de los días».

Marc Madiot, un exaltado

Jugar con un pelotón de doscientos ciclistas cuando quedan tres kilómetros para una llegada al sprint entraña muchos riesgos. La tensión es total, no solo en los equipos con hombres rápidos. Unos corredores se juegan la etapa y los líderes, el no caerse. Todos buscan ir delante y en esas condiciones los riesgos que se corren se multiplican.

Los corredores los asumen; es su profesión. Lo que ya no resulta presentable es que les cambien en segundos de planes. Por si todo esto fuera poco, hubo que escuchar las palabras de Marc Madiot, director del equipo FDJ, que acusó con vehemencia al presidente del jurado técnico de la prueba, el español Vicente Tortajada, de «jugar con la vida de los ciclistas». «No se puede cambiar de meta con todos los equipos a bloque, para lanzar el sprint en tres ocasiones. Es un español al que conozco muy bien».

Lo dijo de mala manera, encolerizado. Vicente Tortajada es un buen árbitro, joven, valenciano que se encontró con un situación que quien esto firma -que lleva ya 31 Tours-, nunca se había vivido. Madiot, una vez más, demostró que es un cobarde y un falso. Al juez árbitro, que estaba en carrera, fue la organización del Tour quien le dijo lo que pasaba. La culpa, si es de alguien, es de los organizadores, que no quisieron quedarse sin una llegada que supone muchos miles de euros de inversión y de rendimiento. Madiot volvió a demostrar el tipo de personaje que es. Sigue obsesionado con todo lo que huela a ciclismo español, pero no cargó con quien tenía que hacerlo, porque tenía más que perder que ganar.

Uno ha visto cómo en el Tour, en una llegada a Courchevel, en los Alpes, se metieron dentro del tiempo, «por circunstancias especiales», a sesenta corredores que llegaron fuera de control, aplicando el reglamento interno de la prueba. Eso lo pueden explicar muy bien, si quieren, todos los jueces árbitros españoles que han estado en el Tour.

Total, que hemos tenido un estreno de carrera de lo más movido, impropio de una organización de este nivel que siempre se ha caracterizado por su calidad.

Por cierto, el autobús del Orica también tiene su historia. Lo conducía un navarro, Garikoitz Atxa, que fue corredor aficionado y que sustituía a Luis Mari Díaz de Otazu, que es quien lo conduce normalmente pero que no llegará hasta Niza. Quienes le conocen dicen que es detallista, meticuloso. El resto de autobuses pasaron sin problemas. El chaval se echó las manos a la cara cuando se quedó atascado. Se dio cuenta del lío en el que le habían metido porque él lo único que hizo fue conducir.

Eso sí, aquí nadie de la organización ha dicho nada sobre ese tema. Entre el juez arbitro y el conductor del autobús ya está todo solucionado: ya hay culpables. ¿Quién le dio las informaciones al juez árbitro de que había un autobús varado, primero, y que luego ya estaba la meta libre? ¿Por qué no dejaron la meta a tres kilómetros de la original y respetaron la primera decisión que tomaron?

Por los intereses económicos y publicitarios. ¿Alguien pensó en los corredores? Por cierto, la etapa la ganó el alemán Marcel Kittel, que ya ganó un etapa en la Vuelta a España en 2011, lo que le sirvió para estrenar su palmarés en el Tour y también el de su equipo, Argos, que también logró otra etapa en el Giro con Degenkolb.

Solo nos falta que el barco en el que trabajamos zozobre, aunque da la impresión de que no hay mucha profundidad. Vaya película.

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Un autobús bloqueó la meta hasta pocos minutos antes de la llegada./AFP

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