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J.M.S.
ANÁLISIS

«This War of Mine»: los ojos del dolor

Este videojuego de plataformas se basa en la exploración y la gestión de recursos para sobrevivir a los horrores de la guerra

MADRID Actualizado: Guardar
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La guerra no es de nadie. Porque más vale que nunca suceda. Que nunca llegue. La guerra es muerte. Destrucción. Pero no como suele quedar plasmado en la mayoría de videojuegos en donde fornidos soldados, ávidos de sangre, se sumergen en un mar de tiros y son capaces, además, de derrotar ellos solos a un destacamento. Porque esa situación no es real, aunque sí actúa como válvula para desatascar la adrenalina.

« This War of Mine» es otra cosa. Rompe con esos patrones establecidos por las aventuras bélicas y apuestas por un concepto de juego basado en la exploración, la supervivencia, la agonía y la gestión de recursos. Aquí los jugadores se ponen en la piel de la víctima, no del soldado.

Debe sobrevivir a la inmundicia y la soledad que ha perpetrado el conflicto. Cambia radicalmente la forma en la que entendemos el género. Parece simple pero es, absolutamente, radical, porque vivir el conflicto a través de los ojos de la población civil infunde un sentimiento encontrado.

Esa crudeza queda remarcada bajo una estética propia de los juegos de plataformas. Con una estética rompedora diseñada en varios niveles que profundizan en la dificultad, la ambientación oscura y enigmática produce incluso ternura. Con la pala de la empatía subyace, no obstante, una gran tensión, atormentada por las consecuencias y secuelas provocadas por la guerra, en donde otros supervivientes pueden llegar a enfrentarnos a nosotros mismos por un trozo de pan.

Disponible para PlayStation 4 y Xbox One, este título de corte independiente es desafiante y da gran importancia a la exploración. El jugador debe ser capaz de gestionar y administrar bien los recursos disponibles, utilizarlos en consecuencia. Como una especie de simulación, los personajes sufren, tienen hambre, enferman y se cansan. Hay que ayudarlos. Y, para ello, es necesario hallar los mejores bienes posibles en sus constantes exploraciones fuera del refugio, aparentemente la zona de seguridad ya que, en muchas ocasiones, nos vemos atemorizados por francotiradores y ladrones que nos acechan. Nadie está a salvo en ningún lugar.

Con ciertos recursos obtenidos, el jugador puede fabricar camas, sillones, cocinas, herramientas o armas. Pero, eso sí, aquí entra en juego nuestra capacidad de priorizar los objetos a construir. Mejor un cuchillo que un huerto. Mejor una pala que una cama. En cada exploración, organizada en periodos diarios, el personaje que tomemos (son intercambiables) no puede recoger todo lo que le plazca, ya que existe una limitación, aunque se va ampliando conforme avanza el progreso. Hay que llevar cuidado en algunas misiones puesto que podemos salir perjudicados en caso de enfrentamiento. Es necesario, sin duda, apelar al sigilo y la paciencia. La misión, por tanto, es seguir con vida.

El periodo de exploración se centra en la noche, puesto que a priori durante el día hay francotiradores dispuestos a segar nuestras vidas. Existen ciclos de día y noche, que determinan el ritmo del juego. El problema viene cuando hay que tomar decisiones demasiado trascendentales e imperdonables, como decidir al personaje que hay que proteger o, por el contrario, sacrificar.

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