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Las seis escuelas más extravagantes del mundo

Si piensas que todos son más o menos iguales, no podrás creer que estos colegios existen

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¿Qué es una escuela? Un edificio con aulas preparadas para el estudio, con sus pupitres, pizarras, pequeñas bibliotecas.... No parece que en esta definición tenga cabida una variedad demasiado amplia, pero buscando a lo largo y ancho del planeta podemos encontrar casos especialmente peculiares. De hecho, en esta misma sección ya te hablamos en su día de la revolucionaria escuela sin aulas abierta en Suecia. Hoy añadiremos a ese caso varios ejemplos de colegios poco convencionales, sea por su ubicación, su método de enseñanza o su equipamiento.

Los hemos conocido gracias a un post en el blog Listverse. Y quizá el que más nos ha llamado la atención es el que puedes ver en la imagen superior. La escuela primaria de Zhongdong, en la provincia china de Ghizou, está situada en el interior de una cueva...

como toda la aldea. La gruta mide 230 metros de largo, 115 de ancho y 50 de alto; y su centro de estudios ha llegado a acoger a cerca de 200 niños, muchos de ellos procedentes de los pueblos de los alrededores. La pobreza de la región impide la construcción de unas instalaciones más adecuadas.

No menos impresionantes son las que han ideado en Bangladesh para combatir el problema de las inundaciones: se trata de escuelas-barco, que incluso disponen de ordenadores con acceso a Internet. Cuando las lluvias anegan los poblados, los barcos pueden recoger a los jóvenes para que no tengan que renunciar a su preparación. Desde su lanzamiento en 2002, la iniciativa ha sido útil para unos 70.000 estudiantes. De forma similar, en India hay unos 4.000 niños que reciben educación en las estaciones de tren. Una profesora llamada Inderjit Khurana decidió emprender el proyecto al ver que era allí donde muchos pequeños acudían para mendigar y buscar sustento.

En Gulu (Sichuan, China) los alumnos deben recorrer peligrosos senderos por el borde de las montañas para llegar al colegio y acceder a unos estudios básicos. Apenas tienen una profesora, la misma desde hace casi tres décadas. En Artesia (Nuevo México, Estados Unidos) hace ya veinte años que cerró sus puertas la escuela que el presidente John F. Kennedy ordenó construir dentro de un refugio nuclear, durante la Guerra Fría. La ubicación estratégica de la ciudad le hacía temer que se convirtiese en objetivo de un hipotético ataque.

También en Estados Unidos está la Escuela Libre de Brooklyn. Los estudiantes son divididos en dos grupos, de 4 a 11 años y de 11 a 18. A partir de ahí, la libertad absoluta es la premisa: pueden asistir a las clases que prefieran o directamente no hacerlo, solicitar reuniones para discutir el funcionamiento del centro... ellos ponen las normas y los maestros son simples moderadores. Las asignaturas son de lo más variopinto, con contenidos basados en series de televisión o crítica de restaurantes. La meta, dicen sus fundadores, es que cada niño elija su propio camino.

Se trata de una visión vanguardista, como la de la Escuela del Futuro de Philadelphia. Allí no hay libros, sino equipos informáticos. Las pizarras que utilizan los profesores son digitales. Hasta las taquillas para los estudiantes se abren con una tarjeta con banda magnética. Aunque tuvo que enfrentar numerosas dificultades en sus inicios, de este colegio están saliendo alumnos brillantes; y ya se forman largas listas de espera ante el enorme interés de las familias en matricular a sus hijos en él.

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