El cuerpo embalsamado del Padre Pío en El Vaticano
El cuerpo embalsamado del Padre Pío en El Vaticano - EFE

Papa Francisco: «A veces se reza para estar bien como si se tomara una aspirina, pero la oración es otra cosa»

El Santo Padre dio una audiencia con los grupos de oración del Padre Pío cuyo cuerpo incorrupto será exhibido en la Basílica de San Pedro por deseo del Papa

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El Papa Francisco reunió una vez más a miles de personas en la Plaza de San Pedro. Se trató en esta ocasión de un encuentro muy especial donde el protagonista fue el Padre Pío. Sus restos llegaron a Roma para ser exhibidos en la Basílica de San Pedro por deseo del Santo Padre. Ayer se trasladó hasta la Basílica el cuerpo incorrupto del santo desde la Iglesia de San Salvatore in Lauro, donde se celebró una misa y algunos fieles pudieron rezarle a San Pío de Pietrelcina ayudados por monjes franciscanos que colocaban estampitas o fotos sobre la urna de cristal que conserva el cuerpo del padre. San Pío ha movilizado multitudes por su poder de sanación, bilocación (facultad de estar en dos lugares al mismo tiempo) y por tener en su cuerpo los estigmas de Jesucristo.

Esta mañana los grupos de oración del Padre Pío se reunieron para escuchar a Francisco, que saludó a los presentes con sus muestras de cariño habituales.

«Fue un servidor de la misericordia», dijo el Santo Padre en alusión al Padre Pío. También recalcó el papel que le daba al perdón y a la oración. «El Padre Pío dice que la oración es una fuerza que mueve el mundo. ¿Ustedes creen eso? Es así hagan la prueba», dijo Francisco a un público entregado, fundamentalmente conformado por personas mayores.

«A veces se reza para estar bien, como si se tomara una aspirina y eso no es así, la oración es otra cosa», recordó el Papa.

Marlene es italo-griega. Llegó a San Pedro con el grupo de oración Mater Christi de Brescia (norte de Italia). Era la primera vez que veía al Papa. «Rezo por mi hijo que tiene muchos problemas. Él también forma parte del grupo de oración pero trabaja mucho y no puede venir siempre, así que he tomado el relevo», cuenta.

Cerca suyo tomando fotos y lamentando no ver a Francisco más de cerca estaba Dora, de otro grupo de oración de Milán. «Soy una enamorada del Padre Pío», cuenta sonriente. Giovanni, por su parte, cuenta que no sabía quién era el santo hasta que sufrió un ictus que lo dejó en silla de ruedas. «Perdí la vista un mes y no caminaba. Me hablaron en el hospital del Padre y fui a ver su tumba al santuario de San Giovanni Rotondo, donde vivió desde 1916 hasta su muerte en 1968. Le pedía cada día que iba a la rehabilitación. Tres meses después me levanté», cuenta emocionado. Desde entonces, sigue al Padre Pío allí donde esté.

Sus reliquias, junto con las de San Leopoldo Mandic, serán veneradas hasta el próximo 11 de febrero.

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