Jimmy Burns Marañón: «Si los políticos de España leyesen más al Papa, ya habría Gobierno»

Periodista y escritor, ha escrito una minuciosa biografía «Franciscus, el Papa de la promesa», fruto de su educación jesuita y su conocimiento de la sociedad argentina que vio crecer a Jorge Mario Bergoglio

Madrid Actualizado: Guardar
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Tiene la impronta de una educación forjada en el colegio jesuita Stonyhurst, del humanismo heredado de su abuelo Gregorio Marañón y de periodismo de primera fila tras la cabecera del «Financial Times» en Lisboa, Madrid, Buenos Aires y Londres. Eran ingredientes que solo podía conducir al anglohispano Jimmy Burns a escribir una minuciosa biografía de Jorge Mario Bergoglio, el primer Pontífice latino. Confiesa que, cuando escuchó el nombramiento, no pensó en otra cosa que en despejar las dudas que le suscitaba aquel Papa que había convivido con el general Juan Perón, la dictadura de la junta militar y la llamada «guerra sucia». Autor de nueve libros,entre los que se encuentran sus pasiones futboleras («La Mano de Dios» es un best-seller internacional sobre Diego Armando Maradona) y su conocimiento de la historia argentina («The Land tha lost its Heroes», sobre la Guerra de las Malvinas), recorre en esta obra editada por Stella Maris la historia personal de Francisco. Como asume durante una reciente visita a Madrid, también ha sido un camino de búsqueda de su propia fe.

Mucha gente se sorprenderá en España de qué hace el nieto de Gregorio Marañón escribiendo sobre el Papa. Y bien...

Bueno, lo primero que siempre digo cuando me preguntan sobre mi abuelo es que ser nieto de Gregorio Marañón lo que da es un gran sentido de la responsabilidad, porque para mí, como para tantos españoles, su figura fue ejemplar, humanística, no solamente como escritor y médico, sino también como persona. Durante toda mi vida profesional, como periodista y escritor, he intentado mantener ciertas reglas éticas, de profesionalidad, sobre todo el intento de decir y encontrar la verdad. El periodismo que hago es más de investigación, pero también tienen ese elemento que tenía mi abuelo de humanismo. Es una manera muy rara de responder a su pregunta, pero en cierto modo eso es el contexto de por qué nace este libro. Además, tengo otras dos cosas que son muy importantes, que en parte tenía mi abuelo, pero no lo tenía todo: un gran contacto con Latinoamérica, porque daba conferencias, sobre todo, y yo tuve la suerte de ser corresponsal en Buenos Aires durante muchos años. Es un país que conozco muy bien, su política, la sociedad. Y, en segundo lugar, ser educado por los jesuitas te da cierto conocimiento de Bergoglio, porque su teología, su espiritualidad es muy ignaciana como dicen los jesuitas y eso me ayudó a comprender un poco la parte espiritual del Papa.

Como la Medicina para su abuelo, ¿es la Religión una cura para el alma?

Sí, aunque la Ciencia desgraciadamente no lo cura todo. Mi abuelo siempre decía (y era muy avanzado para su época) que la Medicina no es solamente una medicina o una receta, es toda la persona, así que entra la parte del alma, la Psicología. Eso te lleva de nuevo a Francisco, porque el Papa habla de una profunda transformación de la persona humana y de cómo establecemos nuestras relaciones, nuestras amistades, parejas, de cómo educamos a nuestros hijos y cómo nos insertamos dentro de la sociedad. Y tal vez es un mensaje muy importante para el mundo en el que vivimos, con sociedades divididas, en las que hemos perdido el alma, que estamos enfrentados entre derechas e izquierdas. El Papa pone un tono ético, un toque de seriedad y alarma para la manera en que nos encontramos en sociedad y también para la política.

Por lo que usted dice, ¿es el Papa un verdadero remedio para los males de nuestro tiempo?

Él sería el primero en decir «yo no soy mágico», «yo no he venido a transformar el mundo», el mundo se tiene que transformar en sí, y son precisamente los individuos y las sociedades las que se tienen que transformar y «yo lo que intento es llevar el mensaje de la sociedad», que es el mensaje del Evangelio, que es el mensaje del Dios de todas las personas y de todas las cosas, como decía San Ignacio, que es un Dios misericordioso y en ese sentido, que es un Dios abierto a todo el mundo. Esto es muy importante, porque la Iglesia ha tenido sus malas épocas y aún hay sectores que hacen sentir a la gente excluida. El Papa está hablando en un idioma de inclusión, fraternidad, solidaridad humana y un sentido del bien común que tanta falta nos hacer en España. Lo estamos viendo estos días en el intento de formar gobierno y yo diría que todos los políticos debieran empezar a leer más a Francisco, porque si lo hiciesen, podríamos tener ya un Gobierno.

¿Por qué dice eso?

Porque lo que les falta los políticos aquí es un sentido, el sentido del bien común, de ir más allá del enfrentamiento. Aquí ocurre que si soy de izquierdas no puedo hablar con los de derechas, u si soy demócratacristiano, no puedo hablar con los socialistas. Yo pertenezco a la generación de la Transición, y en ese momento, un comunista pudo hablar con un franquista, un socialista pudo hablar con un demócratacristiano y en medio de todo esto hubo mediadores de todos los campos, se sentaron todos en la mesa y no fueron a lo máximo, sino a lo mínimo y a lo mediano para llegar a un acuerdo. Y es así como se hace la vida, ¿no? Como los matrimonios que tienen dificultades, como los padres que tienen problemas con sus hijos, no es el todo, se trata simplemente de encontrar el término medio.

¿Qué Gobierno vaticina que tendríamos si leyesen más a Francisco?

Si leyesen más a Francisco, tendríamos un gobierno de amplia coalición, que serían los cuatro partidos, sin participación de Iglesias, Sánchez ni Rajoy. A Rivera le dejo un poco aparte porque ninguno de los tres son capaces de ser estatistas y anteponer el sentido de Estado a sus intereses. Les falta realmente lo que es el carisma, lo tiene el Papa, lo tuvo en su momento Tony Blair, Martin Luther King, y lo tiene el Papa. No en el sentido del carisma chavista de «vamos a echar al "establishment" y vamos a hacer una gran revolución», sino de «vamos a dar un sentido profético de volver a las raíces de la buena sociedad», de los viejos pueblos donde todo el mundo se conoce, se respeta, de los buenos barrios donde el cura conoce al alcalde, el alcalde conoce al profesor, el de la mezquita conoce al musulmán y el judío al cristiano... No creo que esto sea una fantasía ni una utopía, ha habido momentos en la Historia de España en que esto ha sucedido, en Toledo compartían lo mejor de sí, deberíamos volver a ese momento. Hay un capítulo del libro donde hablo de la amenaza islámica, y digo que para el Papa este es el mayor reto. Para un Papa que quiere hablar con todo el mundo, esto es muy difícil, es un desafío, y, sin embargo, es muy díficil sentarse a negociar con lo peor del Islam.

¿No ve carisma suficiente en las filas de Podemos?

Este país ha vivido demasiado, tuvo 40 años de vencedores y e vencidos, de las dos Españas y el problema de Podemos es que recrea las dos Españas. A mí me espanta ver que en Madrid se destruyan estatuas. Eso se hace en Oriente Medio, lo hace ISIS. En una sociedad democrática europea, con la historia que tiene España, que va mucho más allá de la Guerra Civil, España no se inventó cdon la Guerra Civil, tiene siglos de existencia, fue un gran Imperio en su momento, y el hecho de que se destruyan estatuas porque no encaja en la versión histórica de uno de los bandos de la sociedad, me parece nefasto. En cambio, el pueblo inglés asume que en su historia han formado dos bandos completamente opuestos, pero que forman parte de su narrativa compartida, así que yo sufro cuando leo (aunque se han dado cuenta de que se han equivocado) que a los pobrecitos carmelitas iban a destruir el monumento que tenían en Carabanchel. Es de una insensatez, falta de madurez, injusticia y de tolerancia que me parece que no es bueno para la salud de una nación.

A la sociedad británica, ¿cómo le llegan estos días los mimbres de lo que está pasando en España?

No lo comprenden, porque en términos de la sociedad y de la cultura política británica, encuentran que lo que está pasando aquí es propio de una sociedad completamente inmadura. No entienden, por ejemplo, que después de unas elecciones donde el voto ha sido bastante claro, en que el pueblo español ha dicho que no cree en ningún partido monopolístico, estemos a más de un mes con los políticos sin acuerdo. Cuando los laboristas perdieron -Gordon Brown con David Cameron- Cameron estuvo una semana hablando con laboristas y demócrataliberales y llegó a un Gobierno de coalición, en una semana. Aquí hemos estado cuatro semanas, ¿para qué? Eso es una falta de respeto hacia la democracia y hacia el pueblo español.

El Papa tiene el gran reto del terrorismo islámico, como mentaba, pero... ¿qué le queda por hacer al Papa?

Le queda muchísimo por hacer, empezando por su propia Iglesia. Porque ha provocado que haya sectores que no están de acuerdo con lo que está haciendo, le consideran demasiado «reformista», es un camino difícil porque, por un lado, tiene que reformar la institución para que no sea una Iglesia de museo, como dice, y por otro lado, no quiere irse como el Papa que provocó el sismo entre el conservadurismo o tradicionalismo y los reformistas. Quiere una unidad dentro de la Iglesia que acepte la pluralidad de opiniones, y tal vez de teologías, que es difícil. Por otro lado, el gran reto que tiene es el terrorismo de Islam. He subtitulado el libro como «El Papa de la promesa» que, en cierto modo, es un subtítulo claro, pero también ambiguo. Le considero un profeta, en el sentido evangélico, llevando a la sociedad a un mundo mejor, pero también es el Papa de la promesa. Hay un cierto interrogante, porque es un Papa que está corriendo contra el tiempo. Tiene 80 años, de salud ya sabemos que tiene medio pulmón que no existe, está mal de la espalda y tiene una vida que ningún otro Papa ha llevado. Se levanta a las 4 de la mañana, no toma vacaciones, los viajes... Él lleva ese tipo de vida, así que tiene poco tiempo para dejar a la Iglesia en manos de un sucesor, o que los cardenales elijan a otra persona en su propia línea. Ese es el reto para él, intentar avanzar todo lo que pueda sin provocar un sismo y, dentro de los pocos años que tenga, tal vez poner a la Iglesia y al mundo en una vida de transformación política, social y espiritual. Yo veo síntomas de transformación y de cambio. Y te doy simplemente un ejemplo: ¿quién hubiese imaginado hace cinco años que hubiese un acuerdo mediado por el Papa entre EE.UU y Cuba, y para el bien de la humanidad, ha sido una cosa positiva, entre EE.UU. e Irán para bien del mundo?

Entonces, ¿la gran promesa de Francisco es transformar la Iglesia o solo eso que me decía de reformarla sin provocar un gran cisma?

Reformarla sin provocar un gran cisma sería una gran transformación. Si tú provocas un sismo, no tienes transformación, tienes una batalla abierta.

¿Asistirá el Papa a la ordenación de mujeres y su inclusión en el sacerdocio, y a toda esa gran reforma que no llega?

No. vamos a ser realistas en esto y si lees mi libro, hay muchas mujeres en mi libro y hago algunas críticas al Papa en un volumen objetivo, no oficialista. Hay varios de esos, esto es fruto de una investigación y yendo a la verdad. Hay una zona de crítica, dentro del respeto, al Papa le falla el lenguaje de comunicación con la mujer moderna, secular y postmoderna. La mujer ya liberada e igualada y que se siente, con todo derecho, igualada. Le cuesta pensar en la imagen que da teniendo a 200 cardenales todos ellos asumiendo celibato, pero sabiendo que tal vez no todos sean célibes y que ni una mujer esté entre ellos decidiendo cosas, que a nosotros nos parecen normales. Las mujeres no tiene sentido que se les deje fuera de la Iglesia, como católicos, el centro de lo que nos define como católicos está en la misa, y si tú excluyes a la mujer de la participación de la celebración de la misa, es como decir, y te pongo el ejemplo que me dijo una hija mía: si Jesús hubiese estado cenando con nosotros, ¿a la mujer la pondríamos en otra mesa? Yo estoy convencido de que Jesucristo aceptaría sacerdotes mujeres y a este Papa le cuesta eso, porque en esa parte viene de una tradición de la Iglesia argentina, bastante conservadora, de una sociedad bastante machista y no nos olvidemos de que viene de una familia de emigrantes, de baja clase italiana, donde la mujer sobre todo la “nona” o abuela es casi una santa, pero no es una mujer de carne y hueso, la conciben como una Virgen. No digo que no sea bueno, pero lo que no intento hacer es convertir a mis amigas en puntos de veneración, igual que no lo hago con mis amigos.

Leo el final de su libro. «En medio de la oscuridad del mundo, todavía queda la luz que trae este mensajero. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:9). ¿Cree que la mejor definición y a la que más se ajusta el Papa Francisco es la de «pacificador»?

Sí. Yo creo que es una palabra bonita, media entre las naciones y las personas. Es una persona que cuando entra en un cuarto donde la gente se está gritando, la calma de repente y resalta la importancia de poder escucharse el uno al otro. Reivindica también la importancia del silencio. Los jesuitas piensan no solo en tener contacto con el mundo real, sino también son contemplativos.

¿Qué le empuja realmente a escribir este libro? ¿Se puede escribir un libro sobre el Papa si no se es creyente?

Muy buena pregunta, que va al fondo de la cuestión. La razón por la que escribí este libro, lo que me inspiró fue un viaje de búsqueda de mi propia fe en un contexto de duda, de crisis de fe, que la tenemos todos. Había llegado un momento en mi vida, a pesar de haber sido criado en una familia de católicos y educado por los jesuitas, en que veía cosas en el mundo que quería explicar de otra manera que no fuese científica y analítica. Es un libro biográfico, sobre el Papa, pero también es mi propio camino en los pasos del Papa, buscándome a mi propio ser. Y por otra parte, también recoge el diálogo con la gran Iglesia de la humanidad, así que hablo con mujeres que se sienten fuera de la iglesia, con gays, con teólogos católicos que se sintieron fuera de la fe durante la época de Juan Pablo II y Ratzinger y que se sienten más contentos con este Papa. Ha sido un camino personal dentro de la duda en busca de mi fe. Respecto a su segunda pregunta, no. Un no creyente no entiende que el punto de partida y el fin tiene que ser una creencia, y yo creo que teniendo duda encaja perfectamente bien en nuestra fe. Es la gran paradoja que está en el Evangelio: Jesucristo estaba siempre con gente que tenía grandes dudas y con grandes conflictos. Desde María Magdalena, Lázaro... toda esta gente que siempre tuvo dudas, todos sus apóstoles y si no, mira San Pedro, siempre dudando de si «me voy a ahogar o no», «voy a traicionar o no», por eso somos humanos y estamos metidos en nuestra duda, pero gracias a Dios en esa búsqueda hacia nuestra fe, pensamos constantemente que Dios Existe. Yo busco a Dios en ti, y espero que tú en mí, y en todo el mundo.

¿Cuántos años ha estado investigando al Papa Francisco?

Comencé a investigar para el libro el segundo día de su elección.

Le he leído que cuando lo nombraron usted mismo tenía una venda, por la controversia moral que ha suscitado su «participación» o cierta «complicidad» en la junta militar argentina. ¿El libro despeja esas dudas y no cree que mucha gente tiene todavía ese velo de controversia y desconfía de Bergoglio?

Lo primero que escuché es que habían elegido a un argentino, y segundo, a Bergoglio. Mi reacción primera no era de euforia. Mi reacción era pensar en la «guerra sucia», los militares argentinos y sobre todo en la carencia ética y el fallo moral, institucional de la Iglesia argentina, que yo comparaba a la época de Pinochet en Chile y en El Salvador, donde los jesuitas fueron enfrentados. Así que uno de los restos para mí a la hora de escribir este libro es que se tenía que escribir sobre la participación en la guerra sucia como si fuese una investigación judicial, objetiva. Efectivamente fue lo que más tardé en preparar, el capítulo sobre la guerra sucia. El propio Papa ha leído el libro en inglés porque se lo he dado. Digo cosas de las que tal vez en su momento él no se dio cuenta: él mismo ha aceptado que pudo hacer más.

¿Cómo explicaría a un lector el rol que tuvo el Papa con el general Juan Perón, esa influencia grande que dice que tuvo por parte de Perón?

Bueno, es difícil para los que no conocen mucho la historia argentina, pero en síntesis, si tú eras un joven y empezabas a pensar en la doctrina social tradicional de la Iglesia y al mismo tiempo estabas pensando en entrar en el noviciado, como era el caso de Bergoglio, y coincides con el gobierno de Perón y Evita, coincides con un gobierno populista, pero que también estaba del lado de los pobres de cierto modo. Según parte de la Iglesia, encajaba dentro de la doctrina social que viene de muchos antes de Perón, y lo que creo que ha llevado dentro de sí Bergoglio es ese sentido utópico del peronismo de poder representar a los marginados, sobre todo, al pueblo pobre, a los que están sin representación, pero al mismo tiempo Francisco ha mostrado claramente la capacidad de distanciarse de dogmatismos, partidismos e ideologías. La clave está en que cuando él estuvo de arzobispo de Buenos Aires, tomó una posición muy crítica en esos momentos hacia el Gobierno peronista, que era el señor Kirchner, la señora Cristina Fernández Kirchner cuando él murió. Porque lo que él vivió fue una corrupción de los principios del peronismo y del bien común y que éste era un gobierno que estaba defraudando a los pobres.

En la página 195 de su libro, dice que subía mucho la radio para no ser escuchado. ¿Espió Kirchner al Papa Francisco?

Eso me contaron, o al menos, él pensaba que estaba siendo espiado. Y lo que me contó una persona cercana a él es que subía mucho el volumen de la radio para que no le escucharan porque tenía un cuarto donde se encontraba haciendo reuniones, pensaba que estaban siendo intervenidas y que su teléfono estaba pinchado.

Termino. ¿Cree que este Papa le tiene miedo a algo?

No tiene miedo. Yo le he seguido durante casi tres años. He estado en Brasil, con 1,5 millones de personas en Copacabana; he estado varias veces en la Plaza de San Pedro, con él muy cerca de mí, he estado con él en una audiencia personal dándole la mano, y es un tipo al que se le ve sin ningún medio. Como le vemos es como es: quiere dar la mano a la gente, quiere besarla, levantar a un niño, no le gusta estar rodeado de gente oficial, quiere su contacto humano y para mí es una persona sin miedo. Tal vez de lo que es consciente es de que está corriendo contra el tiempo, en un momento del libro yo le llamo el «running Pope», como le decía, en el sentido de que lo que no quiere hacer -y yo creo que lo ha dejado muy claro- es que no quiere terminar como Juan Pablo II, en los últimos meses de su vida, sin poder decir ni una palabra y casi sin poder moverse. Estaría dispuesto a jubilarse antes de eso, por ejemplo, si tiene un problema de cabeza, si se cae y no se puede mover, si tiene demencia o algo así. Al mismo tiempo tiene casi 80 años, tiene medio pulmón como sabemos y el problema de la ciática, yo creo que no diría miedo, sino la conciencia que tiene es la de no haber hecho lo suficiente antes de morir. Y eso lo tenemos todos, volvemos a la humanidad del Papa. Eso le hace más como nosotros.

Pero no le ve muriendo siendo Papa...

Cualquier cosa. Éste es el Papa de las sorpresas.

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