Manuel Fofo (izq.), Luca Varani, la víctima, y Marco Prato
Manuel Fofo (izq.), Luca Varani, la víctima, y Marco Prato - ABC

El homicidio de un joven, durante una orgía de droga y sexo, conmociona a Italia

Dos jóvenes, hijos de la burguesía romana, matan a otro joven para conocer «qué se siente» ser un asesino

Corresponsal en Roma Actualizado: Guardar
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Es el crimen más horrendo que ha conocido Italia en décadas, en el que se mezcla la depravación, la droga, el sexo y la crueldad. Dos jóvenes, hijos de la burguesía romana, mataron a un tercero, durante una orgía de sexo y drogas. Lo alucinante del caso, que ha dejado desconcertada a la opinión pública, es que el asesinato se cometió por maldad y experimento: por la curiosidad de conocer «qué se siente» tras matar a una persona, según ha trascendido de los interrogatorios de la policía.

Manuel Foffo, de 30 años, estudiante de Derecho, y Marco Prato, de 29 años, también universitario y organizador de fiestas para homosexuales en diversos locales de Roma, que se habían conocido en las pasadas navidades, pasaron los primeros cuatro días de marzo en el apartamento del primero, con sexo, alcohol y cocaína.

Solo en droga se gastaron 1.800 euros, proporcionada por un traficante albanés. En sus fantasías pensaron en un «estupro con un prostituto», con la posibilidad incluso de llegar al homicidio «para ver qué efecto hace la muerte». Al no encontrarlo en la calle, el viernes 4 de marzo contactaron mediante un mensaje telefónico con un joven, Luca Varani, de 23 años, con la promesa de pagarle 150 euros por participar en el «festín» de droga y sexo.

Cuando Varani, que tenía novia desde los 15 años, llega al apartamento, lo acoge Marc Prato, travestido de mujer, con peluca, esmalte y tacones. Estaba vestido así desde hace días, porque, según él, solo de esa forma Manuel Foffo, que no acepta su propia homosexualidad, está dispuesto a hacer sexo: «Quería que fuera su muñeca», afirma Manuel en el interrogatorio. La chispa del homicidio nació durante una relación de sexo extremo de los tres, con increíbles escenas de fetichismo. Cada uno da su versión del delito. Marco Prato cuenta: Manuel estaba como enloquecido, me ha pedido que echara un fármaco en el vaso de Luca y cuando éste ha comenzado a sentirse mal, me pidió que lo asesinara, gritando: 'Este cretino debe morir'».

Por su parte, Manuel Foffo hace una relación del homicidio culpando a Marco. Pero en las dos versiones hay «un cruel deseo de maldad», afirma el fiscal de Roma, Riccardo Amoroso. La realidad es que Luca Varani tuvo una muerte horrenda. Fue torturado, golpeado con un martillo y acuchillado. Luca murió lentamente, en un charco de sangre, con un cuchillo en el corazón, y sus dos asesinos reposaron durante la noche en la misma habitación en la que yacía el cadáver. Al despertarse, Marco Prato se escondió en un hotel, escribió una carta e intentó suicidarse tomando un frasco de barbitúricos. Mientras tanto, Manuel Foffo contó todo a su padre, un conocido empresario de restauración y de seguros, quien denunció el delito. La policía llegó al hotel cuando Marco Prato, hijo de un profesor universitario, estaba aún vivo y pudieron salvarlo en un hospital.

«Deso de maldad»

El fiscal Amoroso describe el asesinato de Luca Varani, nacido en Sarajevo y adoptado por una familia romana, con estas palabras: «Fría ideación, planificación y ejecución de un homicidio brutal, precedido de sevicias y torturas, sin otro motivo que el de apagar un cruel deseo de maldad». El fiscal los ha mandado a ambos a la cárcel por considerarlos muy peligrosos: «La modalidad espeluznante de su acción homicida, la brutalidad de los sufrimientos ocasionados a la víctima antes de asesinarla son índice de personalices perturbadas, privadas de sentimientos de piedad».

Roma, que ha conocido crímenes y depravación a lo largo de su historia, se ha sobrecogido por este homicidio horrendo, cometido por hijos de la Roma «bene», bautizada así por los medios para referirse a una Roma que echa sus raíces no solo en un ambiente de dinero, sino también de cultura. En la noche en que se conoció el crimen, el padre de Manuel Foffo se presentó en el conocido programa «Porta Porta» de la Rai mostrando con su dramático testimonio que eran jóvenes con una doble vida: «Mi hijo fue siempre un joven modelo. Estos jóvenes han tenido siempre de todo, ¿cómo ha podido suceder esta tragedia?».

El criminólogo Carmelo Lavorino da esta explicación: «La violencia se ha generado por una mezcla infernal: cocaína y alcohol que causa la pérdida de frenos inhibidores; además, se ha demostrado una falta total de valores éticos y de autocontrol de dos personalidades violentas, caracterizadas por una alta dosis de sadismo».

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