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Juan Manuel Heredia (d), un joven de 29 años vecino de Algeciras (Cádiz), el hombre más obeso de España que este año ha llegado a pesar 300 kilos - EFE

Operan al hombre más obeso de España para que pierda 200 kilos

Juan Manuel Heredia, que pesa más de 300 kilos, sufre como consecuencia de su obesidad una comorbilidad extrema

Granada Actualizado: Guardar
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Juan Manuel Heredia Vargas, de 29 años, contará el día de ayer como el que marcó el punto de inflexión en su nueva vida. Llegó a pesar hace unos meses más de 300 kilos y ahora va a erradicar definitivamente la obesidad mórbida que ha condicionado su cotidianidad con una operación de cirugía con bypass gástrico dirigida con mano firme el doctor Carlos Ballesta en el hospital La Inmaculada de Granada.

El joven, que se desplazó desde La Línea de la Concepción (Cádiz) con su mujer y una treintena de familiares, está considerado el hombre más obeso de España y su vida ha sido infernal. Un par de veces tuvo crisis respiratorias tan graves que le hicieron pensar en que algo tenía que hacer tras desatender consejos médicos durante tantos años y no cuidar su alimentación.

Ahora lo tendrá más fácil gracias a la operación con bypass gástrico a la que se le sometió ayer en el hospital andaluz. De un entorno humilde de Algeciras, Juan Manuel y su familia promovieron una colecta para, con la ayuda de parientes y amigos, poder empezar a poner fin al rosario de enfermedades y dolencias con las que ha tenido que convivir hasta ahora a causa de su sobrepeso.

Apnea del sueño, diabetes, hipertensión incipiente, hepatitis grasa severa, dificultad respiratoria y dolores intensos en las rodillas con deformación articular le han limitado su calidad de vida, actividad y movilidad. Tras las crisis severas en las que perdió el conocimiento por falta de aire, y tuvo que ir a Urgencias para recuperar las constantes vitales, Juan Manuel tomó cartas en el asunto.

Desesperado, habló con su médico de cabecera que le recomendó doctor Carlos Ballesta, creador de esta intervención con la que también cura la diabetes tipo 2. Su única aspiración era hacer una vida normal, subir unas escaleras, asearse solo, descansar cuando duerme, no sentirse aprisionado en su cuerpo.

Lo primero fue seguir una dieta, tratar de controlar los impulsos por los que devora en vez de comer. Con un tratamiento adecuado para la obesidad, ha perdido unos 30 kilos, colocándose en los 270 con los que ayer compareció ante la prensa antes de entrar en el quirófano.

«Por las mañanas me levantaba ya asfixiado, no puedo bajar al garaje y coger el coche», reconoció José Manuel a los periodistas.

Estaba nervioso y cuando se despidió de los suyos, todos eran un mar de lágrimas. El quirófano siempre impone si bien la invasión es mínima gracias a la laparoscopia con la que opera el doctor Ballesta en los centros que llevan su nombre en La Inmaculada, Ruber Internacional de Madrid y Tecnon de Barcelona, donde también practica estas intervenciones.

Maestro de cirujanos a los que ha enseñado esta técnica en multitud de países de todo el mundo, Ballesta ha podido realizar unas 3.000 operaciones en toda su carrera profesional de más de 30 años, unas 200 en Granada.

La de ayer tenía una mayor complicación por las circunstancias físicas del paciente. El hospital planeó hasta el milímetro su traslado, con una mesa especial para el quirófano adecuada a su peso, doble cama, transporte en grúa y un instrumental especial para obesos extremos. Todo un quirófano adaptado pues el paciente «rompe los índices», señalaba a los mandos de la intervención Carlos Ballesta con su habitual tono divulgativo.

Efectivamente, José Manuel cuenta con un índice de masa corporal de 89 cuando el de una persona sana puede estar entre los 19 y los 27. Por eso Ballesta se trasladó a Andalucía ayer con el doctor Arnulfo Fernández, de su máxima confianza, además de con su inseparable instrumentista de quirófano Gemma Jou.

Junto a ellos, cinco profesionales del hospital privado granadino entre los cuales se encontraba el médico anestesista Antero Fernández Sánchez siguiendo con atención la frecuencia cardiaca y demás constantes vitales del paciente. La presión torácica que ha impedido respirar bien a José Manuel durante años, unido al gas que se introduce para expandir el abdomen y que los cirujanos puedan trabajar, son las principales cuestiones que tuvieron que tener en cuenta en una primera fase de la operación.

Bisturí ultrasónico

Como señales visibles de que ayer pasó por quirófano, José Manuel solo podrá contemplar las pequeñas incisiones en la zona abdominal por las que los doctores introducen el laparoscopio con el que los cirujanos ven en pantalla el estómago y el intestino. También los instrumentos con los que trabajan, entre ellos un bisturí ultrasónico con capacidad para cortar, coagular y disecar los tejidos que se reordenan en la operación.

ABC presenció la realización del bypass gástrico a la hora aproximada del comienzo de la operación, que se prolongó en total por más de dos horas. Con esta intervención se habilita un estómago mucho más pequeño junto a lo que los expertos llaman «estómago excluido» que seguirá segregando bilis y jugos gástricos. Pero la digestión con dichos jugos llegará tras pasar los nutrientes por el intestino delgado que se le conecta directamente al reservorio reducido para evitar la parte que queda, en cierto modo, inutilizada.

Es una técnica mixta y ahí radican las dos claves que explican que José Manuel vaya a adelgazar cerca de 200 kilos en los próximos dos años. Por un lado, está el puente gastro-intestinal que reduce la longitud de absorción de los alimentos hasta que se completa la digestión. Por otro lado, al ser el estómago más pequeño, la sensación de saciedad que hasta ahora casi desconocía José Manuel será inmediata. Seguirá una dieta adecuada que será, ahora sí, más fácil de llevar.

Tendrá que hacer varias comidas al día que no serán mastodónticas, pero no tendrá necesidad de los aportes vitamínicos de por vida que requieren otro tipo de operaciones. Cuando alcance un peso equilibrado en aproximadamente dos años, el organismo de José Manuel se habrá reajustado a los nuevos modos de ingesta y se mantendrá en sus kilos.

El doctor Ballesta contaba los metros de intestino de José Manuel en pantalla, y daba los últimos puntos, antes de pasar el azul de metileno para asegurarse de que todo quedaba en orden. Mientras, la familia seguía en la sala de espera.

En menos de 72 horas, que es lo que como mucho está previsto que dure la convalecencia de José Manuel, estarán todos de vuelta en casa. Mientras tanto, celebran que todo va a cambiar. Han venido de Rota, Málaga, Algeciras y La Línea de la Concepción a acompañarle.

Una vida normal

Aroa Ordóñez, su mujer, de 28 años, sueña ahora con tener descendencia, algo que hasta el momento era impensable. En la espera para que finalizara la operación, recordaba el Ventolin que «nunca» le puede faltar a su marido y que ella tenía ayer en el bolso. Lo conoció así: «siempre ha sido un hombre corpulento», comentaba ayer en La Inmaculada delante de los suyos ante los que se congratulaba por poder empezar a vivir una «vida normal».

Para tomar un café en la calle, «tengo que buscar una cafetería con sillas de madera», reconocía Aroa quien tampoco recuerda lo que es tomarse un helado en un establecimiento. José Manuel y ella lo tenían que comprar e irse a tomárselo al coche o «a un banco de piedra».

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