Un caballo pastando en León
Un caballo pastando en León - carlos s. campillo

Criar caballos para el matadero es cada vez más frecuente en España

Ante la falta de registro, en Europa se desconoce cuántos caballos acaban en el matadero, en España en torno a 50.000

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La cría de caballos para su posterior sacrificio en mataderos es una práctica cada vez más frecuente en España, que ocupa además el tercer lugar de la Unión Europea en número de sacrificios, según el estudio «Eliminando las orejeras: salud y bienestar de los equinos europeos en 2015».

En la Unión viven siete millones de équidos (caballos, mulos y asnos), de ellos alrededor de 680.000 en España, según este amplio estudio, elaborado por las ONG World Horse y Eurogroup for Animals, con la colaboración de entidades españolas como la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales ( ANDA).

La principal conclusión del estudio subraya la ausencia de un marco legal «global y unitario» que atienda las distintas necesidades de estos animales, ha explicado el portavoz de ANDA, Alberto Díez, cuya asociación ha colaborado en la redacción del documento.

Esto obedece a la enorme versatilidad de los équidos, cuyas funciones cambian conforme van envejeciendo.

Funciones de los caballos

Antes de acabar en el matadero, han podido tirar durante años de una calesa, haber trabajado en el campo o una feria, competido en eventos deportivos o simplemente haber sido un animal de compañía.

En función de ello, el tratamiento legal es muy distinto. En España, el tratamiento para los caballos destinados al sacrificio es muy diferente a aquellos circunscritos a actividades de ocio, siendo en este último caso «mucho mayores las exigencias de bienestar animal», agrega el portavoz de ANDA.

Al contrario de lo que sucede en el mundo anglosajón, donde comerse un caballo equivaldría a hacerlo con un perro o un gato doméstico, en Francia, Italia y España forma parte de su cultura gastronómica.

Españoles y polacos cada vez crían más cabalos para su posterior venta como carne

Según añade el informe, dentro del territorio europeo se registra también un gran movimiento de caballos, ocupando España uno de los cuatro primeros puestos y, junto a Italia, es donde más sacrificios se llevan a cabo. Alrededor de 51.000 anuales (en Italia, 50.000).

Asimismo constata que criadores españoles y polacos se dedican cada vez más a la cría del caballo para su posterior venta como carne.

Díez explica, al respecto, que en Navarra, Cataluña, País Vasco y zonas de Pirineos es tradición consumir esta carne, mientras que en Asturias, León, Cantabria, Reinosa, Lugo y Orense hay criadores de una raza semi autóctona –pequeña, corpulenta y pesada– que se exporta, ya sea empaquetada en canal o bien el animal en vivo.

En este sentido, el portavoz de ANDA ha pedido la sustitución del transporte de los animales vivos, no sólo porque ayuda a evitarles el sufrimiento de mantener un difícil equilibrio en una plataforma sino porque también puede contribuir al propio desarrollo de la economía local, dado que le da valor añadido al producto al encargarse de su manufactura. Las costumbres gastronómicas, ha recalcado, no tienen relación con la protección de los animales.

Ausencia de cifras oficiales

Por otro lado, el informe europeo reconoce que es complicado saber cuántos équidos son sacrificados en los mataderos de la Unión Europea. En 2014, Italia y España fueron los países con un mayor número de sacrificios, 50.000 y 51.000, respectivamente.

Los principales productos son la carne y piel. El principal país productor de cuero es Italia y el principal receptor es Rumanía.

La carne es también exportada a países del tercer mundo, algo «preocupante» –según el informe– porque los controles sanitarios no son equiparables a los europeos.

En la Unión Europa viven alrededor de siete millones de équidos (caballos, mulos y asnos), de ellos unos 680.000 en España, aunque las cifras fluctúan mucho por la ausencia de un sistema homogéneo de recogida de datos y, en general, por la poca información disponible.

Caballos semi-salvajes

Por último, el informe destaca la situación de los caballos que viven en régimen semi-salvaje en el sur de Pontevedra. «Se trata de la picaresca española: todos los équidos por ley deben estar identificados pero la UE establece una excepcionalidad para los semi-salvajes. ¿Qué pasa? Sus dueños se agarran a esta excepción para no ponerle el microchip y no hay nadie responsable en caso de daños o maltrato» hasta que se aproxima su venta.

Tanto la Xunta como los consellos están intentando limitar este abuso, concluye Díez, cuya organización ha denunciado en reiteradas ocasiones la práctica de amarrar estos caballos con una especie de cepos de madera para evitar que huyan o se alejen en exceso.

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