Manuel del Valle
Manuel del Valle - ROCÍO RUZ
ENTREVISTA

«A mis dos tíos los fusilaron en el 36. Pido desmemoria histórica para olvidar el odio en España»

El exalcalde socialista de Sevilla, Manuel del Valle, muy preocupado por la falta de entendimiento de los políticos, cree que en el PSOE actual «se ha perdido el concepto de lealtad»

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Manuel del Valle Arévalo (Sevilla, 1939) fue alcalde de Sevilla entre 1983 y 1991 y quien tuvo que lidiar con la compleja preparación de la Exposición de 1992. Abandonó la política y volvió a ejercer como abogado. Muy preocupado por la falta de entendimiento entre los españoles en general, y los políticos en particular, pide «desmemoria histórica» para olvidar el odio y los muertos de la Guerra Civil, «que los hubo en los dos bandos», dice. Dos tíos suyos, sacerdotes, fueron fusilados en 1936 en Málaga y su padre «se salvó de milagro».

Se han cumplido 25 años de la Expo92. ¿Qué recuerdos guarda de ella?

La del 92 dejó un gran legado de infraestructuras mientras la del 29 dejó muchos pabellones y edificios, incluida la Plaza de España.

Entonces se sacó a la ciudad de un letargo muy grande. Para mí el recuerdo son lo de las obras de los diez años antes. En el 84 se comenzó el Plan de Ordenación Urbana que la hizo posible. Hubo que vencer muchos obstáculos jurídicos, económicos y técnicos. La Exposición no fueron solo muchos ingenieros o muchas empresas de construcción trabajando sino también una gran labor de despacho.

¿Cual fue el peor obstáculo que tuvo que vencer?

Un urbanista muy brillante de la época dijo que la Expo era algo exógeno a la ciudad. Eso fue lo peor. No había por dónde cogerla.

La Expo fue un gran éxito pero ¿cree que dejó huella en los sevillanos?

A los sevillanos sinceramente creo que lo más importante que les ocurrió fue el AVE. La Expo cambió la ciudad urbanísticamente y se eliminaron muchas barreras físicas. Pero en mi despacho profesional he comprobado que los sevillanos ni se acuerdan de cómo era la calle Torneo antes de la Expo. Ytampoco de que la SE-30 no existía, que ha resuelto muchos problemas de tráfico de la ciudad.

¿Fue usted el alcalde de la SE-30?

La gran obra para mí fue la apertura de la ciudad al río y el derribo del muro de la calle Torneo, aunque muchos sevillanos siguen sin mirar al río.

¿Seguimos viviendo de de espaldas a él?

Creo que sí, pese a que ha sido lo que históricamente le ha dado la vida a la ciudad. Tenemos la mejor pista navegable de aguas no bravas más importante de Europa y la disfruta gente de fuera, no los sevillanos.

¿Vivimos también de espaldas al Puerto?

El Puerto ha sido uno de los grandes motores económicos de la ciudad y no sólo desde el siglo XVI y XVII. La pena es que los grandes barcos no puede entrar por aquí y perdemos mucho transporte marítimo. La obra que se hizo en la esclusa no se está amortizando.

El dragado es la clave.

La normativa comunitaria no lo permite. No sé si el dragado perjudicaría al arroz o a la agricultura colindante. Es un tema muy discutible.

Dice Alfonso Lazo que si los sevillanos piensan que Sevilla es lo mejor del mundo es difícil hacerla progresar. ¿Está de acuerdo?

Cuando era alcalde ya muchos me decían eso y yo les decía que tenían que viajar más. Sevilla es una ciudad excepcional pero hay que conocer París, Lyon, Bolonia, Venecia y tantas otras ciudades.

¿Esa autocomplacencia es un freno para mejorar las cosas?

Sí. Además, es contagiosa. Sevilla espera siempre que venga alguien de fuera a remover las cosas. Así ocurrió con la Feria, que la pusieron en marcha un vasco y un catalán.

¿Necesitamos concejales como José María de Ybarra y Narciso Bonaplata?

Es evidente que sí. Necesitamos otros concejales.

El equipo de Gobierno actual ha prolongado un día más la Feria. ¿Le parece que ha sido una buena idea?

Yo soy poco feriante pero este año ha coincidido con el puente del 1 de mayo. Si eso no se repite, yo soy partidario de volver al lunes del Alumbrao. El sevillano ha sabido administrarse pero los tres primeros días fueron intransitables.

La globalización está convirtiendo el centro de Sevilla en una ciudad parecida a la de otras ciudades europeas. Muchas franquicias y cada vez menos comercios históricos locales.

Hay que recordar cómo era el caso histórico de Sevilla hace 40 años. La recuperación y rehabilitación fue espectacular. También de todo el caserío histórico de Sevilla, aunque hay varios adefesios que rechinan.

¿Cuáles?

Prefiero no concretar para no enemistarme más con los arquitectos

¿Y los veladores?

Se ha sobrepasado con mucho el límite de lo admisible. Hubo un momento en que yo pensé que hacían falta, pero sinceramente nos hemos pasado. Hay que retroceder

Pérez Reverte dice lo contrario repecto a La Campana.

Es un caso puntual pero de mucho tránsito peatonal. Hay otros sitios donde habría que quitar veladores para dejar espacio al peatón

Cuando era usted alcalde había veladores en la Campana.

Sí, pero sólo tres o cuatro.

¿Y en la Plaza de San Francisco?

Cuando llegué al Ayuntamiento la plaza de San Francisco era un inmenso aparcamiento de coches. Se vació de coches aunque ahora habría que darle algo de vida para que no está vacía, pero no me refiero a veladores.

Las Atarazanas también siguen vacías desde hace muchos años.

Es uno de los edificios más importantes y extensos del casco histórico, a pesar de que en los años 40 se derribó casi la mitad del inmueble. Siempre he dicho que un edificio que data de 1258 lo que se haga debería permitir que pudiera reconocerse el edificio en toda su historia, no sólo su época como almacén, de fábrica de artillería o de galeras.

¿Y no se está eternizando la solución?

Sí. Sobre todo cuando hay una entidad financiera que está dispuesta a poner 10 millones de euros. Creo que se eterniza porque hay miedo a adoptar una decisión.

¿Miedo a equivocarse?

Sí, pero gobernar es eso. Habrá quién esté de acuerdo y quién no. Es equivocarse y arriesgarse a acertar.

¿Cree que se pretende contentar a todo el mundo?

Sí, pero eso es conduce a la inacción.

¿Es ese uno de los problemas de la política actual: el miedo a equivocarse o a disgustar a alguien?

Es uno, sin duda, pero a mi juicio el peor es la falta de entendimiento entre los distintos partidos.

Usted fue senador, presidente de la Diputación de Sevilla y alcalde. ¿Es este el cargo más ilusionante para un político?

El que más marca. Es el contacto directo con el ciudadano y donde los problemas tienen que estar resueltos desde ayer.

Le llamaban Manuel del Bache...

Transitar por la calle Torneo era una tortura por los baches. Pero yo sabía que se iba a tirar el muro así que decidí dedicar el dinero a otras cosas más necesarias.

Monteseirín gastó 100 millones de euros en las setas.

He dicho muchas barbaridades de ellas, pero pienso que como es un artefacto de madera que sufre un clima tan extremo como el de Sevilla es posible que acabe cayéndose. En el Parque del Alamillo hubieran tenido más visibilidad.

¿Pero se hubiera gastado tanto dinero en eso?

Nunca. Gobernar es priorizar el gasto. Pero hay que saber previamente lo que uno quiere hacer.

¿Se arrepiente de algo de lo que hizo o no hizo como alcalde?

No. Arrepentirme no es algo que vaya conmigo. Prefiero hacer a no hacer, aunque me equivoque.

¿Ni de lo de enterrar el metro?

No, en aquel momento fue la decisión correcta. El proyecto era de 1964 y no se correspondía con las necesidades de la sociedad de aquella época porque era solo para la ciudad de Sevilla, no para el área metropolitana. De todas maneras, Felipe González me llamó a la Moncloa para decirme: «Mira Manolo, hay dinero para hacer la Expo, la autovía Sevilla-Málaga y para el AVE, pero no para el metro»

¿Está ahora a favor de completar la red?

Sí, pero sin olvidar lo que me dijo un día el alcalde de Lyon, que tiene un millón de habitantes y solo dos líneas. El metro solo lo pueden tener las ciudades ricas porque es deficitario y casi imposible de amortizar.

Hablaba antes de la falta de entendimiento de los políticos actuales. Tal vez sea un reflejo de la falta de entendimiento de los españoles. ¿La ley de memoria histórica ahondó en esas diferencias?

Mi abuelo paterno era maestro nacional en el siglo XIX y mi otro abuelo era mancebo de farmacia. Tuve dos tíos que eran sacerdotes y que fueron fusilados en el año 36: mi padre se salvó de milagro. Yo estoy afectado también por la memoria histórica pero sobre todo estoy interesado en que en algún momento se establezca la desmemoria histórica para que por una vez en la vida podamos decir que somos un país de 40 millones de habitantes en el que todos podamos mirarnos a la cara y olvidarnos de que ha habido una guerra civil con muertos en los dos bandos, no solo de uno.

¿La ley de Zapatero descosió la reconciliación que trajo la Transición?

No sé si reconciliación pero la Transición sí trajo el inicio del olvido de todo lo que pasó, no de los muertos de cada familia, que esos no se van a olvidar, sino del hecho de que esos muertos fueron fruto del odio de unos españoles y de otros, por los dos bandos.

¿Ahora es más difícil pensar en ese olvido que hace 10 años?

Sí, pero confío en que sea posible dentro de dos o tres generaciones.

¿Y los políticos no tienen mucha responsabilidad en eso?

La tenemos toda. Todos los partidos. No se ha sido sincero en los acercamientos y en los planteamientos de esa reconciliación. Y se cayó en el aquello del «tú más».

¿Cuando usted era alcalde no había el «tú más»?

Nos conocíamos casi todos de la universidad y luego de los plenos nos íbamos a tomar cerveza juntos. Los enfrentamientos han resurgido y hoy día todo es más complicado. Parece que hoy hay más fundamentalismos.

Lo de los guerristas y felipistas parece un juego de niños al lado de sanchistas y susanistas.

Vi diez minutos del debate y fue suficiente para quedar curado de espanto. No obstante, en la historia del PSOE hubo momentos mucho más duros como en 1917 cuando se plantea integrarse en la internacional comunista. También los enfrentamientos entre Largo Caballero y Besteiro o el posterior con el sector de Indalecio Prieto. O el de Felipe González cuando dijo no al marxismo. A mí esto no me asusta pero el problema son las personas actuales.

¿En qué sentido?

En que aquí lo que hay son problemas personales, no de ideología. En la época del guerrismo nunca se planteó el debate en términos de ruptura del partido. Empezando por Alfonso Guerra nadie se planteaba que el enfrentamiento pudiera dar lugar a una ruptura del partido. Eso hoy subyace detrás del enfrentamiento personal.

¿Ese odio del que hablaba antes se está dando en su partido?

No diría odio pero sí un enfrentamiento muy duro.

¿En la famosa «foto de la tortilla» que usted hizo en 1974 en los pinares de Puebla del Río cabría alguno de esas personas que luchan por liderar el PSOE actual?

Ninguno. Entre nosotros había una relación personal muy fuerte y un objetivo común muy determinado, a pesar de ciertas diferencias ideológicas. Y había una lealtad personal que hoy no hay. Hoy no existen muchas ideas pero dudo mucho que existan lealtades, se ha perdido el concepto de lealtad.

¿Hay mucha mediocridad en la política actual?

Los más preparados huyen ahora de la política. Yo me exiliaría a París antes que volver a la política.

Y muchos de los que están no tienen una profesión fuera de la política ni un sitio al que volver...

Ese es un problema. Un funcionario amigo me lo decía esta semana: las personas con un perfil más problemático para encontrar trabajo son los políticos. El problema es que muchos no saben hacer nada porque no tienen formación. Eso antes no era así.

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