ANÓNIM@S

En vídeo: Así es el trabajo del encargado de cambiar la hora en un centenar de relojes municipales de Sevilla

Este fin de semana Francisco Javier Magüesín Torner deberá retrasar la hora a más de cien relojes de la ciudad

Francisco Javier Magüesín Torner es el relojero del Ayuntamiento de Sevilla RAÚL DOBLADO

PEDRO YBARRA

Al entrar en la relojería de la calle Alcaicería suenan a modo de concierto coral las seis de la tarde. En el taller de la planta superior se encuentra Francisco Javier Magüesín Torner , el relojero. Su bisabuelo, Rafael Torner , ya lo era en 1915 cuando se hizo con el contrato de conservación de los relojes municipales de Sevilla.

Más de un siglo después, este relojero sigue siendo el responsable de la puntualidad de los sevillanos. Más aún si cabe, porque además de mantener los relojes del Ayuntamiento, también lo es el responsable de otros muchos relojes distribuidos por edificios de la ciudad como el Alcázar , la Real Maestranza de Caballería , la Universidad de Sevilla , el Palacio de las Dueñas o la Casa Pilatos , que sumarían más de cien relojes a los que este sábado deberá cambiar la hora.

A sus 52 años Francisco Javier Magüesín Torner es la persona que mantiene y debe cambiar la hora a todos estos relojes que están repartidos por el callejero de la ciudad, tarea que comenzó a realizar desde que acabó la mili allá por el año 1987.

Cuando baja del taller, seguramente por aquello de «en casa del herrero cuchara de palo» no lleva reloj en la muñeca, pues se encuentra trabajando y confiesa que «cualquier reloj de pulsera del año 2017 daría una hora más exacta que la de los relojes antiguos», aunque reconoce la importancia y la necesidad de conservar el patrimonio de la ciudad.

Arriba, en el taller, guarda un patrón : un reloj por radiocontrol, que funciona por onda corta, corregido al segundo. La referencia por la que pone en hora su reloj y la de los relojes de los sevillanos.

Cambiar la hora de cien relojes

Este fin de semana llega el horario de invierno y Francisco Javier tiene por delante una gran misión: cambiar la hora de cien relojes. Para que le de tiempo a poner en hora más de cien relojes durante un solo fin de semana se mueve en bici, como si estuviese participando en una «contrarreloj», para trasladarse a iglesias, edificios municipales o torres que guarden un reloj en su interior o fachada, aunque confiesa que utiliza el coche para acercarse a los que se encuentran más alejados del Centro, como el reloj de la Gran Plaza o el del colegio Ortiz de Zúñiga .

Los Torner en 1907 ABC

« El cambio horario supone mucha tensión porque el lunes por la mañana deben estar todos los relojes de las oficinas con la hora cambiada, el de Plaza Nueva, y durante todo el día hay que cambiar también los relojes de colegios, hemerotecas, el Hogar Virgen de los Reyes, el Laboratorio Municipal, y todas las oficinas que hay en la ciudad, para poder terminar sobre media mañana», confiesa Magüesín.

Para realizar esta hazaña depende del horario de los edificios . Así el viernes por la tarde realiza los cambios en los relojes de las oficinas de la plaza Nueva, el sábado en Pajaritos y el Registro General del Prado de San Sebastián, etcétera. «No hago cuadrante porque es un trabajo que ya me sé de memoria», afirma.

Sitios públicos

El problema es el escaso tiempo que hay para cambiar la hora todos estos relojes, la mayoría además en sitios públicos: bibliotecas, colegios... «La hora de todos los relojes municipales (unos cuarenta) debe ser cambiada manualmente , a excepción del reloj del puente de Triana, que es de cuarzo, está programado y se cambia solo», dice.

Casi todos los relojes del Ayuntamiento son de cuerda, lo que obliga a dar cuerda cada 4 ó 5 días , por lo que tiene un recorrido hecho desde hace muchos años, lo que facilita este momento. En realidad no hay mucha diferencia entre cambiar de hora unos relojes u otros. «Los que tienen montaje eléctrico, como el de la fachada del Ayuntamiento, que se dan cuerda solo, al llevar una combinación de alturas de pesas hay que ir a una hora exacta a cambiar la hora, porque podrían decuadrarse las pesas y pararse. En el caso de este reloj sería a la una de la madrugada». Como dice Francisco Javier, afortunadamente «todos los relojes son de fácil acceso y no hay ninguno que pueda suponer riesgo físico de algún tipo», añade.

«Más trabajoso atrasar que adelantar»

Tiene más trabajo el cambio por el horario de invierno que el de primavera , o lo que es lo mismo, el atraso que el adelanto. «El sistema para realizar el cambio de hora en estos relojes es similar al utilizado el siglo pasado, aunque siempre es más trabajoso el atraso que el adelanto. La mayoría de los relojes son antiguos y hay que ir adelantando de media hora en media hora once horas, mientras que para el horario de verano solo hay que darle una hora para adelante y ya está», afirma.

La razón es sencilla, porque «en los relojes antiguos los mecanismos no permiten mover las agujas en sentido contrario, porque entonces se cambiarían las campanas y sería un desbarato», aclara. Algunos, como el reloj de dos caras de la torre de San Lorenzo, utilizan el mismo mecanismo para ambas fachadas.

La prisa no es buena compañía

Francisco Javier confiesa que aprendió de su tío Rafael (recientemente fallecido) y de Manolo López , oficial jubilado que trabajó cincuenta años en la relojería en la que entró con 14 años. Mientras, María Eugenia Crespo (su mujer), restauradora de las cajas de madera de los relojes, «la mayoría son de nogal, caoba o castaño», nos enseña fotografías de la familia. «Estaba con Manolo todo el día codo con codo. De él aprendí la paciencia y a no correr, la prisa no es buena compañía. En esta profesión no se puede ir a contrarreloj», añade. Este es «un negocio cada vez más difícil, porque las casas cada vez cierran más puertas para fornituras y piezas para los relojes».

Con su tío Rafael y Manolo lópez ABC

Los antiguos se averían mucho, generalmente por el desgaste de piezas. «La dificultad consiste en fabricar las piezas averiadas o conseguir una máquina igual que tuviera las mismas piezas, aunque es muy raro que coincidan. Normalmente tengo que hacer la pieza, generalmente de bronce o hierro», añade.

Una hora especial

La humedad suele afectar a los relojes, «aunque este año con la escasa lluvia no hemos tenido muchos problemas de este tipo», porque como se filtre humedad en los relojes se empiezan a oxidar. La humedad del ambiente depende mucho también del estado de los edificios.

La próxima hora especial para Magüesín es la Nochevieja , tanto en la Plaza Nueva, como en el puente de Triana y «hasta en San Lorenzo, donde acuden unos cuantos vecinos que se toma las doce uvas cada año allí. Toda una reponsabilidad», añade. Este año seguramente compartida con su hijo Javier, que a los 21 años empieza a aprender el oficio y asegura la continuidad de la saga de los relojeros sevillanos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación