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Restos de las Reales Almonas encontrados en una vivienda de Triana en 1989 - ABC

¿Qué pasó con los restos de las Reales Almonas de Sevilla?

El jabón «Castilla», elaborado en Triana, fue el más vendido en España, Flandes y América

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Hubo un tiempo en el que en los tocadores de medio mundo no podía faltar el jabón «Castilla». Reinas, princesas, duquesas, damas de la alta sociedad y doncelllas elegían para su aseo personal los productos elaborados a orillas del Guadalquivir. Durante más de cuatro siglos, las Almonas Reales de Triana produjeron el jabón más cotizado a ambos lados del Altántico.

El origen de las almonas se remonta al periodo andalusí, a finales del siglo XII, cuando los musulmanes construyeron las primitivas jabonerías. Era el sitio de las cuevas. Hasta que tres siglos más tarde Fernando III reconquistó Sevilla y la Reina Doña Juana se convirtió en la titular de esta creciente industria jabonera.

Sería en el siglo XVI, bajo la protección de la Casa Real y en manos de la Casa Ducal de Alcalá, cuando la producción de jabón en Triana comenzó su época de mayor esplendor, convirtiéndose en un lucrativo negocio que exportaba a buena parte de Europa y al Nuevo Mundo.

¿Dónde se fabricaba el jabón?

«La elaboración de este jabón les resultaba muy económica a estos señores, a los duques de Alcalá, porque el aceite procedía de sus propios olivares, las cenizas eran de las almarjas que es una hierba de aquí de la isla. Bueno estaba todo a mano y era muy económico, a parte de que los sueldos eran míseros, propios de de esclavos» explica Ángel Vela, escritor y cronista del barrio de Triana.

Excavaciones en vivienda calle Castilla
Excavaciones en vivienda calle Castilla - ABC

La fábrica se ubicaba en el tramo comprendido entre el callejón de la Inquisición y el arquillo del Paseo de la O, en lo que hoy es la calle Castilla. De ahí el nombre, o marca, con el que era conocido este jabón en todo el mundo. A través de túneles, se transportaba hasta el muelle del río, y desde ahí hasta las alcobas de Flandes, Aragón o América.

«Ya en el siglo XX esta fábrica se disgrega y se divide en pequeñas fábricas. Una de ellas estuvo en manos de un concejal, Francisco Casado, concejal del Ayuntamiento de Sevilla, y fueron languidenciendo y ese fue el final de la producción de jabones en Triana» apunta Vela, haciendo referencia al libro de Joaquín gonzález Moreno, «Descubrimiento en Triana: las cuevas del jabón».

Los restos sepultados de las almonas

Poco queda de aquella própera industria jabonera. Sólo un puñado de afortunados pudieron ver de primera mano los restos hallados en 1989 cuando se derriba la vivienda de los Conradi, el número 24 de la calle Castilla. En sus cimientos se convervaban las tinajas y los depósitos donde se elaboraba el jabón trianero. Su perfecto estado de convervación invitaba a ser optimista, incluso se habló de un proyecto de rehabilitación. Pero todo fue sepultado.

«Sevilla y Triana perdieron una ocasión extraordinaria de mantener ahí una parte importante de su historia» dice Ángel Vela. Como consuelo, queda una placa de cerámica que recuerda las Reales Almonas.

«Si no llegamos a poner la placa de esa casa en el número 24, nadie sabe que aquí había una fábrica que aquí empleaba a cientos y cientos y que además producía un jabón famoso en medio mundo. Nadie se hubiera enterado. Menos mal que gracias al concejal Alberto Jiménez Becerril, en el 91 hablé con él, hicimos muchas cosas en Triana. Y pusimos esa placa que por lo menos recordara que aquí estuvieron al almonas de jabón» explica este apasionado de la historia trianera.

Y es que lo que podría ser un museo abierto, vivo, un espacio para el conocimiento de la historia y la cultura de la ciudad está solo disponible para los propietarios del número 24. Sólo ellos tienen acceso al sótano donde aún se conservan algunas tinajas. De ahí el dolor con el que se expresa Ángel.

«Mi dolor porque eso no se conserve, por esa desidia de esta ciudad que deja perder parte de un patrimonio a la que se le podría haber sacado mayor rendimiento, no solamente histórico. En Valencia existen una almonas que no tienen ni la cuarta parte de interés que tienen estas. Y están abiertas al público. Luego eso dice mucho de la característica desidia de esta ciudad que ciuda mucho la Semana Santa y la Feria, pero que a parte de eso se preocupa de muy poquitas cosas» sentencia Vela.

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