Casillas solicitó despedirse solo
Casillas solicitó despedirse solo - abc
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La demanda de Casillas contra el Real Madrid, clave de una crisis

El jugador renovó con Ramón Calderón en 2008 y su apoderado le pidió su comisión. Íker demandó al club para que la abonara

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Solicitó despedirse solo, sin nadie a su lado. El enfrentamiento entre Casillas y el Real Madrid vivió el último capítulo de un desencuentro más triste que las propias lágrimas del guardameta al marcharse de la casa donde se hizo futbolista.

Las complicadas negociaciones de los últimos cuatro días fueron el espejo de un antagonismo que quedó patente en la soledad del futbolista en el estadio de sus sueños cumplidos, el Bernabéu. El club le ofreció realizar un acto público en el coliseo blanco con sus dieciocho trofeos, ante la afición, y discurso de apertura de Butragueño, discurso del presidente y discurso del mito. Se negó. Incluso se propuso que solo hubiera un discurso, el suyo. También lo rechazó. El jugador madrileño propugnó

dos días antes hacer una rueda de prensa en Valdebebas con la única presencia de sus compañeros. El retraso de las negociaciones y la animadversión que provocaron, con nuevos choques entre las partes, acabaron por destrozar la situación.

Los cuatro días soportados entre el miércoles y el sábado significaron la puntilla de una divergencia casi ancestral. El miércoles había acuerdo para que el Real Madrid abonara ocho de los millones netos, con sus impuestos correspondientes, de los trece que el cancerbero debe cobrar en dos años. El Oporto cubría los otros cinco. El jueves, Íker pidió al Real Madrid que le pagara los trece millones, como un despido, y que el club luso aportara otros cinco. Se rompieron las conversaciones. El viernes, los asesores del guardameta aceptaron el pacto del miércoles. El sábado por la tarde se paralizó todo, de nuevo, por diferencias fiscales. Al final, por la noche, hubo entente. Pero el ambiente era atroz, insoportable.

Este cúmulo de sucesos reflejaba en realidad la discordia existente desde hace demasiados años. Hay que contar toda la verdad para conocer los argumentos de un desencuentro que nació en 2004 cuando el cancerbero manifestó que él era «el galáctico de Móstoles», respuesta irónica ante la consideración de galácticos de Beckham, Ronaldo Nazario de Lima, Zidane y Figo, fichados por Florentino Pérez, a quien no gustaba precisamente el apelativo porque parecía que sus jugadores no tenían que luchar. El enfrentamiento se radicalizó cuando, tras dimitir Florentino Pérez en 2006, el portero renovó personalmente con el Real Madrid de Ramón Calderón hasta 2017 y no quiso pagar su comisión a su representante, Ginés Carvajal, con quien rompió después, no antes, su relación contractual. El apoderado demandó a Casillas. Y el guardameta (la sociedad de su padres) denunció al Real Madrid en 2009, nada más regresar Florentino Pérez al cargo, para que la entidad pagara a Carvajal su porcentaje.

El capitán retiró la demanda en 2010. El litigio económico se saldó en 2012, cuando Íker abonó un dinero a Carvajal, en desacuerdo con sus padres, que después le pagaría el club. Pero las relaciones ya eran inexistentes. Ayer vivimos en el Bernabéu ese enfrentamiento sin personas. La soledad deseada del ya excapitán era una postura dura, enconada.

Casillas lloró desde el comienzo de su discurso ante la prensa. No podía hablar. Dio las gracias a todos sus técnicos. Recalcó lo de todos. Incluía a Mourinho, señalado como el culpable de su ocaso. Recordó a excompañeros y compañeros. No mencionó la palabra directivos. Un adiós muy triste, frío, desangelado, sin alma.

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