Ignacio Zambrana con su guitarra en su taller de zapatería
Ignacio Zambrana con su guitarra en su taller de zapatería - J.L.M.
MORÓN DE LA FRONTERA

Zapatero de día, guitarrista de noche

A Ignacio Zambrana, sobrino-nieto de Diego del Castor y nieto de «Joselero», no le convence el refrán «zapatero a tus zapatos»

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Hay quien dice que con ciertos talentos «se nace». Ignacio Zambrana es una prueba de ello. En el Pozo Nuevo, en un pequeño establecimiento, repara todo tipo de calzados con un trasiego de clientes constante. Se mueve con la soltura de quien lleva toda la vida dedicándose a una cosa, por lo que sorprende cuando confiesa que «llevo poco en el oficio de zapatero».

Pero la sorpresa para la mayoría de sus clientes llega cuando cuenta el origen de su vocación. «Estaba con unos primos en la Costa Brava porque estaba de gira allí. Yo tocaba la guitarra en una sala de fiestas por las noches».

Aquel tiempo que estuvo viviendo con sus primos le marcó. «Yo actuaba por las noches, pero el resto del día me aburría.

Ellos tenían una zapatería y yo iba allí a pasar el rato». Observando a sus familiares, le entró el gusanillo y descubrió un oficio del que ahora está completamente enamorado. «Ojalá hubiese llegado a ser zapatero mucho antes», recuerda, ya que apenas lleva unos años. Igual que con la guitarra de forma profesional.

Porque sí, Ignacio Zambrana es guitarrista flamenco. Su nombre artístico es Ignacio de Amparo («por mi madre, que era una gran bailaora, que actuó con los más grandes»), y es sobrino del mítico guitarrista Diego del Gastor.

Su historia es, cuanto menos, curiosa. Una muestra de que nunca es tarde para descubrir tu vocación. Porque Zambrana lleva toda su vida tocando la guitarra, pero su carrera profesional es muy reciente. «Yo me he criado entre artistas, cantaores, guitarristas... por ahí me viene la afición, evidentemente», afirma. Pero no fue hasta 2012 que comenzó a tocar de forma profesional, para grandes públicos.

El toque de Morón

«Llegó un suizo enamorado del toque de Morón buscando a mi hermano Paco. Nos encontró y nos pagó para que actuásemos en grandes salas», recuerda. Comenzó así una carrera muy provechosa, con grabación de algunos discos (uno de ellos en solitario) pero que le llevó a conocer su verdadera vocación en aquel viaje a la Costa Brava. «Me convertí en zapatero por necesidad, pero también porque me gusta».

Sus dos aficiones tienen más puntos en común de lo que parecería a priori, especialmente en la forma en que aprendió a desenvolverse con las dos herramientas. «Yo con la guitarra he sido siempre autodidacta, escuchando, observando». Con la zapatería igual. Pero claro, también hay técnicas que aprender. Y ahí también coinciden sus maestros: familiares.

En el caso de zapatero, sus primos. En la guitarra, además de su tío abuelo Diego del Gastor, fue clave su abuelo, el cantaor Luis Torres Cádiz «Joselero»: «Él me tarareaba las melodías y yo las iba sacando poco a poco. Era un grandísimo artista y me transmitió los conocimientos de la música».

Ignacio sigue dedicándose a la música. «Me siguen llamando de muchos sitios para tocar». Pero es Ignacio Zambrana quien lleva el verdadero peso. «La guitarra genera dinero, pero ahora te pagan lo mismo que hace 25 años», lamenta. Pero ahí está su zapatería, un reducto en el que se siente igual de cómodo que rasgando las cuerdas en un escenario.

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