Campos de Lebrija sembrados de algodón
Campos de Lebrija sembrados de algodón - A.H.
LEBRIJA

El algodón pierde peso económico en el Bajo Guadalquivir sin que surjan cultivos alternativos

Su rentabilidad no deja de caer y el tomate industrial sólo ha cubierto una pequeña parte de lo que ha perdido el algodón

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Uno de los cultivos históricos del Bajo Guadalquivir, el algodón, motor económico desde hace más de 50 años de toda la comarca junto con la remolacha, vive uno de sus peores momentos. Los efectos negativos sobre las explotaciones algodoneras de las últimas olas de calor y de las lluvias de la primera quincena del pasado mes de mayo, que obligaron a resembrar dos y tres veces y a repetir tratamientos fitosanitarios, con el consecuente aumento de gastos, han agravado aún más la progresiva decadencia del algodón.

La aplicación a partir de 2006 de la reforma de la Organización Común de Mercado (OCM) incluida en la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea (UE) supuso el inicio de la decadencia del cultivo.

Las circunstancias vividas en 2016 han hecho que la frontera de 2020, año en el que finaliza la actual PAC y se deben de renegociar las ayudas al algodón, parezca más cerca.

Los datos son contundentes: antes de las reformas de la PAC en Andalucía se cultivaban más de 210.000 hectáreas de algodón, ahora sobrepasan en poco las 68.000 de las que 50.000 están en la comarca sevillana del Bajo Guadalquivir principalmente en el término municipal de Lebrija.

«Este bajón ha supuesto para los agricultores pérdida de rentabilidad, cierre de desmotadoras; en definitiva, pérdida de empleo en las localidades algodoneras», se lamenta el presidenta de la Cooperativa Las Marismas de Lebrija, Juan Sánchez, que señala a ABC Provincia que «tras las reformas no hay cultivos alternativos» que sustituyan las hectáreas que han dejado de sembrarse de algodón: «El tomate industrial solo ha podido cubrir 6.000».

A juicio de Sánchez, la política agraria de la UE «tendría que ir a por un precio justo, porque las ayudas son pan para hoy y hambre para mañana». El cooperativista aboga por la imposición de un impuesto a las importaciones de algodón de países productores «como India o Pakistán donde no se respetan los derechos sociales. Con una política de precios justos y competencia leal se evitaría destruir la agricultura andaluza».

Desde las firmas comerciales de fitosanitarios, fertilizantes, defoliantes y semillas, que han celebrado en Lebrija la III Expo Algodón, el gerente de Guadalsem, Olivier Crassous, apunta que «de momento, las ayudas están aseguradas hasta 2020 y no sabemos qué pasará después, aunque al ser el algodón un cultivo incluido en el Tratado de Adhesión de España a la comunidad europea tendrá siempre un trato particular como cultivo social, otra cosa es que esta visión permita el cultivo o no». Crassous defiende la unión del sector «para conseguir las mejores variedades y la mejor calidad de fibra».

Por parte del Ayuntamiento de Lebrija, su delegado de Agricultura,José Benito Barroso, admite que «nuestro municipio y el sector del algodón se sienten amenazados por la dependencia de este cultivo de las ayudas públicas, que tienen un límite temporal en 2020», ayudas necesarias «dado que en muchas campañas el precio del algodón está por debajo de los costes de producción».

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