ENFOQUE

Dos versos sueltos

El discurso andaluz no puede quedarse en manos de los partidos políticos y sus terminales, siempre repitiendo, que es gerundio, las mismas soflamas de andar por casa

El doctor Francisco Trujillo (i) y el ingeniero Abraham Carrascosa (d) ABC
Álvaro Ybarra Pacheco

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En vísperas de las medallas y las encuestas del 28-F se publicaron ayer en ABC dos suculentas entrevistas con dos «versos sueltos»: el doctor Francisco Trujillo, médico humanista considerado uno de los cinco mejores neurocirujanos de España, y el doctor José Abraham Carrascosa, ingeniero que preside el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Andalucía. Las firmaban dos periodistas excelentes: Jesús Álvarez y Antonio R. Vega. Las opiniones de los entrevistados son valiosas porque ambos hablan desde fuera del «rebaño». Trujillo critica el estado de la sanidad pública andaluza, «la joya de la corona», porque «el paciente y los criterios médicos dejaron de ser la prioridad». A José Abraham Carrascosa le parece que Andalucía vive «instalada en el bucle del gerundio: anunciando, prometiendo y reprogramando obras que nunca se hacen».

Entre la suerte de autoelogios, parabienes y lugares comunes con la que se suele conmemorar el 28-F, Día de Andalucía, es un alivio leer a dos espíritus críticos que, desde la excelencia profesional, dicen verdades como puños, molesten a quien molesten. Cuando en Andalucía contamos con personas como el neurocirujano Trujillo y el ingeniero Carrascosa todo no está perdido. Es necesario que gente como ésta se incorpore al discurso andaluz, que no puede quedarse en manos de los partidos políticos y sus terminales, siempre repitiendo, que es gerundio, las mismas soflamas de andar por casa.

A José Ignacio Carrascosa no le salen las cuentas del canon del agua: «Se gasta menos de lo que se cobra». A Francisco Trujillo tampoco le cuadran los números de la sanidad pública: «Es una casa para cinco en la que metes veinticinco. O amplías o quitas gente». Las verdades del barquero que casi nadie en Andalucía se atreve airear por miedo a salirse del molde, a romper las ecuaciones de lo políticamente correcto. Una bocanada de brisa fresca entre los discursos oficiales de propaganda y agradecimiento. Pero se conocerán a partir de mañana las encuestas previas a la celebración de la autonomía y nos dejarán el regusto amargo de que todo sigue casi igual. Hacen falta más voces rompedoras del discurso único que nos advierte que cambiar es imposible.

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