Lo urgente y lo superfluo

Cambiar nombres a las calles no es una prioridad para los gaditanos

La Voz de Cádiz

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El equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz, formado por ‘Por Cádiz Sí Se Puede’ y ‘Ganar Cádiz en Común’ cada día le ponen más fácil a los partidos de la oposición su trabajo. Excepción hecha del PSOE, que en la práctica se ha convertido prácticamente ya en otro de los socios de Gobierno de José María González ‘Kichi’. La decisión de cambiar el nombre a una de las avenidas más señeras de la capital puede ser una prioridad política para ellos, pero desde luego no lo es para la inmensa mayoría de los gaditanos.

Sin entrar a valorar el estudio histórico presentado para justificar la retirada del nombre de Ramón de Carranza, es evidente que los gaditanos preferirían que esa misma avenida, y otras muchas de la ciudad, luciese limpia y con un mantenimiento urbano adecuado, al margen del rótulo que la presida. Cádiz está cada día más abandonada por la falta de mantenimiento y de limpieza que impera en la capital. La semana pasada, sin ir más lejos, se detectó una plaga de orugas en la Avenida Juan Carlos I a causa de la falta de cuidados que se les da a la mayoría de los jardines y zonas verdes de la ciudad. Ya este verano se produjo otra plaga de ratas después de que el Ayuntamiento retrasara varios meses la compra de productos necesarios para combatirlas.

Además, como en la gran mayoría de las gestiones que viene realizando el consistorio gaditano en los últimos años, la falta de transparencia y de la tan cacareada por Podemos «participación ciudadana» es flagrante. En primer lugar, no se entiende que si se cambia el nombre de la Avenida Ramón de Carranza, por qué no se hace lo propio con el estadio que lleva el mismo nombre. Y por qué no se solicita al Gobierno que elimine dicho nombre también del puente que da acceso por Cortadura.

Y tampoco resulta muy congruente, según sus propios preceptos, que hayan decidido el nombre alternativo al elegido –‘4 de diciembre’– sin consultarlo con la ciudadanía. Bien se podría haber abierto un «proceso participativo» en el que los propios gaditanos votarán por otras opciones.

Pero, una vez más, resulta evidente que Podemos utiliza el Ayuntamiento de Cádiz como altavoz para dar rienda suelta a su política sectaria y excluyente, en lugar de hacerlo para mejorar la ciudad. Una ciudad que es de la totalidad de los gaditanos, no solo de los 18.000 que les votaron.

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