Montiel de Arnáiz

Susana y Teresa

No sé qué diría Sigmund Freud sobre ‘La verbena de la paloma’ y aquello de la morena y la rubia, puede que afirmara que los polos iguales se atraen o que la nueva izquierda es repelida por la nueva-nueva izquierda

Montiel de Arnáiz
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No sé qué diría Sigmund Freud sobre ‘La verbena de la paloma’ y aquello de la morena y la rubia, puede que afirmara que aparece una repulsa visceral por razón del distinto Farmatin o que los polos iguales se atraen o que la nueva izquierda es repelida por la nueva-nueva izquierda. Cada vez que las dos líderes de PSOE y Podemos en Andalucía se enfrentan en el Parlamento o simplemente se cruzan por los pasillos de un hospital público en el que se inaugura una cama nueva, o los de un colegio concertado en el que se retire una chapa de amianto, surgen chispas epistemológicas de las chungas-chungas, vamos, que aquí no hay relación amor-odio sino, en todo caso, algo parecido a los derbys Patronal-Sindicatos (y no seré yo el que diga quién es quién).

Lo que decía, que si en las negociaciones de investidura a la Presidencia de Andalucía Susana se dio el gusto de hacer pasar al salón del té a Teresa sin ni siquiera sacar la vajilla de porcelana y soltarle que ya había cerrado acuerdo con Juan Marín y que podía irse al cuerno, Teresa, que se la tiene guardada a Susana desde entonces, ejerce de martillo de Dios (precisamente ahora que Thor es una mujer) de la socialista en el Parlamento andaluz.

Nos encontramos ante un combate de boxeo femenino, un Sevilla-Cádiz por el ascenso, la Triana de Marifé contra la Rota de Benítez Reyes. Se odian: se les nota. Si Teresa le hubiera levantado el novio a Susana o viceversa la tensión sería menor porque un maromo es siempre algo accidental cuando hablamos de sillones y poder. Total, que el viernes Teresa le dijo a Susana que ella no podría ser liberada sindical de ningún empleo porque ha trabajado menos que el sastre de Tarzán y Susana le contestó a Teresa que la que se comporta como una liberada sindical es ella y que le viene de casta al galgo o algo así; que defienda los intereses de todos los andaluces. Más o menos, dícese en sentido figurado y no literal. Vamos, que en la Andalucía de los ¡Eles! y los ¡Eres! nos han sustituido la lucha de clases por la lucha de lobas.

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