Adolfo Vigo

El ‘miarma-bus’

Me imagino que en la próxima Cuaresma algún colectivo flete en Cádiz un autobús para denunciar las malas influencias de algunos por destruir las tradiciones de ‘cadi, cadi’

Adolfo Vigo
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Con esto de la nueva moda de los autobuses para poner de manifiesto las ‘injusticias’ o las ‘tramas’ que afligen a la sociedad española, me imagino que pasada la Semana Santa o, quizás, en la próxima Cuaresma, algún colectivo flete en Cádiz un autobús para denunciar las malas influencias de algunos por destruir las tradiciones de ‘cadi, cadi’, a favor de imponer las costumbre de allende el peaje, es decir, las conspiraciones de los ‘miarmas’.

Ya me los imagino haciendo un tour con el ‘miarma-bus’ por nuestra ciudad a modo de desagravio por los izquierdos dados este año en Palillero, por los ‘serruchitos’ hechos al paso por la plaza Candelaria o por el ‘doble paso’ sufrido en la Plaza de las Flores que realizó algún misterio.

Circulando por alguna de nuestras calles y diciendo el típico capataz de cadi, cadi, micrófono en mano y de forma orgullosa, «y en este balcón el palio de tal Hermandad perdió las perillas por ir como mandan las normas gaditanas, de balcón a balcón».

O a ese cargador ‘gadita’ enorgulleciéndose, relatando cómo levantaron el paso delante de la farmacia del Palillero y no dieron fondo hasta el edifico de Telefónica en la calle Ancha, y bailando todas las marchas. O cómo a un Titular determinado se le antojo alguna cosa y por eso el paso anduvo hacia atrás con un típico andar gaditano… Es decir, lo único que a algunos les interesa de este deporte sacro en el que se está convirtiendo nuestra Semana Santa.

Y es que al final esos que presumen de gaditanos lo único que miran a la hora de ver una procesión en nuestras calles es si el pie izquierdo avanza más que el derecho, si las horquillas golpean el suelo de la forma adecuada, si el manigueta lleva la auténtica pose de cadi, cadi. Sin importarles las hora de trabajo y de esfuerzos, la dedicación y los sufrimientos de los que durante el resto del año se dedican a trabajar por nuestras Instituciones para que ellos desde su máxima sapiencia gaditana se permitan el lujo de valorar únicamente si el estilo es correcto o no, es decir, si es de ‘cadi, cadi’ o de más allá. Para acto seguido, y si no les gusta la forma de andar del paso, permitirse el lujo de insultar a los que tiene delante.

Quizás este mal endémico que sufre nuestra Semana Santa, y que durante unos años se fue erradicando, en la actualidad haya cogido más fuerza. Lo que tengo cada día que pasa, y cada Semana Santa que vivo, es que cada vez están acabando con las ganas de los que de verdad trabajan por esto, haciendo que se les quite las ganas de ver que todo el trabajo de un año se resume al comentario del ‘tonto baba de turno’ en torno a las cuadrillas de la Hermandad.

No sé, quizás es que me hago mayor, o que la desgana por haber tenido que sufrir a estos mal llamados gaditas en primera persona me hace ver este mundo con pesimismo, pero que quieren que les diga, cada día me parece que esto merece menos la pena. Por cierto, lo que tengo más claro es que el primero en ilustrar dicho autobús sería mi amigo Manolo Bernal, icono del ‘miarma’ para los gaditas de la carga, aún cuando sé de antemano que eso a él le da igual.

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